Milagro en UCI del Catarino: intubaron 7 días a bebé Gala, con 5% de vida y sobrevivió

Un día después de rendirse por completo y entregársela a Dios por un dengue grave, en medio de la angustia, su madre Yesenia Briones fue testigo de lo inimaginable en el hospital: Gala comenzó a mostrar signos de vida.

Foto: Melvin Cubas / LA PRENSA

En una imagen, Gala aparece con un rostro angelical y radiante de felicidad; en otra, camina vestida como una princesa junto a su madre en el corredor de su apartamento.

mié 14 de agosto de 2024

28 min. de lectura

San Pedro Sula, Honduras.

A sus escasos dos años, Gala Aitana Delcid se ha convertido en un símbolo de esperanza y resistencia en una tierra azotada por la enfermedad del dengue. Esta pequeña, con ojos vivaces que reflejan la pureza de la infancia y sonrisa tímida, enfrentó, sin ni siquiera entenderlo, una de las pruebas más duras que el destino pudo imponerle: una batalla contra el dengue grave que la llevó al borde de la muerte en el hospital Mario Catarino Rivas de San Pedro Sula.

Su historial clínico se remonta con una tos, gripe, fiebre y otros síntomas cerca de 20 de abril. Algo en su actitud era diferente, estaba más cansada de lo habitual, su energía parecía desvanecerse y los juegos que antes la emocionaban ahora no despertaban el más mínimo interés.

Preocupada, su madre Yesenia Briones decidió llevarla al Hospital de Área de Puerto Cortés el pasado 27 de abril, acompañada también por su hija mayor, que presentaba síntomas similares, la fiebre era el peor, pero pudo recuperarse pronto.

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Fue durante la mañana del 29 de abril cuando la pesadilla comenzó a tomar forma, Yesenia observó nuevos síntomas en Gala que le erizaban la piel. Desesperada, recurrió a Internet y descubrió que su pequeña podría estar sufriendo de dengue grave.

$!Esta imagen, compartida por su madre a LA PRENSA Premium, captura el momento en que Gala se encontraba en cuidados intensivos en el hospital Catarino Rivas.

Horas después, un pediatra confirmó sus sospechas tras un ultrasonido que reveló líquidos acumulados en todo el cuerpo de Gala, el diagnóstico fue como un mazazo al corazón: dengue grave.

“La atención en términos generales fue buena”, recordó Yesenia con voz temblorosa, “pero en el hospital no había tantos doctores especialistas, sí más practicantes. En un momento me dijeron que solo la llevara a revisión cuando estuviera casi moribunda...”. A pesar de la advertencia, Gala fue internada durante dos días, su estado se deterioraba con rapidez.

Fotogalería: “Lloré, por un momento pensé que mi Gala se me estaba muriendo”

La situación se volvió crítica en la tarde del 29 de abril, Gala ya no podía respirar con normalidad, sus ojos comenzaban a voltearse hacia arriba, una imagen que su madre nunca podrá borrar de su mente.

$!Yesenia muestra el diagnóstico emitido por el equipo médico tras los estudios realizados a su hija Gala.

Tormenta

Los pediatras, conscientes de la gravedad, ordenaron su traslado de emergencia al Catarino Rivas. El terror se apoderó de Yesenia cuando escuchó las palabras que más temía: “¡No! Me la van a intubar, se me va a morir allá...”.

La reputación del hospital, conocida por su limitada atención y escasez de medicamentos, solo acrecentaba su miedo. Un sistema de salud público deficiente, marcado por décadas de abandono, parecía condenar a Gala.

$!El dolor y la incertidumbre que esta familia enfrentó durante la crisis de salud de Gala dejaron una marca imborrable en sus vidas.

Antes de llegar al Catarino Rivas la llevaron a una clínica privada para realizarle exámenes urgentes. El resultado fue: Gala había sufrido un derrame pleural. “Cuando escuché eso me volví loca, salí de la clínica llorando y le dije a mi mamá que mi hija se estaba muriendo”, relató Yesenia mientras conversaba con LA PRENSA Premium dentro su apartamento en colonia La Adhe, del sector Choloma, a casi cuatro meses de la pesadilla.

Finalmente, a las 9:00 pm del 29 de abril llegaron al Catarino Rivas solo para enfrentar otro golpe: no había espacio disponible y la pequeña Gala apenas podía respirar.

$!Yesenia Briones, sentada en su apartamento, conversa con LA PRENSA Premium mientras sostiene sobre sus piernas a la pequeña Gala Aitana.

“Le dábamos agua en una gasa y la absorbía de inmediato. Cuando supe que no había cupo me sentí inútil, pensé: ‘Hoy sí se me muere mi hija’”, dijo Yesenia, su voz ahogada por la desesperación. En ese momento, las palabras de un médico resonaron en su mente: “No es posible que una bebé muera cuando apenas empieza a vivir y se vaya como un angelito”.

Fue un pensamiento que parecía sellar el destino de Gala; sin embargo, gracias a la colaboración y mediación del personal del Catarino Rivas, tras varios minutos de zozobra e impotencia, lograron habilitarle un cupo, aún así la batalla estaba lejos de terminar.

$!Las cadenas de oración que se extendían desde distintos rincones del la Tierra impulsaban con fervor la recuperación de Gala en el hospital.

La angustia crecía mientras el personal asistencial luchaba por encontrarle una vena donde colocarle una vía. Gala, al borde del agotamiento, entró en un estado de taquicardia, su corazón acelerándose de manera alarmante. En ese momento, una doctora llamó a los padres a una sala y les dijo con una franqueza devastadora: “Papá, mamá, haremos todo lo posible por su bebé, pero lo más probable es que muera, solo hay un 5% de posibilidad de vida”. Yesenia, destrozada, solo pudo gritar: “¡Ay no, mi hija se me va a morir, mejor quiero morirme yo!”.

La intubaron de inmediato y Yesenia no volvió a mirar a su hija hasta las 8:00 am del día siguiente. Durante esas horas, el miedo la consumía, temía que en cualquier momento le informaran que Gala había fallecido.

Cuando finalmente pudo observarla, el impacto fue desgarrador: su pequeña estaba llena de cables, conectada a máquinas que monitorizaban su corazón, completamente inconsciente. “Lloraba al verla así”, rememoró Yesenia con la voz quebrada.

$!Tras haber estado a punto de morir, Gala regresó a su hogar, recuperando su personalidad alegre, inquieta y cariñosa que siempre la ha caracterizado.

La situación se complicó, Gala necesitaba transfusión de sangre; había dejado de orinar, señal de que su estado empeoraba. Yesenia, desesperada, se aferró a la ayuda de personas desconocidas que, por la bondad de sus corazones, le ofrecieron apoyo. Milagrosamente, consiguió un medicamento en el hospital, uno que rara vez está disponible y cuyo precio afuera oscila entre 20,000 y 23,000 lempiras.

Gala seguía luchando, su cuerpo comenzó a hincharse más, y le apareció un coágulo debido a la vibración de la cama. “Me dijeron que era normal”, testimonió Yesenia, aunque la preocupación en su voz revela que nada parecía normal en esos días. Se necesitaron dos transfusiones de sangre, que milagrosamente consiguieron a tiempo, pero el dolor de Yesenia era inmenso.

“Lo que más me impactó fue mirarla intubada. No esperaba un golpe tan duro de Dios porque solo tenía 15 días de haber perdido a mi papá”, manifestó. En medio de su sufrimiento llegó a un punto de resignación: “Hubo un momento en que la entregué a Dios, era el día cuatro de la semana, le dije que respetaría su decisión aunque me doliera, ya que me la había prestado este tiempo”.

Yesenia solo podía mirar a su hija dos veces al día, una por la mañana y otra alrededor de las 5:00 pm. En el área donde estaba Gala otros dos niños luchaban por sus vidas: una bebé de dos meses y una niña de 11 años.

El ambiente estaba cargado de tensión, cada respiración era un logro, cada latido un milagro, pero en medio de esta oscuridad un rayo de esperanza surgió: “Dios fue tan grande con mi niña, porque de tanta oración en todos lados, al día siguiente de que se la entregué a Dios hubo una buena noticia: la niña empezó a orinar”. Aunque no mejoraba tanto, ese pequeño signo de vida le devolvió la esperanza a Yesenia.

Gala luchaba, y los médicos, que discutían los casos críticos en grupo, coincidían: “La bebé estaba luchando”.

$!Cada día, numerosas familias se congregan y permanecen en los alrededores de los hospitales, donde tanto adultos como niños luchan contra el dengue.

Los momentos de terror no cesaban, hubo ocasiones cuando la máquina que monitoreaba a Gala empezaba a pitar y Yesenia sentía que su hija se estaba muriendo. “Ese sonido me quedó grabado en la mente”, confesó, todavía con el eco de esas alarmas en su cabeza. Los doctores trataban de calmarla, recordándole que aunque Gala estaba sedada, aún podía oírla.

Paz

Finalmente llegó el momento de desintubarla, los médicos decidieron retirar el sedante para que comenzara a despertar, pero le advirtieron a Yesenia que necesitaría una máscara respiratoria. Gala permaneció durante una semana entera intubada y cada uno de esos días fue un calvario. “Miraba muchas cosas”, añadió, recordando el dolor de observar a otros niños en situaciones igualmente críticas.

Con el corazón en la mano, fue a pagar la máscara respiratoria que costaba 2,500 lempiras, al firmar la factura, la encargada le dijo: “En el nombre de Dios su hija se levantará y saldrá sana”. Las lágrimas brotaron de los ojos de Yesenia mientras firmaba, pero, afortunadamente, cuando finalmente desconectaron a Gala no necesitó la máscara.

“Esta es la mano de Dios y el poder que da a los médicos para que se levantara. No puedo criticar al hospital, la atención fue excelente y los niños son tratados como prioridad”, reflexionó Yesenia, llena de gratitud. Esta experiencia cambió su vida, fortaleció su fe e hizo que cambiara muchas cosas en su vida, ahora sabe más que nunca que los milagros existen y no hay prueba más clara que Gala.

Duras vivencias

Yesenia comentó otro de los momentos más desgarradores que vivió cuando ya habían sacado a su niña de donde estaba en cuidados intensivos. Murieron cinco niños mientras ella permaneció cerca de la sala de cuidados intensivos.

Expresó con brillo de nostalgia en sus ojos, cómo un niño de 6 años que también estaba internado desde hacía poco, aprovechó un breve momento para hablar con su padre, quien se encontraba lejos y está en otro hogar. Le rogó con voz débil que necesitaba una pinta de sangre, pero la respuesta que recibió fue fría y distante: que si le era posible iba a llegar el siguiente día. Esa madrugada, cerca de las 3:00 am, el corazón del pequeño dejó de latir, murió sin recibir la ayuda que desesperadamente había suplicado.

También supo cómo una niña de 11 años, que figuraba entre los casos más graves por dengue, falleció repentinamente.

Tras la desintubación, Gala pasó otra semana en el hospital debido a los coágulos que aún permanecían en su cuerpo. Yesenia apenas salía del lado de su hija, observando desde una ventana o acurrucándose junto a la camilla, dormía sobre el piso, vigilando cada respiración de Gala. “Miraba niños que salían de otros casos, y a veces uno tiene la facilidad de que lo ayuden, pero otra gente no”, externó, conmovida por la desigualdad en la atención.

$!Después de tanta oscuridad, Yesenia finalmente encontró la luz y ahora vive cada día con una profunda felicidad junto a sus hijos.

Con lágrimas en los ojos, Yesenia mencionó a quienes pasan por situaciones similares. “Hay gente que no tiene ni para comprar una bolsa de agua, cuando miro casos similares ahora, lloro”, reconoció.

Su consejo para quienes enfrentan algo similar es, que si descubren síntomas de alerta, acudan de inmediato a un centro de salud cercano o a un hospital, y limpien su casa.

Hoy, Yesenia sabe que el dengue es aún más real, una amenaza que puede golpear en cualquier momento. “Ahora salgo con ella y la cuido más por los zancudos”, resaltó, protegiendo a Gala con una determinación férrea, pero las secuelas de esta experiencia son profundas.

Gala quedó con una cicatriz, y su cabello comenzó a caerse. En una consulta reciente, Yesenia supo que los medicamentos utilizados en el tratamiento de Gala eran similares a los de la lucha contra el cáncer: fuertes, pero efectivos contra el dengue.

Casos no cesan

Lesbia Villatoro, especialista en epidemiología y exdirectora de la Región Metropolitana de Salud en San Pedro Sula durante el auge de la pandemia de covid-19, ofreció una visión general de la actual incidencia de dengue en el país.

“Estamos enfrentando una epidemia cíclica, con un patrón claro donde los meses lluviosos son los que más casos presentan, comparado con los meses anteriores, en agosto hemos observado un pico que podría extenderse hasta septiembre”, comenzó diciendo la galena.

$!Milagro en UCI del Catarino: intubaron 7 días a bebé Gala, con 5% de vida y sobrevivió
“En este momento, ante la presencia de zancudos, las medidas de promoción deben ser más fuertes a nivel de comunidad y entre las familias”: epidemióloga Lesbia Villatoro

“Estamos viendo un aumento en los casos de dengue, tanto en adultos como en niños, que acuden a hospitales y centros de salud. En respuesta, las estrategias de salud han incluido la extensión de los horarios de atención para pacientes febril y la mejora en la atención médica oportuna”, agregó en su análisis.

Villatoro pormenorizó que una vez diagnosticado el dengue, es crucial el reposo, la hidratación y el tratamiento adecuado. Ante esto, es imperativo estar alertas en casa para identificar posibles criaderos, ya que el vector se reproduce rápidamente. Los síntomas como fiebre, dolor de cabeza y malestar general que no ceden requieren atención médica, ya que el dengue puede durar hasta 10 días.

“Considero que las medidas de promoción deben fortalecerse a nivel comunitario y que, a nivel familiar, el uso de repelente debe ser obligatorio para protegerse de los zancudos”, recomendó.

Según datos de la Secretaría de Salud, entre 2020 y el 12 de agosto de 2024 se registraron 91,628 casos asociados a dengue y 38 decesos.

Hasta hace dos semanas, solo la Región Departamental de Cortés, que abarca 11 municipios, reportó 1,017 casos de dengue, incluyendo con síntomas, sin síntomas de alarma y dengue grave. Puerto Cortés, Choloma y Villanueva están entre los más afectados.