El calor, las vacaciones, las comidas copiosas, las salidas nocturnas, la falta de obligaciones… la siesta nos gusta en cualquier época del año, pero el verano viene cargado de situaciones que favorecen aún más el querer echar una cabezadita.
El doctor Javier Cabanyes nos explica si la siesta es saludable y cómo podemos hacer para no trastocar nuestro reloj biológico.
La siesta es un referente cultural conocido dentro y fuera de nuestras fronteras, pero es necesario preguntarse hasta qué punto es bueno para la salud o si se trata simplemente de una costumbre social. El doctor experto en neuropsicología Javier Cabanyes, autor del libro “Soñar y dormir” (EUNSA), nos explica cómo hacerlo.
¿La siesta es saludable?
Cabanyes afirma que en principio “tiene un valor saludable porque en una sociedad ajetreada como la nuestra la siesta no es más que un tiempo de recuperación”. El problema viene, según explica, en saber manejarlo y acostumbrarse al tipo adecuando de siesta.
El experto en neuropsicología cataloga en su libro tres tipos de siesta:
1. Siesta ultracorta: siesta breve de unos minutos, muy reparadora, en la que el sueño suele llegar a ser profundo y el despertar espontáneo.
2. Siesta clásica o tradicional: má larga pero sin llegar a la hora. De sueño también profundo y despertar menos espontáneo, puede ser sana pero también interferir en las horas de sueño. De ahí la necesidad de controlar el tiempo, siendo buena para personas que tienen limitación, natural o impuesta, de las horas de sueño nocturno.
3. Siesta mayor: posee los hábitos previos al sueño nocturno y unas rutinas similares a despertarse por la mañana. Dura varias horas, representando hábitos diferentes del sueño y manifestando desajustes en el ritmo de sueño.
El especialista señala que “una siesta breve tiene un poder de recuperación bueno que no interfiere en otras cosas y podemos decir que sería saludable”.
Pero sin embargo siestas más largas “alteran el ritmo de sueño vigilia, trastocan el reloj biológico y desde esa perspectiva no serían tan saludables”.
Hay que tener siempre en cuenta el caso de cada persona y sus circunstancias, porque tal y como apunta el experto, “en una persona que tiene que quedarse hasta altas horas de la noche y al día siguiente tiene que levantarse temprano pues probablemente la siesta la tiene que dormir para que no se deteriore todo su organismo”, pero en cambio “una persona que consigue mantener bien sus horas de sueño nocturno pues o no necesita siesta o una muy rápida de recuperación breve y ya está”.
Consejos para una buena siesta
Cabanyes subraya que lo primero a tener en cuenta “sería verificar realmente que uno la necesita porque a veces es una costumbre que sin querer lo que lleva a veces es a alterar el sueño y romper su ritmo”. Ver si es necesario es esencial para no alterar “el reloj biológico, que está de alguna manera coordinado con la noche y el día”.
En segundo lugar, controlar la duración de la misma. El doctor remarca que “la siesta en principio debería no ser muy larga para que no nos altere todo lo demás y con unos hábitos que no faciliten que se prolongue la siesta”, porque “si uno se mete en la cama con el pijama es más difícil que se levante a los quince minutos que es lo que necesitaría”.
En esencia, dos pasos fundamentales: pensar si necesitamos la siesta, y en caso afirmativo, intentar que sea breve.
Además, para los meses de verano el especialista señala que hay que tener presente “que es una época que pasa y el ritmo de vacaciones también”, por lo que a veces el problema viene después con “las famosas depresiones postvacacionales” que no sólo suponen recuperar una actividad sino el trastorno del ritmo de sueño.
“La siesta a veces tiene ahí un papel y responsabilidad importantes -señala- porque si nos hemos acostumbrado a dormir dos horas va a alterar el reloj biológico”.