“Don Jorge Bueso Arias cambió la vida de pueblos enteros, de aldeas en Copán”: Lourdes Alvarado, su asistente durante 38 años
Sin temor a equivocarse, la que por años fuera su mano derecha, asegura entre lágrimas que en Copán, en cada familia, directa o indirectamente hay un trozo de legado, algún consejo o algo que fue propiciado por don Jorge Bueso Arias, fallecido a los 104 años
Foto: Mariela Tejada
Lourdes Alvarado ayuda a su entrañable jefe, don Jorge Bueso Arias, a cortar una cinta en la apertura de una exposición sobre Banco de Occidente. Ella hoy no puede contener el llanto por su partida, pero le consuela el legado que dejó y la buena vida que logró vivir.
Por: Jessica Figueroa
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SAN PEDRO SULA, Honduras. -En su centuria de exitosa vida, muchísimas personas gozaron de la amistad del reconocido banquero hondureño Jorge Bueso Arias; pero fuera de su círculo familiar, nadie lo conoció mejor y con tanta profundidad como Lourdes Alvarado, su inseparable asistente durante 38 años.
En medio de la congoja por la noticia del deceso del ilustre banquero, que más que un jefe, fuera como su padre, Lourdes contó cómo fueron los últimos días de don Jorge y cómo se venían preparando para la infausta noticia de su muerte.
“Fueron 38 años trabajando con él continuamente. Sus 104 años de vida son una riqueza que quedan repartidos en todos sus empleados y en todas las personas que conoció en Honduras, en todas las empresas. Ese legado se ve plasmado en proyectos, en negocios. Cambió la vida de pueblos enteros, de aldeas en Copán”, decía entre sollozos y luego, con una pausada serenidad.

Lourdes, sin temor a equivocarse, asegura que en Copán, en cada familia, directa o indirectamente hay un trozo de legado, algún consejo o algo que fue propiciado por don Jorge Bueso Arias, ya que desde el banco, como su lema lo dice, apoyó a muchos pequeños, que ahora son grandes empresarios, comerciantes y personas de bien.
Luego de que don Jorge cumpliera 104 años de edad, y tras saberse que estaba convaleciente, de lo que nadie quería hablar se volvió tema obligatorio. “Hace un par de días la familia decía que había que estar preparado, pero para eso uno no está preparado, definitivamente. El golpe, el impacto, el dolor son demasiado duros. Uno como buen cristiano sabe que va a directamente a la presencia de Dios, pero como humano, se siente dolor, tristeza y preocupación”.
Sin miedo a equivocarse dice que extrañará todo de su entrañable jefe. “Extrañaré esa prudencia con la que siempre se manejó. En mis 38 años a su servicio yo nunca vi correr a don Jorge. No lo vi apurado, no lo vi sofocado, o estresado como decimos muchos. Siempre actuaba con paciencia”, relata.
Una anécdota que define claramente lo que ella señala es una relacionada con su inseparable sombrero. “Su paciencia era tanta, que a veces se iba de su oficina y olvidaba su sombrero y con aquella gran paciencia, se salía de carro y no permitía que ni si quiera el motorista lo fuera a traer. Él se bajaba y llegaba de nuevo hasta su oficina a recoger su sombrero”.
Lourdes señala que ese modo en el que vivió don Jorge no solo lo hizo el hombre exitoso que fue, sino que sirve de mensaje para los que hoy en día vivimos a las carreras y preocupados por lo que va a pasar. “Eso fue lo que a él le permitió vivir 104 años de edad bien vividos y dejando un legado para la eternidad”.
