Venezolana en San Pedro Sula: “Estoy agradecida con Honduras de aquí al cielo”
Una de decenas de familias de migrantes venezolanos paró en San Pedro Sula para juntar dinero. Su historia es conmovedora, ya que viajan con tres niños, una de ellos, una pequeña bebé de dos meses
Foto: Yoseph Amaya / LA PRENSA
La familia Rodelo Amaya espera seguir el viaje rumbo a Estados Unidos la otra semana, cuando reúnan algo más de dinero, ya que los ahorros para continuar se les acabaron.
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San Pedro Sula, Honduras. Emigrar no debe ser fácil y menos llevando en brazos a una bebé de apenas dos meses de nacida y a otros dos niños a los cuáles prestar atención todo el tiempo.
Luego del arribo de la última mediática oleada de venezolanos y de ciudadanos de otras nacionalidades por el oriente de Honduras hace dos semanas, algunos se han quedado atrás para hacer una parada obligada en San Pedro Sula.
Varios van en grupo, y muchos de ellos son familias completas. Están aquí de paso, y su idea primordial es juntar dinero para continuar el recorrido hacia el norte con el plan original que traen en mente de llegar a Estados Unidos.

Apostados en los bulevares y semáforos más concurridos, se les suele ver pidiendo dinero, vendiendo paletas de dulce o mascarillas. Así apelan a la solidaridad de los sampedranos, que no han dudado en tenderles su mano.
Una familia en particular se suele observar desde hace una semana en el bulevar del este, justo en las cercanías de Mega Mall y la 14 avenida de la Tepeaca. Está compuesta por Érika Aguilar, de 38 años, su marido Cristian Rodelo, de 32, y sus tres hijos Aranm Aguilar de 10, Lianm Aguilar de 2, y la pequeña bebé Gianna Rodelo de dos meses.
La más pequeñita no nació en la ruta del migrante, pero gran parte del poco tiempo que tiene de vida, lo ha pasado en los brazos de su madre, a quien le ha tocado ir sorteando todo tipo de obstáculos, cruzando ríos, caminando largos trechos y sufriendo los constantes cambios de clima por todos los países que ha tenido que atravesar desde que salió de Chile hace dos meses.

Preparándose
Llegar a San Pedro Sula no ha sido fácil para la familia Aguilar Rodelo. El viaje ha sido más largo, que quizá el de la mayoría, porque como dice Érika, les tocó volver a emigrar, esta vez desde Chile.
La primera vez que dejaron Venezuela se aventuraron al sueño chileno. Aquel país de Sudamérica figura en el tercer puesto de América Latina y el 43 del mundo, en la lista de las naciones con mayor riqueza, de acuerdo a su Producto Interno Bruto (PIB), según el más reciente ránking del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El alto costo de vida de Chile y la falta de empleo para su marido, los llevó a volver a tomar la decisión de dejar todo atrás y sumarse a la oleada de venezolanos, y otros ciudadanos del mundo, que se aventuran del sur al norte del continente con el sueño de una mejor vida.
Mientras se sienta sobre un cartón que le sirve para reposar y poder dar pecho a su pequeña Gianna, Érika cuenta, con la fluidez de la periodista en la que por poco se convierte, -ya que no culminó sus estudios de comunicación social-, el periplo que les ha tocado vivir.
Cuenta que llegaron a Chile justo antes de la pandemia motivados por la crisis que se agudiza cada vez más en su país natal. Esa enfermedad que fue una desgracia para millones de personas en el mundo, para ellos fue la oportunidad de estabilizarse económicamente, ya que se dedicaron a la comercialización y venta masiva de mascarillas y productos de higiene, de moda a causa de la fatal enfermedad.

Con un acento a ratos venezolano y a ratos chileno, la mujer abrió su corazón a los lectores de LA PRENSA Premium, mientras conversaba en medio del bullicio de las seis de la tarde; hora pico y de enorme caos vial en la capital industrial de Honduras.
“Estábamos radicados en Chile y vivimos allá cuatro años, pero por motivos de desempleo y el alto costo de la vida nos tocó volver a emigrar. Chile es un país muy caro para vivir, por eso, al quedarse mi esposo sin empleo decidimos tomar los ahorros que teníamos y emprender el viaje hacia a los Estados Unidos a donde esperamos llegar, Dios mediante”.
De todo el periplo, atravesar la selva de El Darién, en Panamá fue la parte más difícil, sobre todo por llevar niños tan pequeños. Allá sufrieron hambre, un cansancio desgarrador y hasta les tocó ver escenas de muerte y sufrimiento.
“Hemos avanzado hasta aquí aunque nos quedamos sin dinero, pero la meta es seguir. Yo le digo a mi esposo que nos tenemos que preparar otra vez psicológicamente, porque dicen que México es la selva de concreto y no nos queda de otra que avanzar”, relata con enorme fe y optimismo.

Mientras el ruido y las bocinas de los carros desesperaban a la pequeña Gianna, su madre cuenta que contrario a lo que muchos denuncian, en Honduras a ellos los han tratado muy bien aquí.
- > Desde el 1 de enero y hasta el 7 de septiembre al menos 350,841 migrantes llegaron a las estaciones migratorias del Darién en su camino hacia Norteamérica. La mayoría son venezolanos, seguido de ecuatorianos y haitianos, según la información oficial. Estas cifras históricas superan al total de viajeros que cruzaron esa jungla plagada de peligros, incluso mortales, en 2022 (248.000), y deja muy atrás los 133.000 de 2021.
“En Honduras nos han tratado muy bien, me imagino que como a muchos de ustedes les ha tocado emigrar, saben muy bien qué es sufrir. Son personas humanitarias, solidarias, y no es como en otros países donde existe la xenofobia y que nos quieren fuera de su país. No me puedo quejar, estoy agradecida con Honduras de aquí al cielo”.
Mientras no se saca de la mente cómo será lo que queda del viaje por lo que les han dicho de Guatemala y México, no se anticipa a nada, pues prefiere prepararse para vivir la experiencia. Lo que sí tiene claro es que su plan es llegar a Estados Unidos, radicarse allá, trabajar y poder comprarse una casa. “No me he arrepentido de emprender este viaje porque yo sé que vienen bendiciones, nada más con estar aquí, ya hemos avanzado bastante”, finalizó.
De enero a inicio de septiembre, el Instituto Nacional de Migración (INM) de Honduras, ha registrado el ingreso de 257, 885 personas extranjeras de manera irregular. Y la situación que ha desatado una verdadera crisis humanitaria en varios puntos fronterizos del oriente del país, particularmente en El Paraíso, no parece tener fin, ya que solo en la última semana más de 18,000 migrantes de varias nacionalidades, en tránsito rumbo a Norteamérica.
