El 70% de los hondureños no dejan testamento

Don Joaquín Mancía y su esposa Carmen López son dos adultos mayores residentes en la colonia Felipe Zelaya de San Pedro Sula.

Este matrimonio procreó tres hijos y tienen una casa de habitación junto a un lote de terreno que colinda con una iglesia evangélica. Su pequeño patrimonio ya fue dejado por escrito a sus hijos mediante un testamento que realizaron en una notaría de la ciudad. Ambos ancianos concuerdan que fue la mejor decisión porque así evitarán conflictos a futuro entre su familia.

Por lo común, cuando se escucha o se habla de testamento rápidamente se asocia con algo cercano a la muerte, se piensa que es un proceso demasiado engorroso o que no tiene sentido, más aún si se es joven.

Especialistas consultados por LA PRENSA Premium indicaron que apenas tres de cada 10 personas tramita testamento, o sea el 70% del total de la población adulta en Honduras. La renuencia de la mayoría es por desinformación y falta de cultura.

Generalmente se piensa que al realizar un testamento se pasan automáticamente los bienes y que quedarán sin su patrimonio o porque consideran que es costoso. Lo cierto es que lo manifestado mediante el testamento sólo surtirá efecto una vez el testador muera.

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La ventaja de realizar testamento es que la persona puede repartir según su voluntad y todo se vuelve más fácil para los herederos.

Según el arancel notarial, el trámite de un testamento cuesta como mínimo 10,000 lempiras, pudiendo ser más según la masa hereditaria que haya en juego.

El abogado Miguel Fernando Ruiz dijo a este rotativo que “el notario se vuelve una especie de asesor sobre cómo otorgar el testamento”.

Explicó que los bienes pueden dejarse de manera singular o universal, aunque en el segundo caso, si la persona que testa deja deudas, las recibe también el que hereda, incluyendo posibles pensiones a favor de menores de edad o personas con discapacidad. El cónyuge tiene por derecho el 25% de bienes dejados, aunque no esté estipulado en el testamento.

El Código Civil refiere que ante la falta de un testamento se procede a aplicar línea de sucesión, la ley prioriza a descendientes como hijos y cónyuge, luego ascendientes y por último el municipio.

“No nos acostumbramos a hablar de algo que es lo más seguro que tenemos, y es la muerte. Miramos frecuentemente a personas de entre 45 y 65 años solicitar más testamentos, aunque ahora los jóvenes toman un poco más de conciencia al respecto”, especificó Ruiz.

Apuntó que el testamento es algo solemne, personal, revocable y voluntario. Los tipos de testamento más comunes son el abierto, que se desarrolla en presencia de tres testigos, mientras que el cerrado es redactado según disposiciones del causante y en presencia de cinco testigos, el cual se ingresa a un sobre se sellado y firmado por el notario sin que se sepa su contenido.

Mayra Euceda, quien ejerce como abogada independiente en San Pedro Sula, informó que la mayoría de personas que elaboran testamentos en el país son empresarios o quienes tienen grandes patrimonios en las zonas rurales del país.

“En estos tiempos miramos cómo mueren muchos jóvenes y la mayoría no se prepara con testamentos, luego los familiares se pelean en los juzgados cuando buscan declararse como herederos”, subrayó la experta.

Al ser abordada sobre algunas variables que se pueden presentar durante el proceso, ejemplificó que si el heredero muere antes del testador, perfectamente se puede realizar una enmienda, mientras que la revocación únicamente es funcional si el testador lo hace, algo que es usual porque sus circunstancias de vida cambian.

Una vez que se realiza un testamento es recomendable avisar a los beneficiarios, ya que en caso de no haber reclamo durante cierto período de tiempo los bienes pueden ser redirigidos.

El testamento da certidumbre y seguridad sobre la herencia, por ello el gran reto de inculcar entre los integrantes de familias la certeza que da el hacerlo para proteger el patrimonio.