A vista de dron, daño en las barras es sobrecogedor
Gran parte de la comunidad de las barras ya no existe, aún hay casas en pie y gente viviendo allí, pero cada invierno viven en constante emergencia y les toca huir.
Foto: Franklin Muñoz
Por un lado, el río Cuyamel cambió el curso de su desembocadura; por otro, el mar se “comió” la comunidad. Allí todos creen que es cuestión de tiempo que todo desaparezca.
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Cuyamel, Omoa
El mar le ganó la batalla a los pobladores de las barras y su impacto es innegable, más si se ve a vista de pájaro o, en este caso, de dron.
La tecnología evidencia la delgada línea que hay entre la fuerza de la naturaleza y la del ser humano. Por muy altas que las casas se construyan, o muy profundos que estén los cimientos, esta vez, la lucha la ganó el mar.
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De lado de la barra de Cuyamel, todavía hay en pie como mudos testigos de lo que ha hecho la naturaleza, o el cambio climático, o los ríos , cinco casas cuyas paredes se resisten a desaparecer.
El sedimento arenoso, la basura, los troncos de árboles están por todos lados y ahora son sus inquilinos.Un poco más adentro, hay al menos unas 20 viviendas que sobreviven, pero ahí del mar nadie escapa.
Cuando embravece a causa del temporal, o evacuan o se atienen a las consecuencias. El suelo se inunda y si la violencia de una tormenta es enorme, las olas los embisten. Ahí de verdad cabe el dicho: sálvese quien pueda.