Monumento y restos de la nave hay en la zona donde falleció Hilda Hernández
Un equipo de LA PRENSA Premium y EL HERALDO Plus se adentró en la reserva Yerba Buena hasta llega al lugar exacto del accidente en el que murió Hilda Hernández.
Foto: Emilio flores
Cinco años después del desastroso accidente, en la zona se pueden hallar pedazos de hierro del helicóptero y otros objetos que iban en la nave siniestrada.
Por:
10 min. de lectura
Lepaterique
Un pedazo de cartera de cuero color azul lleno de tierra y lodo con las iniciales HH, -Hilda Hernández- en color plateado resaltó entre los amasijos de hierro dispersos en el suelo húmedo de lo que alguna vez fue un helicóptero.
Cables achicharrados en medio del follaje cerca de un árbol partido y ahumado con vestigios de haber tomado fuego y un ramo de rosas marchito por el pasar del tiempo acompañan la sombría escena.
Regístrese aquí para acceder a LA PRENSA Premium
En la inhóspita zona prevalece un silencio sepulcral interrumpido en breves lapsos por el sonido que provoca el viento al chocar con las hojas y uno que otro canto aislado de aves.
“Morir por la patria es vivir”, reza uno de los escritos en el inmenso monumento, que también contiene las coordenadas exactas del lugar.
La Unidad Investigativa de LA PRENSA Premium y EL HERALDO Plus llegó cinco años después a la zona cero donde la hermana del expresidente Juan Orlando Hernández y cinco personas más, Patricia Valladares (capitana de infantería), Iván Portillo (teniente de aviación), Gerson Díaz (teniente de aviación), Nahún Lagos (militar) y Marco Banegas (militar), perdieron la vida luego de estrellarse en un helicóptero.
El terrible suceso ocurrió el 16 de diciembre del 2017, al filo de las 9:47 am -última comunicación con la torre de control- cuando las víctimas viajaban en la nave tipo Ecuriel AS35 B3 de la Fuerza Aérea Hondureña desde Tegucigalpa (aeropuerto Toncontín) a Comayagua (Base Aérea Enrique Soto Cano) y cayeron con la nave, que volaba a 10,000 pies de altitud y 12 millas náuticas.
Un manto de misterio rodea lo sucedido ese día, mitos se han formado y las autoridades nunca detallaron qué fue lo que realmente sucedió.
En medio de la nada
Apenas faltaban unos minutos para llegar a las 11:00 am y en la reserva biológica Yerba Buena, al norte del municipio de Lepaterique, Francisco Morazán, el frío azota de manera abrumadora.
Los rayos del sol apenas penetran entre el denso follaje, dejando el suelo húmedo, blando, lodoso y resbaloso ante las pisadas de un grupo de foráneos que se abren camino.
Machete en mano, con ayuda de un muchacho y un guía se comenzó abrir un camino en la mitad de la nada, al punto que por donde se avanzaba lo único que se veían eran árboles inmensos y plantas.
Bajar, subir, luego bajar y otra vez subir sin rumbo, solo con la confianza de seguir a los aldeanos, que un poco confundidos mantenían indicios de que iban a encontrar un camino que los llevaría a la zona cero.
“Aquí es mire”, celebró el muchacho, mientras se limpiaba el sudor de la frente y sacaba pecho en referencia a que no se debía dudar de su palabra como guía de la zona.
Monumento
A lo lejos se observó una cruz blanca inmensa de cemento sobre una placa de cerámica color gris tapada por maleza.
A medida se avanzó se encontró una banca de madera improvisada en forma de letra “L” que también estaba atestada de monte y espinas.
En frente de la cruz había una gran cantidad de ramas y troncos caídos como si algo los hubiera impactado desde el aire y los aplastó totalmente.
- > Hora y media de recorrido a pie hizo el equipo periodístico adentro de la reserva de Yerba Buena para llegar al punto donde impactó el helicóptero
En el suelo, un ramo de rosas marchitas.Atrás de la cruz se observó un árbol todavía en pie, pero algo torcido que tenía su costado ahumado, como si el fuego lo alcanzó pero no lo derribó.
En la lápida estaba escrito el mensaje “Morir por la patria es vivir”, acompañado de los nombres de las víctimas, encabezados por Hilda Hernández, y la leyenda “Aquí pasaron a mejor vida quienes anduvieron haciendo el bien, que descansen en la paz del Señor”.
En el lado inferior izquierdo de la lápida están las coordenadas “N14 8 18” W87 25´38” San Matías F.M” y al lado derecho la fecha del accidente: “16 de diciembre del 2017”.A metros del monumento al lado izquierdo en una especie de hoyo se encontraron vestigios.
Pedazos de hierro retorcidos -uno incluso tenía una parte de la bandera de Honduras-, cables achicharrados y partes irreconocibles del helicóptero saltaron a la vista.
En una parte de la zona medio enterrado estaba un pedazo de cartera color azul oscuro. Al levantarla se pudo observar con total claridad las iniciales HH plasmadas en plateado, que por consecuencia la ubican con su propietaria Hilda Hernández.
Más restos del helicóptero fueron recogidos e incluso había pedazos de lo que parecía ropa vieja.Un descanso más y era momento de regresar, en un árbol había una cruz tallada con machete pero claramente definida.