El faro, una luz que guía a los navegantes  

En 1884 fue construido el primer faro para ayudar a la navegación

Redacción

En los tiempos en que no existían radares ni la comunicación por radio para orientar a los navegantes, ni mucho menos los sistemas de posicionamiento satelital (GPS) de hoy en día, los veleros dependían de sus mapas, las estrellas y el sol.

Y cuando todo lo demás fallaba, sus salvavidas eran los altos faros construidos sobre puntos destacados de la costa.

Una luz a lo lejos

De día se les distinguía de lejos por su forma de torre solitaria, y de noche, por su potente luz que giraba barriendo las olas y las orillas.

Cada faro tenía características especiales, conocidas por los navegantes, que así podían identificarlo. Así sabían además dónde se encontraban.

“Los marinos habrían estado perdidos en la noche sin los faros”, dice el experto Hinrich Gerresheim. ¿Qué hay en los faros? Una casi interminable escalera de caracol lleva por dentro de los faros hasta la punta.

Arriba se encuentra en un pequeño habitáculo vidriado la poderosa lámpara. Una lente, como la de las lupas, pero muy grande, concentra los rayos para que salgan como un haz de una linterna gigante.

Actualmente, los faros ofrecen más que nada una magnífica vista sobre la costa para los visitantes que se toman el trabajo de subir sus escaleras.