Toda crisis casi siempre implica un cambio de mentalidad, actitud, decisión y al final se debe reconocer que todo pasa. La vida está llena de altibajos, así como los movimientos de las aguas del mar que se hacen evidentes, claro, aunque una persona lleve una vida tranquila o apenas logre sobrevivir después de una calamidad tras otra. La vida humana está en constante cambio, y así como nadie sobre la faz de la tierra está exento de vivir épocas de crisis, de la misma manera, nadie vivirá en la crisis para siempre; posiblemente el camino de salida no será de un momento a otro, no es que un día despierta y la crisis ya terminó, pues es un proceso interno de constante movimiento en el que se van sanando las heridas, superando, entendiendo, procesando y evolucionando. “Cuando surgen situaciones de crisis y de estancamiento, la ventaja es que nos obligan a pensar”, Jawarhalal Nehru.
Las crisis en la vida son como un huracán, impredecibles, cuando aparecen desvanecen todo lo que encuentran en su camino. Quizá usted no las provoca, pero lo cierto es que vinieron a despertarnos de la comodidad para hacernos más creativos, salir de una rutina, método que produce fatiga y distracción. Hoy, más que nunca, es tiempo de perdonar, sanar, restaurar y tomar una dirección con visión sin egoísmos. Nunca olvide que todo pasa y todo cambia. La crisis pasará, pero el Dios que tenemos nunca cambia y hace que las cosas pasen; si usted sigue su palabra y cree y las obedece, eso se establece: “Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28)”. De igual forma, siempre existe un camino de salida a toda crisis, y dígase a usted mismo: “Esto pasará y no será para siempre”. Según el libro de Eclesiastés 3:1-8: “todo tiene su tiempo”.
