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12:56 AM

Una historia urbana

  • 18 agosto 2023 /

Recientemente mientras esperaba la luz verde en un semáforo vi que una niña de unos 6 años descendió de un bus de transporte en plena calle enfrente de mí y seguidamente lo hizo una mujer que supuse era su mamá. Al bajar la señora, la niña le tendió la mano para que se la tomara y así juntas se dirigieron a la acera y empezaron a caminar. La niña se notaba iba feliz, cabello largo agarrado con una cinta multicolor en una cola, que se bamboleaba alegremente al caminar, mochila de muñequitos en su espalda. Era la imagen perfecta de la inocencia y de la seguridad que se tiene a esa edad, donde no hay preocupaciones porque sus padres le suplen lo que necesita. Una representación gráfica insuperable de la armonía y belleza que existe en el universo. No pude menos que agradecer la oportunidad de ser testigo de esa imagen. Me remonto a mi niñez.

Lastima que con el paso de los años esa ingenuidad se va perdiendo conforme nos volvemos adultos. Vamos dejando atrás la candidez y empieza a aflorar la malinterpretada y desprestigiada “naturaleza humana”, que nos hace recelar de todo y de todos. Un término confuso que en tiempos de los griegos fue enmarcado como “ esencia” y que ha sufrido muchas interpretaciones y que generalmente se usa para referirse a lo negativo del ser humano. Que hace referencia a las características comunes entre los humanos por haber nacido de otro humano.

Actualmente se acepta que tenemos una esencia idéntica, pero con diferencias personales determinada por los deseos y pasiones que son particulares de cada quien. ¿Entonces el ser humano nace bueno y luego se hace malo?.

Si no perdiéramos la inocencia de nuestra niñez, el mundo, la sociedad, sería un lugar hermoso donde compartir la existencia. Porque es la que identifica el lado bueno en todas las cosas. En ella mora la confianza y la bondad. Nuestra esencia es buena, el problema es cuando el humano deformado por la sociedad toma las riendas. Igual sucede en la naturaleza, es perfecta hasta que agentes externos interfieren con ella. Ese día en ese semáforo, en mis adentros no pude menos que desearle a esa niña que al madurar tuviera conciencia del poder innato que tenía de elegir. Cuando pasé al lado de ellas vi la seguridad y la inocencia caminando por la calle tomadas de la mano. Era temprano en la mañana.

Me hicieron el día.