Los primeros días estuvieron en una pensión, pero después se les habilitó un apartamento. En una ocasión, los fue a visitar para ver cómo se encontraban cuando María, embarazada, le dijo que tenía unas molestias.
Iñaki Mardones no lo pensó dos veces: “Le digo: ¡Vamos al hospital!”. Así lo hicieron y, tras ser examinada, les informaron que “tenía poca dilatación”.
Acompañó a Félix a la cafetería y poco tiempo después les avisaron que había nacido el niño. Se llamó Iñaki.
“Que te digan si le pueden dar tu nombre a un crío que va a nacer siempre es un inmenso regalo, un gran honor, y que luego ese chaval llegue adonde ha llegado es tremendo”.