A los remansos de agua dulce también es una odisea llegar
El sur de Cortés tiene los mejores balnearios en ríos y nacimientos, pero sus vías son un desastre.
Foto: Moisés Valenzuela
Abundan los balnearios de agua dulce en Cortés, pero llegar a ellos es toda una odisea. Se necesita de buenos carros y mucho entusiasmo para poder darse un chapuzón rodeado de naturaleza.
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San Buenaventura
Para llegar a las cataratas de Pulhapanzak se requieren dos cosas: un carro con buenas llantas y excelente sistema de dirección y mucho entusiasmo para sortear los horribles tramos de la carretera que están destruidos.
Cuando las personas hacen la rigurosa parada en la chicharronera la Trampa de Porky, las quejas por el vertiginoso recorrido que acaban de cruzar aquellos que van desde San Pedro Sula y alrededores son la de siempre, cuenta doña Evelia Sabillón.
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Ella lleva 30 años vendiendo comida en la cuestecita de San Buenaventura, de los cuales 15 ha dedicado a elaborar los deliciosos chicharrones de carne “fritos” en limón que hoy hacen famoso su negocio.
Lamenta que ningún alcalde haya podido lograr que la carretera RN-54 sea pavimentada en su totalidad. En los tiempos de Juan Orlando Hernández se pavimentaron 10 kilómetros con concreto hidráulico, pero ese solo alcanzó para conectar la CA-5 -sector Caracol con la comunidad de Río Lindo- donde empieza la pesadilla para quienes van a los santuarios de agua dulce más arriba.
Ese tramo se recorre en menos de 20 minutos, aunque ya hay partes donde el concreto se quebró y hundió. “Aquí todo alcalde que viene solo dice Río Lindo y no ve las demás comunidades, es una pena el estado de esta carretera y que aún en ese estado promuevan el turismo. Nos urge una carretera en buen estado”, expresó Sabillón.
Entre Río Lindo y San Buenaventura apenas hay 12 minutos de distancia, es decir, tres kilómetros, pero si no quiere dañar su carro debe ir despacio porque ahí el asfalto desapareció dejando en su lugar enormes hoyos y escasos parches de la mezcla pavimentada.
El año pasado la Secretaría de Infraestructura y Transporte (SIT) reparó tres tramos y colocó un rótulo y hoy en día, los tramos nuevos se han dañado y los adyacentes han empeorado.
Sigue la pesadilla
Si su objetivo es dejar atrás la catarata de Pulhapanzak y dirigirse a los balnearios y nacimientos de más arriba, prepárese porque de San Buenaventura hacia Peña Blanca continúa la odisea.
Ahí tampoco hay carpeta asfáltica y la carretera ha desaparecido dando paso a tramos completos donde es imposible contar los hoyos de tantos que hay.
Salvo un corto tramo de concreto en la comunidad de Cañaveral, todo lo que resta de esos 7.5 kilómetros son un total desastre.
La parte rescatable de todo ese tramo que bordea el sur de Cortés para llegar al Lago de Yojoa es la de Peña Blanca y La Guama. Ahí sí, el concreto vertido hace casi 50 años cuando la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (Enee) construyó todo un sistema hidráulico en el sector ha perdurado y hace que conducir a otros bellos parajes del lugar sea un total deleite.