25/04/2024
10:07 PM

Vuelen alto

Francisco Gómez Villela

A nuestro país le llegó el turno por el que ya pasaron en Europa. Los que están en primera línea de combate contra el virus están muriendo: médicos y personal de salud, personas dedicadas a servir, apreciadas por sus colegas, respetados en sus lugares de trabajo, amados por sus familias.


Lo lastimoso y triste de todo este sacrificio es entender por qué, por qué ellos.


Están muriendo médicos de larga trayectoria de servicio al pueblo. Personas que escogieron una profesión para curar, humanos con una sensibilidad especial, compasivos, entregados a sus pacientes, generosos con el prójimo.


Eran abuelos, padres, hijos, hermanos, tíos. Como cualquier humano, con responsabilidades de todo tipo, incluyendo hijos en formación, o padres ancianos enfermos, ejes de familias, con esperanzas de vidas mejores, con el sueño de un retiro merecido en su momento.


La obtención de su título les significó un esfuerzo como pocas profesiones, obtener un trabajo en el sistema de salud fue una odisea, y en crearse una reputación ya habían dejado la vida.


Porque ejercer la profesión no es fácil. Es una actividad sumamente demandante y cuestionada. Si curamos somos dioses, si fallamos somos delincuentes. Se nos tilda de mercantilistas e insensibles por culpa de algunos. Pero estudiamos para sanar, no para hacer daño.


Ahora nos dicen héroes, nos aplauden, y créanlo, más que muestras de cariño preferiríamos que todos contribuyan a mantenerse libres de contagio. Esa es la única manera con la que nos pueden ayudar. Nadie tomará nuestro lugar en nuestras familias si nos pasa lo peor. No queremos dejar desprotegidos a los nuestros


Si tu actitud personal es irresponsable y no cumple los lineamientos de seguridad, nos están arriesgando a los que trabajamos con su salud. Si la economía se reactiva alocadamente, nos están arriesgando. Si no nos dan los implementos de bioproteccción de calidad y en cantidad suficiente nos están arriesgando. Nosotros también estamos poniendo los muertos, sin merecerlo, por la irresponsabilidad o necesidades mundanas de algunos, y eso no es justo.


A ustedes colegas que se sacrificaron por otros, gracias por sus vidas de servicio.

Trascendieron lo humano impecablemente. Su nombre será mencionado fuerte y con respeto dondequiera que se pronuncie. Serán pasado, presente y futuro entre nosotros. Su vida se apaga, pero su historia será eterna.


Vuelen alto, el alma ya es libre, regresen al Creador.
Un planeta agradecido los honra.