Turismo sexual, el lado oscuro de Roatán, Islas de la Bahía
El equipo de investigación de LA PRENSA Premium se internó en la isla para evidenciar la facilidad con la que extranjeros y nacionales contratan a jovencitas.
Foto: La Prensa
Algunas mujeres salen de sus trabajos comunes para ofrecer sus servicios a turistas que las visitan.
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Roatán
Diez minutos después de salir de su trabajo de mesera en un bar y restaurante de West Bay, en Roatán, Islas de la Bahía, Jessica estaba lista para su otra ocupación, siempre atendiendo turistas; pero ahora desde una cama.
Aún con el uniforme puesto, limpiar el sudor de frente para escuchar una oferta no estaba de más, la demanda es grande y la competencia crece con rapidez.
Pelo teñido en rubio, “short” azul corto y desteñido, camisa celeste con el logo del restaurante y tenis negros. La sonriente joven rompió el hielo. “No me dedico a esto, solo que mi compañero me dijo lo que buscaban y pensé que yo les podía ayudar”, explicó.
El enlace estaba hecho, Roatán lo ofreció: turismo sexual, la fantasía de algunos extranjeros, ansiosos de comprar en dólares el cuerpo de algunas hondureñas, dispuestas a estar con extraños.
La Unidad de Investigación de LA PRENSA Premium se internó en algunas zonas de los 83 kilómetros cuadrados de la isla para evidenciar el lado oscuro de una de las joyas más lindas de Honduras.
Sorpresas nocturnas
Los lentes de contacto color verde no le van precisamente bien a Ricky, pero a él no le importa, es el responsable de atraer clientes a un bar y restaurante ubicado en una popular zona de West Bay, en Roatán, Islas de la Bahía.
Un tránsito de personas descomunal pasa frente a él todas las noches en un carnaval sin fin que se instala en una calle de un poco menos de un kilómetro, rodeada de luces, bebida y diversión.
- > 120 dólares es el precio promedio que cobra una persona en Roatán para prestar sus servicios sexuales.
- > 5 Mujeres en un periodo de menos de una hora accedieron a prestar servicio al equipo investigativo de LA PRENSA Premium.
Atento a cualquier movimiento, Ricky ofrece las bebidas y comidas de su local. Su carisma y amabilidad son un imán y la experiencia al hablar con los extranjeros ocasiona que las mesas y barra estén siempre llenas de gente.
No es proxeneta y tampoco se dedica a las drogas, pero en la zona, como él mismo lo mencionó en algún momento, “decime que es lo que necesitás y hago una llamada, solo eso es lo que ocupo”.
Instalados en el bar, el equipo de investigación de LA PRENSA Premium salió a explorar la noche y, ¿por qué no?, solicitar todo lo que ilegalmente West Bay pueda presentarles a sus visitantes.
Dos cervezas no bastan para poder pagar en Roatán, ya que en el bar los pagos por tarjeta deben ser mayor a 200 lempiras; es decir, cuatro frías, solo así pueden utilizar el POS (el sistema electrónico para pagar mediante tarjeta), una estrategia bastante buena para agarrar en curva a los turistas. Ricky está atento como un pulpo, huele la necesidad del cliente y acude en un segundo para ofrecer lo que sea que se necesite.
Por la calle, los extranjeros no dejan de pasar, son fáciles de identificar y no precisamente por hablar inglés, pues en West Bay todo mundo habla ese idioma.Su color de piel, ojos, pelo y vestimenta son de entrada lo que los pone en evidencia, la mayoría sin duda son estadounidenses.
Hombres mayores acompañados de chicas jóvenes es común, parejas y sensuales mujeres que dejan ver sus atributos entre las luces de los bares y el reflejo de la luna en el mar, que por la noche pasa casi desapercibido por la quietud que sus olas brindan.
Un sondeo a simple vista en el primer lugar donde llegó el equipo investigativo de LA PRENSA Premium bastó para saber que era el lugar indicado, de eso se trata, encontrar las cosas a la mano sin mayores esfuerzos.A Ricky se le abordó al momento de salir del restaurante, mientras interceptaba más clientes.
Restricciones
A partir de unas semanas atrás y debido a las desapariciones, denuncias de trata y prostitución, las autoridades en Roatán, Islas de la Bahía, han determinado solicitar los antecedentes penales de los visitantes para restringir la entrada a las personas que por algún motivo tengan registros de violaciones o asuntos relacionados con delitos sexuales.
Sin pelos en la lengua o pudor, se le preguntó viéndole a sus falsos ojos verdes: “¿puedes ayudarnos a conseguir muchachas para sexo?”.
Su sonrisa lo delató, llamó a una tercera persona que se estaba tomando una cerveza y le contó con suma naturalidad, mientras que el otro tipo ofreció un catálogo para ver qué mujeres estaban disponibles.
Ricky lo interrumpió, le dijo al equipo periodístico que no era necesario, que le regalaran un par de minutos, que él mismo las iba llevar; pero eso sí, dos cosas importantes: no se desesperen y entregarle a él algo de dinero.
Pasaron los minutos, dos chicas se metieron a un callejón, Ricky salió atrás de ellas y luego llamó a uno de los dos periodistas encubiertos. Las muchachas no pasaban de los 25 años, andaban un poco tomadas y apenas eran las 9:30 pm, no importa, es Roatán.
El joven fue sincero y frente a frente les dijo cómo estaba la situación. Aunque ambas se interesaron, con una tarifa de 300 dólares, la petición era compartir un rato con ellas en un bar o discoteca, pues tenían ganas de disfrutar y no irse temprano al hotel.
Se les dijo que no, la contratación era para ya. No aceptaron, los 300 dólares pasaron a segundo plano y en tono irónico dieron a entender que dinero a lo largo de la noche iban a obtener y más.
De vuelta en la calle, el bullicio es cada vez mayor, 2,000 personas en la calle es poco, serían 3,000... si no más en un verdadero ambiente de fiesta nocturno. Apurado, el falso zarco volvió, como quien no quiere perder a su presa.
- > La presencia policial en las zonas turísticas de Islas de la Bahía es evidente. Las patrullas van y vienen con bastante continuidad, pero eso no frena el consumo y venta de drogas en los bares y discotecas.
“Ya la tengo”, dijo en tono apurado e invitó a los periodistas hasta la orilla de un muelle, al fondo se logró ver un par de gemelas con vestido negro y pelo del mismo color.
Bellas, las chicas estaban terminando de pagar una cuenta... el detalle, solo se ocupaba a una, la respuesta fue que eran las dos o ninguna. Ni modo, las gemelas tendrían que esperar por alguien más.
“No man, es que solo es una, yo no estoy interesado, solo le voy a regalar una chava a mi primo. Yo se la prometí, y por eso es que solo puede ser una. Están bellas las gemelas, pero no hay tanto billete, man”, le dijo el reportero.
Aprovechando la fugaz llegada de Ricky, se le solicitaron drogas, sin dudarlo accedió, con la advertencia de no entrar a consumirlas a ninguno de los callejones, pues “sabes que es la DPI, ellos andan por ahí y te ‘escurgan’, no te llevan; pero te lo quitan”, dijo entre risas.
En el periodo a la espera de la contratación de las muchachas se logró observar la venta de drogas de manera descarada por parte de hombres y mujeres que solo esperaban ver pasar los policías para realizar el negocio con los turistas.
Llegó el momento, ya habían pasado al menos 35 minutos, cuatro mujeres en disposición; pero hasta ahora ninguna contratación, hasta que apareció Jessica, con su diminuto “short” color azul y su faja negra.
Acudió sonriente, muerta de risa con Ricky, quien la presentó. ¡Sorpresa!, la mujer era una de las chicas que recién atendían en el bar y restaurante como mesera.
“La espera valió la pena, aquí está, ustedes cierren el trato, ella ya sabe cómo es la cosa. Yo le expliqué, pero mejor que sean ustedes los que le digan directamente”, exhortó el joven.Se le explicó a la muchacha que uno de los dos periodistas era un turista que acababa de retornar de Estados Unidos.
“Es mi primo, yo le prometí una p**a y se la voy a pagar”, se le dijo sin pudor.La mujer comenzó a moverse de manera coqueta y pidió 150 dólares, y nada menos.Se le habló claro, tres mil lempiras y nada más, lo tomaba o lo dejaba.Inspeccionó a los dos hombres y vulgarmente aceptó: “Pero no me van a caer los dos, ¿verdad?”.
Risas y más risas acompañaron el ambiente antes de decirle que no, que era un obsequio para el primo que hasta ese momento no había dicho ni una sola palabra.La mujer lo tildó de calladito, aunque aseguró que a ese tipo de hombres es a quienes más les tenía miedo porque eran unos pícaros en la intimidad.
El trato se cerró, Ricky se llevó 20 dólares en su bolsa, no sin antes recordar si iban o no a ocupar las drogas para hacer las respectivas llamadas.
Negocio
A Jessica por su parte se le informó que el hotel estaba cerca, se le indicó cuál era el carro y sin pensarlo mucho se subió.Una vez adentro se acomodó el pelo, sacó su celular y mostró su perfil de la red social TikTok.
“Ahorita no ando ni arreglada porque vengo de turno, entré a las 10:00 am”, contó la mujer, aunque nadie le había hecho consultas de esa naturaleza.
El periodista le consultó si era de la isla, pero dijo que en realidad era nueva, llegó desde El Progreso buscando trabajo de mesera y no le va mal, más con las horas extras como prostituta.
Dijo que su estilo de vida es bueno, que tenía una hija y que dejó a su esposo por maltrato, pues era un celoso y tóxico que estaba obsesionado con ella.
Una vez en el hotel se pudo observar de mejor manera a la rubia, en efecto su escultural cuerpo resultaba una atracción, así como su peculiar y pícaro modo de hablar.
Sin tapujos pidió un baño para ducharse, dijo que deseaba estar fresca para atender a su cliente, que seguía callado en una especie de nerviosismo que a ella le causó intriga.
Noche
El ocio nocturno en Roatán es fuerte. Sus calles casi parecen un carnaval entre el tránsito de extranjeros y nacionales a lo largo de los corredores repletos de negocios. Todas las noches es una fiesta.
Antes de entrar al baño se le dijo a la mujer la verdad: “Somos parte de un equipo de prensa que desea mostrar el turismo sexual en Roatán”.
Seca y con su semblante molesto advirtió que “más les vale que me paguen”.Se le pidió un pequeño testimonio, pero su mano seguía estirada esperando el dinero.Al pagarle, exigió con autoridad que por lo menos la acercaran al lugar donde la habían recogido.
Dejó entrever su mala suerte al mencionar que entre mil mujeres que pudieron abordar, precisamente tenía que ser ella la seleccionada.
Después de ahí ninguna palabra más, se retornó a la muchacha a la calle, no se despidió y su figura se perdió entre un mar de personas para no volver a verla jamás, a menos que fuera en su trabajo, el que seguramente no iba dejar.
Sin mayores problemas se comprobó que no solo es ver las mujeres con los extranjeros, en la isla el turismo sexual es sumamente fuerte y descarado.