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Un modelo a seguir

  • 17 septiembre 2023 /

Cuando éramos niños, todos (incluyéndome) teníamos algún modelo, alguien a quien admirábamos mucho y queríamos emular.

Para algunos pudo ser un actor o actriz de cine, para otros tal vez un personaje de cómics, de una serie de televisión (quién no deseaba los poderes de los Súper Amigos o el encanto de Mi bella Genio), por ejemplo. Otros admiraban a algún cantante, tal vez por la seguridad que mostraba en el escenario más que por su voz, la flexibilidad y alegría de algún bailarín, una Top Model, a veces era a un miembro de la propia familia, un profesor por su sabiduría o hasta el vecino de en frente... un modelo a seguir. Estas personas tenían características específicas (su manera de vestir, su forma de hablar, su modo de manejar las situaciones, su actitud frente a la vida), que nos motivaban a ser algo parecido a ellos el día que creciéramos, ese día cuando por fin nos volviéramos adultos.

En lo personal recuerdo a una mujer de mediana edad, delgada, bien vestida todo el tiempo, que vivía frente a la casa de mi familia cuando tenía yo unos once años tal vez. Recuerdo e imagino que me llamaba mucho la atención el hecho de que vivía sola, algo anormal en aquellos tiempos, al menos en aquel vecindario. Salía a trabajar temprano en su Grand Marquis (o tal vez era un Dodge) de dos puertas, regresaba por las tardes, saludaba sonriente a las vecinas que acostumbraban a sentarse en la acera a platicar al final de la tarde, se encerraba en casa y hasta el día siguiente. Los fines de semana nadie la veía por ahí, se perdía del mapa.

Creo que lo que admiraba de ella era precisamente eso, su independencia, la tranquilidad que transmitía y entender que ese estilo de vida tan diferente al de las otras personas, la hacía muy feliz.

¿Recuerda usted a su modelo?

Ahora estamos ya en ese contexto en el que hemos dejado de ser niños, y a veces se nos vienen tiempos difíciles, hay ocasiones en las que nos equivocamos constantemente y otras veces no logramos nuestros objetivos. Cuando esto sucede y recordamos aquel nuestro modelo de la infancia, podemos pensar que no hemos logrado siquiera acercarnos a él y que tal vez hasta ya perdimos el camino para lograrlo. Cuando estos pensamientos invadan nuestra incansable mente tratemos de recordar que: mientras estemos por este espacio llamado vida, tenemos todavía la oportunidad de volver a intentarlo. Desde luego, no olvidando ser lo más parecido a nosotros mismos porque si conservamos nuestra esencia y sueños intactos, ya habremos ganado bastante. Habremos ganado seguir siendo nosotros mismos, no habernos perdido en el camino.

Y sí que hay que tener mucho valor para esto, para defender lo que queremos, lo que nos gusta, lo que necesitamos, lo que somos. Recordemos que: “Ser nosotros mismos puede hacer que acabemos exiliados por muchos otros. Sin embargo, cumplir con lo que otros quieren puede causar el exiliarnos de nosotros mismos”.