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Circo legislativo

  • 11 septiembre 2023 /

El Congreso Nacional sigue siendo escenario de los más torpes argumentos, de las bajezas más básicas, y de la ausencia absoluta de catadura moral. Por un lado, es evidente que el señor Redondo se la ve a cuadritos por su falta de liderazgo; y por otro, los patéticos personajes de la oposición no son dignos de ser escuchados por su falta absoluta de coherencia. En ese escenario es nada lo que se puede avanzar en la agenda legislativa, los grandes temas de interés para el Estado de derecho como la elección del nuevo fiscal general y fiscal general adjunto de la República está patinando en el lodillo de la desidia y falta de acuerdo. Y es desafortunado porque la ciudadanía pide acuerdos y consensos, pero los legisladores entienden esos términos como la oportunidad de pedir su tajada, blindarse en la impunidad, y llenarse los bolsillos con las partidas del poder. Los marcos conceptuales son concebidos de distinta manera por los actores políticos que piensan en la patria solamente como la res de la cual hay que ordeñar de manera insaciable para sus propios intereses. La polarización es sin tregua, llega hasta los señalamientos de índole personal que erosionan la posibilidad de siquiera sentarse a la mesa del diálogo, mucho menos de llegar a puntos de encuentro por el real interés de la nación, lo que prima es el orgullo político y partidario que no da el brazo a torcer sino que se encapricha escupiendo para arriba, recibiendo de esta manera en el propio rostro la insalubridad de sus entrañas. Da absoluta lástima por el país que las grandes voces opositoras como Zambrano, Chávez y compañía sean los vanguardistas de primera línea para tener equilibrio ante el Gobierno, cuando no tienen un céntimo de autoridad de señalar lo que señalan por tener una viga en su ojo que los inhabilita de ipso jure. Y así, este país se emboba en el día a día con la inestabilidad emocional de Nasralla, el autoritarismo de Mel, la debilidad de liderazgo de la presidenta Xiomara, y el circo permanente en el Congreso. El desarrollo seguirá siendo una aspiración que se diluye en la realidad fáctica que muestra el mismo desierto candente que aniquila el sueño de llegar a la tierra prometida del avance económico y social que esta tierra merece.