26/04/2024
12:56 AM

Uno escoge

  • 13 diciembre 2022 /

La vida de las personas comunes y corrientes, como usted y como yo, es una cadena continua de situaciones agradables y de sinsabores. Un día, la vida nos sonríe, otro nos hace una mueca desagradable. Y no nos queda más que saber cómo reaccionar ante cualquiera de los dos extremos. En el primero de los casos, cuando todo marcha bien, es bastante fácil corresponder con otra sonrisa; en el segundo, uno escoge: o ingiere una buena dosis de amargura, con las consecuencias que eso contrae para uno mismo y para la gente que lo rodea, o, muy inteligentemente, asume y digiere el hecho, toma lecciones de él y lo enfrenta con reciedumbre, con paciencia, con entereza, y se mantiene de pie para continuar la marcha. Ante las dificultades, puede uno derretirse, como algunos metales sometidos al calor extremo, o se torna sólido, como el acero. Sometidos a la misma presión, hay quien se desbarata, se abate dramáticamente, y hay quien se muerde los labios y se traga las lágrimas; pero se conserva erguido.

He pensado todo lo anterior cuando estamos a medio diciembre y, por lo tanto, a poco más de dos semanas para que concluya este 2022. Porque es necesario que, en la medida en que termina el año, vayamos evaluando los meses que han pasado, sobre todo para reconocer los errores cometidos y saber qué medios poner para no volver a caer en ellos, y para poder agradecer a Dios y a los que nos rodean por los frutos cosechados a lo largo de estos 12 meses, para que, luego de ese balance, definamos unos objetivos y diseñemos unos planes de acción lo más concretos posibles para alcanzarlos. Lo que no podemos hacer es cerrar un año y abrir otro con una actitud de “sonámbulos”, de “zombis”, y pretendamos ir por la vida consumiendo oxígeno, alimentándonos y pasando por ella en plan más bien zoológico, sin metas, sin rumbo definido, sin visión de futuro.

Y, evidentemente, esa visión de futuro, mínimamente a 2023, debe incluir el deseo convertido en propósito de aprender a cómo enfrentar con lucidez, inteligentemente, sobre todo los problemas que, con absoluta seguridad, surgirán en el nuevo año. Ayuda a decidir sobre ello el pensar en que la manera que uno escoge para reaccionar ante ellos no solo nos afecta a nosotros, sino también a la familia, a los amigos y a los colegas. Si reaccionamos con elegancia, con gallardía, todos saldrán beneficiados; si no, si nos amargamos y nos quejamos de nuestra suerte y nuestro “destino”, todos saldrán salpicados de nuestro mal humor o de nuestra tristeza. Tenemos 17 días para reflexionar. Aprovechémoslos.