24/04/2024
11:58 AM

Un mes para reflexionar y decidir

  • 27 octubre 2021 /

    Dentro de exactamente un mes, el 28 de noviembre, los hondureños acudiremos a una cita ineludible con la patria y con la historia, nos acercaremos a los centros de votación y, libremente, depositaremos nuestra voluntad en las urnas. No todos los ciudadanos del mundo tienen esta posibilidad. Hay países en los que la democracia es apenas una aspiración, en los que las dictaduras o los regímenes de partido único desconocen el poder del voto y se imponen autoritariamente a la población. Ahí no hay libertad de expresión y ni siquiera los padres de familia tienen la posibilidad de decidir qué tipo de educación desean para sus hijos, ni pueden trasmitirles sus valores morales o religiosos. En Honduras, aunque vivimos aún en un sistema democrático muy perfeccionable, cada cuatro años tenemos la posibilidad de decidir a quién le daremos el poder de gobernar nuestras ciudades y de trabajar por nuestro bienestar, a quiénes conferiremos la autoridad de legislar en bien de la república y a quién darle la tarea de llevar el timón del país y asumir la responsabilidad delegada por el pueblo de ir en la búsqueda de un destino promisorio para más de 9 millones de hondureños.

    Desde ahora y hasta entonces es necesario que reflexionemos sobre el futuro de nuestra Honduras, de todas las rémoras que impiden su desarrollo y sobre las causas de la difícil situación que hoy enfrentamos. Luego de hacer un análisis profundo podremos tomar la decisión de a quién o a quiénes haremos merecedores de nuestra confianza y llevaremos a las municipalidades, al Congreso y a Casa Presidencial.

    El contexto en el que el país se encuentra inmerso, con incontables retos y desafíos, nos obliga a actuar con responsabilidad. A un lado habrá que dejar las motivaciones puramente afectivas, los intereses particulares, las visiones sesgadas de la realidad, para votar con conciencia clara por el bien del país, por el futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos, para que, de una vez, el desarrollo sea algo viable, posible, y no un sueño cada vez menos factible de que se vuelva realidad. Debemos leer y meditar los planes de gobierno; reflexionar sobre las palabras y las acciones, pasadas y presentes, de cada uno de los candidatos, investigar, si es necesario, su proceder personal y profesional. Porque el compromiso con el porvenir de este país nos obliga a ser prudentes y a tomar decisiones sabias para que, el día de mañana, no vayamos a arrepentirnos de haber votado por las personas equivocadas.