Peligros degradantes sufren los migrantes hondureños rumbo a EEUU

San Pedro Sula

Cada hora, 42 hondureños emigran del país de forma ilegal. Lo hacen ya sea pagando exorbitantes sumas a un coyote, que van de entre 5,000 a 25,000 dólares (de L120,000 a L600,000) o tomando un autobús rumbo a la frontera, y de ahí en adelante yendo a la buena de Dios, muchas veces con tres o cuatro niños de la mano.

Cifras oficiales manejadas por organizaciones como fundación Eléutera, que miden y conviven día a día con esta problemática, que no cesa, señalan que en promedio unas 1,000 personas siguen abandonando a diario el país.

Y al parecer noticias con estos titulares no los detienen: “Encuentran en México a 303 migrantes hacinados en dos camiones de carga” o “Honduras recibe restos de los seis migrantes que murieron en incendio en Ciudad Juárez, México”. Sencillamente se van.

Las razones por las que se van no han cambiado: no hay empleo, oportunidades, campea la inseguridad, el costo de vida es insostenible o se van para reunificar la familia.

Muchos más deciden dejar todo atrás porque ven, a través de redes sociales, algunas historias de éxito que otros que les han precedido comparten; pero lo que no saben son los peligros que sufrieron en el viaje o la deuda que contrajeron sus familias para pagar el coyote.

Para Elena Toledo, directora ejecutiva de Eléutera, esto desgraciadamente lo habían advertido hace un rato; es decir, que si las condiciones en el país, especialmente económicas, de facilitación a la inversión, de apertura de puestos de trabajo, no mejoraban y no había un enfoque en las cosas realmente importantes, la emigración iba a seguir pasando. “Mes a mes vamos viendo cómo todo va incrementando. De hecho, en el primer semestre del año, Honduras rebasó a Haití ya en peticiones de refugio en México”.

Debido que los que emigran sin coyote van con presupuestos limitados, algunos deciden quedarse un tiempo en México, pedir asilo para tener fácil acceso al empleo y poder capitalizarse de nuevo para continuar.

Toledo lamentó que este éxodo también permita que se reconfigure y diversifique el negocio del tráfico ilegal de personas.

“El tráfico de personas en el mercado negro está siendo tan redituable, que lo que la gente no sabe es hay mucho cartel del narco ya metido”, alertó.

“Entonces aquí es donde se complica todavía más la cosa, porque ellos ya lo único que están cambiando es la mercancía que se está moviendo -explicó-, antes movían droga, ahora están moviendo personas. Ellos ya saben las rutas, ya saben de qué punto cojea la estructura de seguridad de cada país. Estamos hablando de Honduras, Guatemala, México, Estados Unidos, porque Estados Unidos no es que es impoluto y difícil de permear”.

María Salgado, secretaria ejecutiva del Foro Nacional para las Migraciones en Honduras (Fonamih), coincide con Toledo en que el país seguirá siendo expulsor de su gente, mucha joven en edad productiva, mientras no cambien las cosas.

“La gente va a seguir migrando así conozcan todo lo que se sufre en las rutas migratorias, porque mientras la necesidad sea más grande, van a seguir saliendo en busca de un futuro mejor”, apuntó.

Señala que pese a que las deportaciones han bajado este año, es innegable que la gente sigue saliendo. Hombres y niños (un 19% de los migrantes son menores) encabezan la lista de los que se van, sea acompañados o no. El número está por debajo del número de mujeres que emigra, lo que puede significar que una mamá va con cuatro o cinco niños.

No obstante, como organización, ve oportuno alertar sobre cuáles son los riesgos a los que se enfrentan los que se van.

Generalmente, las mujeres y algunos menores continúan siendo explotados sexualmente y son víctimas de cualquiera de las nueve modalidades del delito de trata que existen. Muchos hombres son explotados en el plano laboral y también son víctimas de violaciones sexuales o reclutados para delinquir o trasegar droga como “mulas”. Otros se enfrentan a secuestros o desapariciones.

Sobre este último flagelo, Honduras tiene en su haber 1,300 desapariciones documentadas en el corredor migratorio. Los que no mueren en el camino adquieren enfermedades de transmisión sexual o se vuelven crónicas sus dolencias. Muchos más se exponen a vivir en la mendicidad o caen en las redes del consumo de droga.

Lamentó que al final, por mucho que las personas sepan de los riesgos a los que se enfrentan, si la necesidad está, esa va a ser su salida. “Nos gustaría que la situación cambiara, que la gente dejara de embarcarse en esta situación, existen programas para el tema de trabajos temporales legales a través de organismos internacionales, las embajadas, el parole para reunificación de forma legal temporal, pero para eso se debe informar de lo que existe, para que la gente conozca y evite los riesgos y otra por salidas alternativas regulares”.

De su lado, Wilson Paz, director general de Protección al Migrante, señaló que desde su instancia se centran más en brindar asistencia a los migrantes que sufren algún tipo de percances en la ruta que en evitar que se vayan creando campañas.

“En efecto, sí tenemos dos casos, por ejemplo, este fin de semana tuvimos dos casos de rescates en vagones de camiones y esas situaciones sí se dan. Damos asistencia cuando los hondureños sufren diversas situaciones de trata, tráfico, hospitalizado, calamidad, repatriación y retornos voluntarios, entre otras situaciones con pruebas de libertad de detenidos. Todo ese mundo lo vemos desde aquí, desde la Cancillería y la asistencia que le brindamos a través de los consulados”.

Sobre evitar que sigan esos flujos acotó: “¿Qué hacemos nosotros como Cancillería? Para concientizar, usted sabe que ya es una población hondureña que es bastante amplia y trabajar en temas de prevención pues todavía no tenemos una línea en ese sentido”.