Por Christopher Maag /The New York Times Internacional
Quizás el mejor momento del día para Ninja, el puma, es cuando percibe el olor de Herb Reed, un maestro jubilado de 78 años y veterano voluntario del Zoo New York, en Watertown. Reed estuvo ahí en el 2011, cuando el zoológico recibió por primera vez a Ninja, un cachorro huérfano con la pelvis fracturada. Ha pasado años alimentando a Ninja y manteniendo limpio su recinto.
Ahora, cada que Reed se acerca, Ninja, un súper depredador de 55 kilos, se levanta de su roca calentada por el Sol. Ronronea y frota su costado largo y peludo contra la reja metálica.
Zoo New York es una colección de animales de propiedad pública y administración privada en Watertown, una ciudad pequeña y durante mucho tiempo emproblemada en el norte del Estado de Nueva York.
Entre sus residentes figura Retch , un buitre pavo no volador que se acurre con animales de peluche. También está Kamots , un lobo tuerto; y Tess , una robusta osa negra que fue confiscada de un hogar humano y, por lo tanto, jamás podrá ser liberada en la naturaleza.
No hay jirafas ni elefantes. Los leones y los monos desaparecieron hace mucho tiempo. La mayoría de los alrededor de 80 animales del zoológico, entre ellos Pandora, un lince rojo, y Suzy, una lechuza nival, son nativos del Estado de Nueva York. Por más humilde que sea, muchos en Watertown adoran su zoológico y han tomado medidas extraordinarias para mantenerse vivo durante sus 104 años.
Refugio comunitario lucha por sobrevivir
En los inicios del zoológico, cuando no todas las jaulas de los animales tenían calefacción, los residentes se ofrecieron como voluntarios para mantener a los caimanes en sus sótanos durante los duros inviernos de Watertown.
Pero ahora, tras décadas al borde de la insolvencia, el zoológico se enfrenta a la posibilidad de un cierre permanente. “Anticipamos que tendremos suficiente para pasar el invierno y la primavera”, dijo el presidente del grupo de conservación que administra el zoológico, sobre sus finanzas. “Después de eso, realmente es cuestionable”.
Los animales del Zoo New York tienden a ser ancianos, discapacitados o ambas cosas. Pocos serán aceptados por otros zoológicos, lo que significa que algunos animales podrían ser sacrificados.
Watertown, que nunca fue una ciudad grande, ha caído desde su apogeo posguerra hasta quedar con unos 24 mil habitantes, a medida que muchas fábricas cerraban o se mudaban. Mientras la ciudad lucha por repavimentar carreteras y modernizar su planta de tratamiento de agua, la Alcaldesa Sarah Pierce, quien desde hace mucho tiempo apoya al zoológico, ha llegado a verlo como un gasto que Watertown ya no puede permitirse.
Sin embargo, aún hay esperanza. En cada reunión del Ayuntamiento, residentes de Watertown, con camisetas de “Amo el Zoológico”, abarrotan el Ayuntamiento. Los líderes del zoológico han presentado una propuesta de financiamiento para convertir a Zoo New York en una atracción turística regional autosuficiente.
Diversos planos maestros conciben nuevos hábitats para alces, bisontes, caribúes, patos y gansos; un acuario; y una “Tierra de Aventuras”, con muro de escalada y tirolesa.
Tras meses de negociación, la ciudad acordó dar al zoológico otros 100 mil dólares para gastos operativos este año. El Condado de Jefferson aportó 59 mil dólares, más 25 mil dólares destinados a mercadotecnia, pero funcionarios electos han dejado en claro que no irán al rescate en el futuro.
Para quienes mejor lo conocen, Zoo New York ofrece una intimidad con animales salvajes que pocas instituciones pueden igualar.
Considere a Ronnie , un oso negro. Tras ser rescatado de un hogar en el Estado de Nueva York, donde había estado enjaulado dentro de un tambo de 210 litros, fue llevado al zoológico, donde Reed le pasaba de sándwich de crema de cacahuete y mermelada a través de la valla que rodeaba su recinto.
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