La NASA celebra el aterrizaje de Blue Ghost en la Luna

Un vehículo robótico de una empresa privada se convirtió en la segunda nave espacial en realizar un aterrizaje en la Luna.

  • 01 de abril de 2025 a las 00:00 -
The New York Times

Por: Kenneth Chang/The New York Times

La NASA apostó hace unos años a que las empresas comerciales podrían llevar experimentos científicos a la Luna con un presupuesto menor que el suyo.

Fue una mala apuesta el año pasado. La primera nave espacial financiada por la NASA ni llegó a la Luna. La segunda aterrizó, pero terminó volcada. Pero el mes pasado, un módulo de aterrizaje robótico llamado Blue Ghost, construido por Firefly Aerospace, de Cedar Park, Texas, tuvo éxito de principio a fin.

El 16 de marzo, el estado de ánimo en la sala de operaciones de la misión Firefly era una mezcla de felicidad y melancolía. No quedaba nada por hacer salvo ver morir a la nave espacial. A unos 400 mil kilómetros de distancia, el Sol ya se había puesto en Mare Crisium, la llanura de lava lunar donde Blue Ghost había recopilado observaciones científicas durante dos semanas. A la nave de energía solar le quedaban pocas horas.

“El ánimo en general no es nada apesadumbrado”, dijo Ray Allensworth, director del programa de naves espaciales en Firefly, esa tarde. “Creo que la gente está simplemente emocionada y también aliviada de ver lo bien que se desarrolló la misión, y se está tomando un momento para disfrutar de las últimas horas con el módulo de aterrizaje”.

Los científicos con carga en las otras misiones comerciales a la Luna habían invertido años de esfuerzo a cambio de poco. Los asignados por NASA a Blue Ghost están obteniendo una abundancia de datos nuevos.

Avanzada lunar

Uno de los experimentos de la NASA recopiló datos justo cuando Blue Ghost alunizó. Cuatro cámaras capturaron imágenes desde diferentes ángulos de los gases de escape de los propulsores de la nave espacial mientras levantaban polvo lunar.

“Estas cámaras nos permiten medir formas tridimensionales”, declaró Paul Danehy, científico del proyecto. Los ingenieros quieren comprender estas dinámicas para prevenir posibles desastres cuando naves espaciales más grandes aterricen a astronautas en la Luna.

Si la NASA establece un puesto de avanzada lunar, las naves espaciales regresarán a ese sitio más de una vez. Las rocas que salen despedidas podrían dañar el motor de una nave espacial en descenso o a estructuras cercanas.

El módulo de aterrizaje lunar Blue Ghost de Firefly tomó una selfie con la Tierra al fondo. Alunizó con éxito el 2 de marzo.

En las primeras observaciones de las fotografías, una de las sorpresas es que la columna de gases de escape de los propulsores comenzó a levantar polvo lunar cuando Blue Ghost aún se encontraba a unos 15 metros sobre la superficie, más alto de lo esperado. El mismo sistema de cámaras registrará la nube de polvo de un módulo de aterrizaje mucho más grande, el Blue Moon Mark 1, que Blue Origin planea enviar a la Luna más adelante este año.

La NASA no sólo quiere comprender el polvo lunar, o regolito, sino también cómo eliminarlo. Las partículas pueden ser filosas y abrasivas, como fragmentos de vidrio. Un experimento en Blue Ghost, llamado Escudo Electrodinámico contra el Polvo, utilizó campos eléctricos para limpiar el polvo de las superficies.

Robert Grimm, científico del Instituto de Investigación Southwest, en Boulder, Colorado, tuvo a su cargo la Sonda Magnetotelúrica Lunar. Lanzadores accionados por resorte lanzaron cuatro sondas del tamaño de latas de refresco en diferentes direcciones. Conectadas por cables al módulo de aterrizaje, las sondas funcionaron como voltímetros gigantes. Un segundo componente, elevado sobre un mástil de 2.50 metros de altura, midió los campos magnéticos. Juntas, estas lecturas revelan variaciones en los campos eléctricos y magnéticos que indican la facilidad con la que las corrientes eléctricas fluyen a gran profundidad.

Blue Ghost también desplegó un taladro neumático, utilizando ráfagas de gas nitrógeno para excavar la tierra. Una aguja en el extremo del instrumento midió la temperatura y la facilidad con la que el calor fluye a través del material.

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Los datos del taladro y de la sonda magnetotelúrica podrían ofrecer pistas sobre cómo se formaron la Luna y otros mundos rocosos, o por qué la cara visible de la Luna luce tan diferente de la cara oculta.

El experimento de Brian Walsh en Blue Ghost no observó la Luna, sino la Tierra.

“Es una perspectiva realmente buena”, afirmó Walsh, profesor de ingeniería mecánica en la Universidad de Boston.

Le interesa la burbuja magnética que desvía las partículas del viento solar alrededor de la Tierra. Su telescopio registró los rayos X emitidos cuando las partículas solares a alta velocidad chocan contra los átomos en la atmósfera superior de la Tierra. Esto es importante porque afecta la eficacia con la que el campo magnético terrestre nos protege de las ocasionales y gigantescas descargas de partículas cargadas que se producen durante las tormentas solares.

©The New York Times Company 2025

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Staff NYTimes
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