27/04/2024
01:03 PM

Hondureño convierte en museo antigua pulpería que fue de sus padres

Recordó que en aquellos tiempos la Tara dejaba los tarros de leche en la acera de la casa y nadie los tocaba.

San Pedro Sula, Honduras.

Una carta amarillenta que le mandó el general Tiburcio Carías Andino a su padre, es una de las reliquias que don Samuel Pineda conserva en su casa del barrio Las Acacias. En la misiva, escrita de puño y letra por el hombrón de Zambrano a don Horacio Pineda Urbina, ya fallecido, le agradece el apoyo que le brindó durante la campaña política que lo llevó a convertirse en presidente de Honduras en 1932.

Por ese tiempo don Horacio Pineda vivía en la comunidad de Santa Cruz de Yojoa, donde alternaba su trabajo de talabartero con sus actividades proselitistas a favor del Partido Nacional. Allá por 1948 se trasladó a San Pedro Sula donde, con sus ahorros, instaló una pulpería en esa casa del barrio Las Acacias en la que ahora vive su hijo Samuel, rodeado de vestigios que fue atesorando a través del tiempo.

Anuncios de la desaparecida crema dental Kolynos, calendarios de los años cincuenta, botes de leche Tara, copas antiguas de cerveza y un antiguo filtro de porcelana, entre otras antigüedades.
Tiene tantas antigüedades diseminadas por toda la vivienda, que quiere oficializarla como museo. La misma casa es una antigüedad porque fue construida de adobes y tejas a mediados del siglo pasado, aunque posteriormente se le hicieron algunas remodelaciones.

“Aquellas fueron las primeras sillas de mi papá y mi mamá”, dice Samuel Pineda sentado en la sala de la casa mientras señala dos viejas mecedoras de cedro y asientos de mimbre, las que no presentan clavaduras sino tacos de la misma madera afianzando las piezas. “Tienen 69 años y todavía están en buen estado”, agrega.



Hasta los pases del tren en que llegaron a la ciudad sus padres y una lámpara que usaban los “brequeros” de ese medio de transporte para hacer señales, guardó el coleccionista de antigüedades. En un viejo armario con puertas de cristal exhibe utensilios más frágiles como las copas con sus respectivos azafates que regalaba la Cervecería Hondureña a los pulperos como regalo de Navidad. La emblemática empresa también obsequiaba punzones para picar hielo con un destapador de cervezas y refrescos en el mango, de los que ya no hay ahora, comentó.

La refrigeradora Frigidaire que tenían sus padres en la pulpería para vender refrescos allá por los años 50, está todavía funcionando, aunque solo la enciende una vez al mes. Sobre la misma exhibe una colección de refrescos de botella envasados hace más de cuarenta años.


La pulpería comenzó a funcionar en los años 40 en el barrio Las Acacias, conocido en aquel tiempo como Cola de Mico porque hasta allí llegaba la ciudad. “Lo demás era puro monte”, comentó.

50
Años
Tiene una guitarra de su propiedad que permanece en un rincón de la sala. De vez en cuando hace vibrar sus cuerdas, ya que también es amante de la música. Es su única compañera.
El negocio se cerró después que murió don Horacio en 1996, pero su hijo guardó celosamente los objetos más antiguos que quedaron, a los que fue sumando otras antigüedades coleccionadas por él.

Entre estos se encuentra un maletín de cuero que se encontró en las cercanías de la residencia del primer importador de carros de la ciudad, don Roberto Fasquelle. Pineda cree que este maletín era el que traía el recordado empresario cuando llegó por primera vez a Honduras procedente de Francia.

Aparte de la carta de Carías, Pineda conserva un telegrama que en 1950 le envió a su padre el entonces presidente de Honduras Juan Manuel Galvez para referirse a un “conceptuoso discurso” que el destinatario pronunció en honor al mandatario.