29/04/2024
12:34 AM

Insalubres y peligrosos los 24 centros penales

En muchos de los reclusorios del país no hay ni sanitarios.

Insalubridad, deficiente atención médica y un sistema eléctrico altamente peligroso son los hallazgos que destaca el informe del Comité Nacional de Prevención de la Tortura, Conaprev,
en 13 de los 24 centros penales del país.

Con el objetivo de actualizar la realidad penitenciaria el comité en mención contrató los servicios profesionales de un equipo de consultores para desarrollar el diagnóstico. La investigación se realizó durante el segundo semestre del
2011 visitando además dos hospitales psiquiátricos, dos centros de detención para menores, un centro de cuidados para niños en riesgo social y dos centros de detención migratoria con el propósito de entrevistar a los que allí permanecen y conocer además el espacio en el que los y las privadas de libertad viven.

Los reclusorios que incluye el informe son:
el centro penal de San Pedro Sula, el de Puerto Cortés, El Progreso, Tela y Santa Bárbara. La granja penal de Comayagua, el centro penal de Gracias Lempira, la granja penal de Santa Rosa de Copán, la granja penal de El Porvenir de La Ceiba, el penal de Juticalpa, la Penitenciaría Nacional Marco Aurelio Soto, Penitenciaría de Choluteca y la Penitenciaría Femenina.
Conaprev señala que la ley de rehabilitación del delincuente en el artículo 14 establece que los locales destinados para los reclusos deberán satisfacer las exigencias de higiene y salubridad, particularmente en lo relacionado con el volumen de aire, agua, superficie mínima y alumbrado.

El informe arroja que en los 13 centros donde se desarrollaron las inspecciones el área destinada para dormir de los privados de libertad no reúne las condiciones necesarias de espacio e higiene, encontrándose en algunas ocasiones internos que duermen en el piso.

Así también la ventilación e iluminación natural es insuficiente, ya que estos espacios solamente tienen una ventana pequeña y en algunos casos ninguna.

Las conexiones eléctricas no están instaladas de forma profesional, en su mayoría estas son caseras, improvisadas y expuestas, lo que las hace extremadamente peligrosas para la seguridad de los internos.

El hacinamiento se da tanto en los módulos de descanso como en los de segregación o aislamiento que deben ser ocupados solo por un interno o varios en casos especiales y por poco tiempo, pero la inspección evidenció que son ocupados por más de un interno y por tiempos prolongados.

Los sanitarios de los reclusorios también están en pésimo estado. El reporte establece que no tienen los criterios básicos de higiene mínimos como salubridad y privacidad. Los materiales de porcelana de los inodoros están en completo deterioro, sucios y muchos incluso se encuentran quebrados.

También se encontró que en algunos módulos hay ausencia de ellos, como en la “Isla” de la Penitenciaria Marco Aurelio Soto en Támara, donde los privados de libertad incluso orinan y defecan en un hoyo al nivel del suelo.

Los baños también están destruidos. No hay regaderas para la distribución de agua
y las encontradas están en mal estado.


Por lo general
para ejecutar su aseo personal los privados tienen que hacer uso de recipientes con agua para poder bañarse y en el caso de algunos módulos como
en la misma Penitenciaría Marco Aurelio Soto, los reos se bañan en pilas que se encuentran fuera de los dormitorios y a la vista de otros internos.

La información recopilada por Conaprev indica que a los reos no se les proporciona ningún artículo para el
aseo personal, esto incluye jabones, champú, pastas dentales e incluso papel higiénico, por lo que
algunos los solicitan a sus familiares y en otros casos se los proveen ellos mismos con el producto de su trabajo.

Situación médica

En la investigación también se destaca lo que contiene el Artículo 31 de la “Ley de Tratamiento al Delincuente” respecto a la atención de salud, que cita que el médico jefe del servicio colaborará con la dirección del establecimiento en todo lo atinente a higiene y salubridad, así como al cumplimiento de las disposiciones relativas a alimentación, educación física, trabajo y deportes, sin embargo, los médicos contratados para la atención en los centros penales no abastecen su tiempo en la atención médica para los privados de libertad y no dedican tiempo a las tareas que señala la ley.

La alimentación es inadecuada porque no reúne las condiciones nutritivas que todo ser humano necesita, esto es porque no cumplen los requerimientos diarios para el sostenimiento de todas las funciones vitales.

En la Penitenciaría Femenina el cuidado de los niños es exclusivo de las madres y el centro carece de personal calificado y de una guardería para que el menor sea cuidado cuando la madre no pueda hacerlo.

Razones del colapso penitenciario en Honduras


El informe de Conaprev indica que el colapso del sistema penitenciario nacional
se debe a numerosas razones.

Entre ellas señalan la falta de compromiso en toda la cadena de mando, no existen procesos o programas sostenidos de formación jurídica, penitenciaria, de derechos humanos, de relaciones humanas, culturales, ocupacionales para los administradores de los penales y a los privados de libertad para que haya una relación de respeto recíproca.

Califican como terrible el hacinamiento que sufren los privados de libertad
a excepción de las internas en Cefas y los privados en la Penitenciería de Juticalpa, el resto vive en condiciones indignas, altamente peligrosas para su integridad física, su salud e higiene. También las condiciones en las que desempeñan su labor y en las que viven la mayoría de los policías penitenciarios es inapropiada,
no reciben capacitación para mejor hacer su trabajo y su salario es de 5,800 lempiras.

La asignación presupuestaria al sistema penitenciario es “pírrica” razón por la que la provisión de alimentos no llena los requerimientos nutricionales necesarios y
se evidencia también en la carencia de médicos y enfermeras, como de medicamentos básicos para la atención debida de estos grupos poblacionales.

Entre otros aspectos el diagnóstico indica que la población penitenciaria en las circunstancias actuales es un recurso totalmente desperdiciado, dejado a que el ocio y la pereza fermenten y muten a los actos y hechos inimaginables del crimen.