25/04/2024
06:55 PM

Con límites al carbono, Obama globaliza la agenda climática

La propuesta de la EPA de EUA permitiría a los estados crear sistemas de intercambio de cuotas de emisiones o unirse a sistemas existentes.

Nueva York, Estados Unidos.

La Agencia de Protección Am­biental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) propuso el lunes una norma para regular las emisiones de carbono pro­venientes de cientos de plantas eléctricas en todo el país en lo que constituye una piedra angular de la agenda de cambio climático de­fendida por el gobierno del presi­dente Barack Obama.

La regla demanda que las plantas de electricidad reduzcan en 30% las emisiones de dióxido de carbono para 2030, desde los niveles imperantes en 2005, una meta exigente que representa el primer intento por limitar esta clase de contaminación.“Es como dejar en cero la polución anual de carbono de dos tercios de todos los automóviles y camiones en Es­tados Unidos”, dijo Gina McCar­thy, la administradora de la EPA, en un discurso que acompañó el anuncio de la medida.

El objetivo es hallar un equi­librio entre lo que pretenden los ecologistas, una meta general am­biciosa, y lo que quiere la indus­tria eléctrica, como flexibilidad y un cronograma largo antes de cumplir la medida.

Quemar carbón produce más dióxido de carbono que el petró­leo y el gas natural, pero es tam­bién la fuente de energía más barata y abundante y genera cer­ca de 40% de la electricidad de EE.UU. El sector eléctrico repre­senta cerca de un tercio del total de las emisiones estadounidenses de carbono, según la EPA.

Se estima que las nuevas res­tricciones a las emisiones de efec­to invernadero tal vez aumenten los precios de la electricidad en algunas partes de EE.UU. confor­me algunas empresas cierran sus plantas de generación a carbón.

Sin embargo, las eléctri­cas cuya energía no emite tanto dióxido de carbono, y que enfati­zan otras fuentes como energía nuclear, gas natural y energías renovables como la solar y la eó­lica, probablemente se verán be­neficiadas, según los analistas.

El mayor impacto será absor­bido por los productores de car­bón, pero las eléctricas que que­man mucho carbón también se verán afectadas.

Las nuevas normas son “ma­las para el carbón y para las em­presas que generan energía a car­bón”, dice Hugh Wynne, analista de Sanford Bernstein, en Nueva York. “Los ganadores son los que no emiten ningún C02 porque ven cómo los costos de todo el resto suben y ellos no incurren en nin­gún aumento”.

Un estudio encargado por la Cámara de Comercio de EE.UU. estimó que las normas podrían producir el cierre de plantas a carbón con una producción de 114.000 megavatios en los próxi­mos 16 años y generar alzas de precios para los consumidores de unos US$17.000 millones al año en ese lapso. No obstante, los parti­darios de las restricciones, como el Consejo de Defensa de los Re­cursos Naturales, han proyectado que las regulaciones reducirán los precios debido a los ahorros pro­ducidos por un uso más eficiente de la energía.

La ofensiva estadounidense para recortar las emisiones de dióxido de carbono tiene el obje­tivo, al menos parcial, de inducir a otros países, en especial China, a reducir sus emisiones.

Otros países ya cuentan con políticas nacionales para reducir las emisiones de dióxido de carbo­no e incluso le llevan la delantera a EE.UU. Gran Bretaña, por ejem­plo, forma parte del mayor siste­ma de intercambio de permisos de emisiones del mundo, que es operado por la Unión Europea, y que abarca a más de 11.000 plan­tas eléctricas y facilidades in­dustriales en 31 países, además de algunas aerolíneas. Algunos países también han implementa­do impuestos al carbono.

China, el mayor emisor de dióxido de carbono del mundo, contempla el lanzamiento en la próxima década de un programa nacional de intercambio de emi­siones, pero también construye plantas de electricidad a carbón.

Un reciente informe de Nacio­nes Unidas concluyó que al actual ritmo de aumento de emisiones, las temperaturas globales subi­rían entre 2 y 3,2 grados centí­grados por encima de los niveles previos a la industrialización a mediados de siglo.

No obstante, si el crecimiento de las emisiones se reduce a un buen ritmo, se prevé que el calentamiento sólo alcance a entre 1 y 2,2 grados centígrados por sobre las temperaturas prein­dustriales.

“Lo que el gobierno ha anun­ciado es tal vez su paso más im­portante para mostrar la seriedad que le asignan al cambio climáti­co”, dice Sarah Ladislaw, cate­drática del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. “Esperan usarlo como una he­rramienta para que otros países sigan el ejemplo”.