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El legado del Dr. Bob

  • 03 enero 2023 /

Mucho antes de convertirse en un enfermo alcohólico, el Dr. Bob bebía por el puro gusto de hacerlo y sufría poco o nada los efectos de aquellas ingestas que comenzaron cuando aún era un estudiante de secundaria. “Nunca tuve un dolor de cabeza en toda mi vida, siendo este hecho el que me lleva a creer que yo fui un alcohólico casi desde el principio”, confesó después el cofundador de Alcohólicos Anónimos cuyo verdadero nombre era Robert H. Smith. En el camino de la incontrolable adicción a la bebida, desarrolló la habilidad para tragarse una cerveza completa sin ningún movimiento aparente de la manzana de Adán. Sus compañeros de estudio decían que tenía una garganta abierta y patentada.

En aquellos años de su juventud, Bob era obstinado y ambicioso. Quería ser doctor en medicina como su abuelo, hasta que lo logró en medio de los altibajos de su dipsomanía, gracias a su alto coeficiente intelectual. Muchas mañanas el muchacho iba a clase y a pesar de estar bien preparado en el estudio, se daba vuelta al llegar al campus universitario y regresaba a casa. Tan grande eran sus temblores nerviosos que temía provocar una escena si se le preguntaba la lección. El decano de la escuela de medicina decidió que si Bob deseaba graduarse, debía regresar para presentar dos trimestres más permaneciendo completamente sobrio. Lo logró y a los 31 años de edad le dieron el título de doctor, pero luego volvieron las interminables borracheras. “Si no bebía, mi estómago me torturaba y si bebía eran los nervios los que me mataban”, escribió después el estadounidense. Llegó al grado de no poder permanecer ni una hora sin tomar licor. Su calvario terminó cuando con Bill Wilson, otro alcohólico que buscaba, como él, una salida de aquel túnel, idearon el plan de las 24 horas (“solo hoy no voy a tomar”), que es la base fundamental de Alcohólicos Anónimos, tabla de salvación para millones de alcohólicos en el mundo.

La anterior reseña, resumida del libro anónimo “El Dr. Bob y los buenos veteranos” puede ser también la luz para aquellas personas que este nuevo año han hecho el propósito de dejar algunos malos hábitos como el de la bebida. Muchos hondureños, en este período festivo, hicieron acopio de la maratón alcohólica, originaria de México, conocida como Guadalupe Reyes. La llaman así porque comienza el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, y termina el 6 de enero, día de los Reyes Magos. El trofeo para este tipo de competencias y otros excesos, en muchos casos es una tragedia, o la reorientación de sus vidas para los afortunados como lo fue el Dr. Bob en las postrimerías de su vida.