Fallas en cadena de custodia y obtención de pruebas allanan impunidad

La violencia contra las mujeres no solo desgarra familias, sino que también tiene un impacto devastador en el núcleo cercano que queda atrás en los hogares de las víctimas.

Para Seyda González, especialista en criminología y psicología forense, este trauma puede dejar secuelas a largo plazo al entorno de las víctimas si no se les brinda un apoyo profesional adecuado que continúe a lo largo del tiempo. Por tanto, es imperativo que las instituciones que ofrecen apoyo a las mujeres trabajen en conjunto para prevenir la violencia y abordar los patrones que conducen a muertes violentas.

“Aunque contamos con un poco de logística para llevar a cabo investigaciones exitosas, llega un punto en el que los casos deben cerrarse, y aquí es donde a menudo se encuentra impunidad. Aún hay casos sin resolver que han generado atención mediática, dejando en la incertidumbre si las personas están vivas o muertas, entonces, la impunidad surge cuando los casos se archivan sin seguir los procedimientos adecuados”, resaltó la analista en conversaciones con LA PRENSA Premium.

“Muchas de las mujeres asesinadas son adultas y suelen ser víctimas de sus parejas o exparejas. Aquellas asesinadas en lugares públicos de manera violenta suelen estar involucradas en actividades para células criminales, donde un pequeño error les cuesta la vida”, apuntó González.

Pormenorizó que los factores que contribuyen a la violencia psicológica y doméstica, así como los delitos sexuales, han sido detonantes del aumento de muertes violentas de mujeres durante la última década. Los análisis de este rotativo, derivados de cifras de la Policía Nacional, indican que hubo más de 4,000 homicidios de este tipo en todo el país.

La experta detalló que a pesar de las estadísticas disponibles, estas a menudo no reflejan la verdadera magnitud del problema. La violencia doméstica generalmente proviene de la pareja o familiares, mientras que los delitos sexuales pueden ocurrir en la calle, en casa o incluso en el entorno laboral.

Cuando se trata de crímenes por encargo, se observan patrones distintos, como acciones con ensañamiento, desmembramientos o cuerpos mutilados, lo que sugiere una motivación diferente. Explicó que las circunstancias y métodos de asesinato varían según el motivo, ya sea por violencia familiar, asalto u otros motivos. La forma en que se perpetra el crimen y se mutila el cuerpo puede proporcionar pistas importantes para el perfil del agresor.

En los crímenes por encargo, los autores son profesionales que operan de manera discreta y sigilosa para evitar ser detectados y capturados por las autoridades. La investigación de estos casos es compleja y requiere recursos significativos para identificar a los responsables y llevarlos ante la justicia.

Aseguró que uno de los mayores desafíos es la cadena de custodia, que a menudo no se respeta, lo que conduce a la manipulación de la escena del crimen y la contaminación del área. Esto puede afectar la calidad de la investigación y dificultar la judicialización del caso, lo que resulta en mayor impunidad.

Para analizar el perfil de los agresores, es crucial identificar tanto a la víctima como al perpetrador y examinar la naturaleza de su relación, lo que puede revelar patrones de comportamiento significativos.

Desde el área de Femicidios de la Dirección Policial de Investigaciones (DPI) se afirma que la incidencia delictiva ha disminuido en comparación con años anteriores, especialmente en lo que respecta a la violencia de mujeres, que estaba en su punto más alto.

Aún con los avances, aunque pausados, investigadoras entrevistadas por este medio de comunicación, que pidieron no revelar su identidad, reconocieron que enfrentan desafíos significativos, como la falta de colaboración de la población y recursos limitados para combatir el delito.

“La mayoría de estos crímenes ocurren en el contexto de problemas de pareja y suelen ser perpetrados por los esposos o exesposos. A pesar de la escasez de investigadores, nuestro trabajo continúa sin interrupción, aunque tengamos que hacer frente a limitaciones en recursos”, aseguró la inspectora a cargo de la unidad.

“En el caso de San Pedro Sula, los femicidios ocurren con frecuencia en viviendas, casas abandonadas y en espacios públicos. A pesar de la naturaleza agotadora de nuestra labor, nos esforzamos por llevar a cabo investigaciones exhaustivas, reconociendo que no existe un crimen perfecto”, abordó por su lado la subjefe de la sección.

La investigadoras recordaron que cuentan con convenios establecidos con el Ministerio Público, lo que les permite compartir responsabilidades y dividir la carga de trabajo.

Una de las limitantes que mantienen es el personal, pues muchos de sus agentes son nuevos en el campo y están en proceso de formación o son recién egresados del Instituto Técnico Policial. “Aunque somos pocos en número, trabajamos arduamente utilizando pruebas científicas y testificales para respaldar nuestras investigaciones. El proceso de análisis de pruebas periciales puede llevar meses, y a menudo dependemos de Medicina Forense, que también enfrenta una carga considerable de trabajo”, destacó la jefe de Femicidios.

Indicaron que muchos casos quedan impunes debido a la falta de evidencia, especialmente en áreas donde no hay cámaras de seguridad o sitios lejanos geográficamente.

La clasificación de un crimen como femicidio casi siempre depende de ciertas características específicas, y aunque presentan los casos como tal, enfrentan dificultades cuando los requisitos judiciales no se ajustan a su presentación inicial.