JOH, de “mago” de la estrategia política a una cárcel de Nueva York

Juan Orlando Hernández Alvarado se erigió como el principal líder del Partido Nacional en las últimas dos décadas, se convirtió en presidente de la República, pero siendo mago de la estrategia política y prestidigitador del poder, el narcotráfico lo arrastró al abismo.

Foto: LA PRENSA

Una rocambolesca carrera llevó a JOH a la presidencia del Congreso Nacional, del país y a una cárcel en Estados Unidos.

dom 11 de febrero de 2024

Juan Orlando Hernández Alvarado (55 años), conocido simplemente como JOH o “El Hombre”, convirtió en realidad lo que de niño soñó, ser presidente de la República, pero jamás pensó que su acelerada y rocambolesca carrera política lo llevaría más temprano que tarde a una celda de una cárcel neoyorquina bajo la acusación de haber participado en una conspiración que introdujo miles de kilos de cocaína a Estados Unidos.

“El Hombre”, como le llamaban los miembros del círculo más cercano cuando transmitían algunas de sus imperativas e incuestionables órdenes, nació el 28 de octubre de 1968 en la aldea Río Grande de la antigua sede de la Real Audiencia de los Confines (1543), Gracias, Lempira, en un hogar formado por el extinto Juan Hernández Villanueva y Elvira Alvarado Castillo, quien aún vive. Él es uno de 17 hermanos, la mayoría solo de padre.

Cursó la educación primaria y ciclo común en Gracias y más tarde sus padres lo enviaron a San Pedro Sula a estudiar al Liceo Militar del Norte donde obtuvo el título bachiller en Ciencias y Letras con el grado de subteniente de reserva en infantería.

Según algunos maestros de esa institución, el talentoso joven ingresó en 1983 cuando tenía 15 años de edad. La profesora Blanca de Fúnez dijo en 2019 en una entrevista con medios de comunicación que él se destacó por ser “un excelente alumno, aplicado y honesto”.

En los últimos años, siendo presidente, en muchas ocasiones, cuando visitaba San Pedro Sula, recordaba que cuando llegó por primera vez a esta ciudad tenía “mucho temor” al cruzar las calles por “el gran tráfico vehicular”, lo cual contrastaba con las vacías y polvorientas avenidas de su ciudad natal de aquel entonces.

$!Día de la captura de Juan Orlando Hernández en Honduras.

Con la aspiración de entrar a la órbita política, al egresar del Liceo revestido con espíritu militar dejó San Pedro Sula y se trasladó a Tegucigalpa para estudiar la licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah), donde, en medio del fragor de las disputas ideológicas (entre 1988 y 1989), se convirtió en presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho al ganar las elecciones mediante el derechista Frente Unido Universitario Democrático (Fuud).

En la capital trabajó como escribiente del Juzgado de Letras Tercero de lo Civil de Francisco Morazán (1987-1989), escribiente del Juzgado de Letras Primero de lo Civil de Francisco Morazán (1989) y monitor de la cátedra de derecho procesal civil I en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la universidad autónoma (1989-1992).

Política

En una entrevista que le concedió a Diario LA PRENSA en 2013, relató que su hermano Marco Augusto Hernández Espinoza, quien era vicepresidente del Congreso Nacional en 1993, lo invitó a trabajar como asistente ejecutivo. Después de un breve tiempo, viajó a Estados Unidos por motivos académicos. En 1995, gracias a una beca, culminó la maestría en Administración Pública con orientación en administración legislativa en la Universidad Estatal de Nueva York, Albany.

Con la formación ideológica (de derecha) adquirida en la Unah con el Fuud y con la maestría en Administración Pública, sintió que tenía potencial para erigirse como un auténtico líder de masas y pensó que estaba preparado para entrar de lleno a una aventura política en Lempira por medio del Partido Nacional de Honduras (PNH). En las elecciones de noviembre de 1997, cuando Carlos Flores ganó la presidencia por medio del Partido Liberal, Hernández se alzó con la victoria en su departamento y se convirtió por primera vez en diputado.

Al regresar al Legislativo, elegido diputado, abrió nuevas puertas y comenzó a forjar calculadamente, con inobjetable certeza, una carrera política que tenía como meta la Casa Presidencial como lo había anunciado desde que era un escolar.

En el Congreso, desempeñó el cargo de primer secretario (2002-2006) y entre 2010 y 2014, cuando su correligionario Porfirio Lobo Sosa ganó la presidencia del país, escaló directamente a la presidencia del Legislativo.

Siendo presidente del Congreso Nacional, Hernández preparó su camino para convertirse en el mandatario del país. Amplió y fortaleció sus relaciones amistosas. No solamente se granjeó la simpatía de los políticos del Partido Nacional, sino de empresarios, banqueros y miembros de la Iglesia Evangélica.

Presidencia

En las elecciones generales del 24 de noviembre de 2014, al postularse como candidato a la presidencia por el Partido Nacional, con el 36% de los votos, derrotó a Xiomara Castro, candidata de Libertad y Refundación (Libre).

Días antes de celebrar las elecciones, en una mítin multitudinario, Hernández cerró su campaña proselitista en Gracias en compañía de los expresidentes Rafael Leonardo Callejas y Ricardo Maduro, su hermano Juan Antonio (Tony) Hernández y los líderes del Partido Nacional Samuel Reyes, Ricardo Álvarez, Óscar Álvarez y otros.

“Soy Juan Orlando Hernández, vengo de las tierras de Lempira, de la mano de Dios, con el apoyo de mi partido y del pueblo hondureño, voy a ser el próximo presidente de Honduras”, dijo con profunda seguridad y sin nerviosismos en un momento que Hernández consideraba al Partido Nacional como “el más grande y efervescente de Honduras y Centroamérica”. En 2017, pese a que la Constitución de la República no lo permitía, Hernández postuló su reelección.

Tres semanas después de celebrar los comicios marcados por altos indicios de fraude, el disuelto Tribunal Supremo Electoral (TSE) lo declaró ganador el 17 de diciembre con el 42.95% de sufragios, con tan solo una ventaja mínima de 1.7% sobre su rival Salvador Nasralla, candidato de la llamada Alianza de Oposición Contra la Dictadura, catalogado por los opositores como el político más emocional y sulfurado de la historia del país.

El “indómito Lempira”, como también le llamaban los hondureños a Hernández, asumió el segundo período en enero de 2018 enmarañado en una ola de rumores y acusaciones sobre su participación en el tráfico internacional de cocaína junto con su hermano Tony que revelaban los capos de la droga extraditados a Estados Unidos.

Durante sus ocho años de Gobierno incrementó la deuda pública, tanto externa como interna, y la pobreza. Hernández se vanagloriaba de desmantelar los carteles de la droga y propiciar la extradición de los mafiosos, pero no la de su hermano Tony Hernández, capturado en Miami el 23 de noviembre de 2018 y condenado a cadena perpetúa por introducir cocaína a ese país.

En su gobierno, según Hernández, construyó cárceles de máxima seguridad donde actualmente se encuentran los líderes de la MS-13 y Barrio 18, pero también en esas prisiones han ocurrido crímenes, como el asesinato a balazos y a puñaladas de Magdaleno Meza (supuesto socio de Tony), cuya esposa Ericka Julissa Bandy murió acribillada por un comando de hombres armados con fusiles de asalto dentro de una panadería en un importante barrio de San Pedro Sula en junio de 2023.

Durante una intensa y feroz campaña política de cara a las elecciones generales de 2021, los líderes de la oposición política criticaron a Hernández por haber instaurado una “narcodictadura” y haber cedido soberanía territorial al promover la creación de estados dentro de un estado por medio de las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) en una de las cuales, según barajaban, se refugiaría para evitar una extradición en caso de que no lo aceptara el gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua o Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, como favor personal por haber traslado la embajada de Honduras de Tel Aviv a Jerusalén.

En noviembre de 2021, Xiomara Castro, candidata presidencial del partido Libertad y Refundación (Libre), venció rotundamente al líder del Partido Nacional, Nasry Asfura, y tomó posesión en enero de 2022 en el Estadio Nacional en una ceremonia de traspaso de mando a la cual no asistió Hernández y en la que participaron varios presidentes de la región, el rey Felipe VI de España y la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris.

El 14 de febrero, el gobierno de Castro recibió una comunicación de Estados Unidos en la cual solicitaron la extradición de Hernández por haber participado en una conspiración que introdujo más de 500,000 kilos de coca a ese país. Un día después, Ramón Sabillón (en ese momento nuevo ministro de Seguridad) encabezó la operación policial en la capital para arrestar frente a la puerta de su casa al ex mandatario.

Esposado y encadenado de pies y manos y con un chaleco antibalas, las autoridades trasladaron a Hernández a una unidad especial de la Policía Nacional donde estuvo recluido hasta el 21 de abril de 2022, cuando un avión de la Administración de Control de Drogas (DEA) lo transportó desde Tegucigalpa a Estados Unidos para enfrentar un juicio.

El gran líder del Partido Nacional de los últimos tiempos, esposo de Ana García y padre de cuatro hijos, tendrá que someterse a un juicio el 5 de febrero de este año, a partir de las 10 am, ante el juez Kevin Castel que condenó a Tony por tráfico de drogas.

En el juicio, Hernández, mago de la estrategia política y prestidigitador del poder, tendrá que escuchar inevitablemente a los capos hondureños, quienes aseguran que él recibió varios millones de dólares del mexicano Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, conocido como El Chapo, exlíder del Cártel de Sinaloa.

En los días del juicio, el hombre más importante dentro de la mafia hondureña, según DEA y la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, volverá a escuchar de voz de los capos y testigos cómo realmente murió su hermana Hilda Rosario Hernández Alvarado, quien, según el ex gobernante, falleció en un accidente de un helicóptero de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) en diciembre de 2017.