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Rodeando los problemas

  • 08 enero 2023 /

Había una vez una familia que vivía en una casa muy sencilla, con muy escasos recursos. Cada día, todos tenían el reto de distribuir sus ingresos para mejorar las condiciones en las que vivía cada uno de sus miembros.

Para hacer esa distribución, había que priorizar las necesidades: servicios públicos, la formación de los hijos, la alimentación, los servicios de salud, el mantenimiento de la vivienda -especialmente considerando los riesgos de seguridad- y la ropa, entre otros temas.

Las condiciones de la vivienda no eran las mejores, debido a los daños ocasionados por las lluvias constantes y por el desgaste del tiempo, por otra parte, muchas veces no había ni siquiera una pluma, un lápiz y papel para las tareas de los niños; además, la escuela quedaba lejos y había que pagar el transporte.

Los miembros de la familia debatían para hacer valer sus prioridades y a partir de allí surgían diversas ideas. La conclusión siempre era la misma: no hay dinero, al menos no el suficiente para todos.

Decidieron que las reparaciones a la vivienda podían hacerse poco a poco.

Por otra parte, los útiles escolares no eran tan necesarios, con un cuaderno para cada niño bastaba, de todas formas, si a veces hay un solo maestro para varios grados, ¿por qué no es válido usar un mismo cuaderno o libreta para todas las clases?

La salud podía esperar, porque las consultas médicas por sí solas no curan, se requiere de medicamentos y para esos tampoco hay dinero. La comida podía racionarse un poco más.

Un buen día, uno de los miembros de la familia tuvo una gran idea: ¿y si todos usamos una prenda de vestir que haga menos evidente el estado en el que nos encontramos? Así vamos a ser incluidos en todo y nuestras condiciones van a mejorar. Y eso hicieron, no resolvieron la causa raíz de sus problemas, solamente la rodearon.

Eso es lo que parece estar pasando con el programa piloto de la gabacha educativa, que será implementado a partir de este año en algunos centros educativos del país.

La gabacha, que estará a la venta a través de Banasupro, es parte de una estrategia de inclusión, de acuerdo con lo explicado por las autoridades de Educación, puesto que eliminaría los requisitos de uniformes que tradicionalmente se han utilizado para los centros de educación pública y por ende, reduciría los gastos de las familias.

Habrá que esperar los resultados del pilotaje; sin embargo, si esa estrategia no va acompañada de otras más profundas, no podemos esperar muchos cambios en la educación de la niñez y la juventud hondureñas.

Seguramente hay otras estrategias interesantes en marcha, tal vez menos divulgadas que la de las gabachas, que ha llamado la atención por encima de muchos otros temas.

El finalizar el 2022, las noticias nos decían que aproximadamente 498 mil niños quedaron excluidos del sistema educativo en Honduras, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Ante esta realidad, no hay tiempo para rodear los problemas, hay que comenzar a resolverlos. Que lo superficial no nos entretenga tanto, que las ideologías no nos hagan perder el sentido de urgencia.

La educación es uno de los grandes pilares del desarrollo, no nos distraigamos.

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