Etnias exigen al Gobierno saldar deudas y acuerdos suscritos
Por siglos han vivido entre la marginación y el olvido. Pese a conseguir algunos logros y avances, aún no hay igualdad.
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Los pueblos indígenas reclaman la legalización de sus tierras, el acceso a servicios básicos y mejor educación. En el camino luchan por mantener viva su cultura, comidas y lenguas. Ayer, los ch’ortís se manifestaron en Copán Ruinas.
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San Pedro Sula
Se aferran a su cultura y tradiciones con uñas y dientes, pelean por el derecho a poseer legalmente su tierra ancestral, exigen y demandan mejor educación, acceso a la salud; pero, en particular, a ser tratados con igualdad, tal cual dicen, como hondureños.
En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo, representantes de algunos de los nueve pueblos indígenas identificados en Honduras alzaron su voz a través de LA PRENSA Premium por dos razones.
Una, porque el resto del año son confinados al olvido, y otra porque al ser un día coyuntural y de trascendencia mundial pueden celebrar su origen, su lengua, su cultura y sus tradiciones y el legado de sus ancestros, de los que descendemos todos.
De acuerdo con el ya desfasado, pero vigente, Censo de Población y Vivienda (CPV) de 2013, en Honduras hay nueve pueblos indígenas, con los lencas que sobresalen como el pueblo mayoritario.
Le siguen los misquitos, garífunas (población tribal), los maya ch’ortí, los tolupanes, los negros de habla inglesa, los nahua, los pech, los tawahkas y un último grupo alojado en la categoría inespecífica de “otro”.
En total, y para la fecha del censo, eran 717,618 hondureños identificados con estos grupos étnicos en toda la nación.
Conforme a la Política Pública contra el Racismo y la Discriminación Racial para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas y Afrohondureños (P-PIAH), en 2007 las federaciones indígenas realizaron un censo propio, según el cual se estimaba que el 20% de la población total hondureña eran pueblos indígenas, de los que el 80% habitaba en zonas rurales y el 20% en zonas urbanas.
Elevan su voz
Con un mitin en el que recordaron a la clase política sus promesas incumplidas, donde agradecieron lo ya resuelto y en el que demostraron por qué son trascendentales en la cultura de los pueblos, los maya ch’ortí de Copán Ruinas salieron a las calles ayer a conmemorar su día.
Fue entre las ruinas del Parque Arqueológico Copán, legado de sus ancestros -los mayas-, que los niños de la comunidad Gotas de Sangre, de Santa Rita, entonaron en lengua maya el Himno Nacional de Honduras.
Julio César Díaz, del Consejo Nacional Indígena Maya Chortí (Conimch), cuenta que el nombre Gotas de Sangre es muy significativo para ellos, ya que se basa en una leyenda que ha traspasado generaciones.

“Trata sobre una pareja de enamorados que caminaba por la montaña y que fue atacada por un tigre, y cuando los fueron a buscar, no los encontraron, solo los rastros del tigre y las gotas de sangre”. Sobre el Día de los Pueblos Indígenas, para los ch’ortí no fue de celebración, sino más propicio para los reclamos.
“Emitimos un pronunciamiento en el que le recordamos al Gobierno los acuerdos suscritos que no han sido cumplidos en su totalidad y algunos ni tan siquiera se ha iniciado el proceso de cumplimiento”, criticó Díaz. Por ejemplo, recordó que “desde el 14 de mayo de 2007 estamos esperando que se nos entreguen 14,700 hectáreas de tierras y 16 años después apenas se ha comprado un 33% de lo pactado en ese acuerdo”.
- > Para el Banco Mundial (2005), el 12.5% de la población del país es indígena, mientras que para el Sistema de Integración Centroamericana (Sica), basados en datos hasta 2019, la población indígena sería de 1,156,864 personas (12.8% del total) y la afrodescendiente 813,420 (9% de la población).
- > Conforme a la información disponible, puede afirmarse que la situación socioeconómica de la población indígena es peor que la de la población en general. El 72% de los hogares indígenas, en comparación con el 41.6% de hogares a nivel nacional, no puede costearse la canasta básica.
- > Muchas etnias están bajo la línea de la pobreza extrema. Los pueblos tolupán (93.9%), chortí (87.4%) y pech (84.4%) registran los peores porcentajes. El 88.7% de la población infantil indígena vive en la pobreza, y más del 88% de niños tolupanes, lencas y pech sufren pobreza extrema.
En el plano educativo, los ch’ortí demandan la asignación de estructuras presupuestarias para pagar a maestros. “Hay centros educativos con sobrematrícula, un solo maestro para seis grados. Estamos solicitando 32 plazas, unas que van para prebásica, otras para básica de primero, segundo ciclo, tercer ciclo y media, o sea, distribuidas en distintos centros educativos, donde existe la necesidad”.
También demandan un concurso específico para docentes formados con la educación intercultural bilingüe, “porque los maestros comunes pueden ganar el concurso, y hasta una nota aceptable, pero al llegar a los centros educativos no pueden desempeñarse como tal, ya que hay una diferenciación en cuanto a la lingüística”. Además, pidieron el establecimiento de una sede de la Universidad de Agricultura de Catacamas en Copán, ya que enviar hasta allá a los jóvenes es costoso y riesgoso.
Guerreros lencas
El pueblo lenca, alojado entre Lempira e Intibucá, ve con esperanza su futuro. José Rivas, conocido chef de comida étnica lenca y proclamado embajador de la cultura lenca, señala que los lencas, como todos los pueblos indígenas del país, sufren el marginamiento, “ pero como guerreros y luchadores ahí estamos haciendo la fuerza”.
Destaca la presencia de muchos organismos internacionales que apoyan con diferentes proyectos para equiparar su realidad con mayor equidad, no solo de género, sino en las barreras socioculturales. “La educación es bastante excluyente, con un sistema de salud bastante limitado en la zona, con una red vial fuertemente inexistente. Aquí, la etnia sobrevive con lo que puede, basándose en una dieta alimenticia básica, y con una fuerte suma de necesidades”, expone.
Rivas añade que en el plano cultura hay retos mayores. “Estamos aún, como se dice popularmente, a ‘un pelito de rana calva’, de extinguirnos culturalmente. Solo quedan historias, solo quedan libros, solo quedan testamentos que podemos recitarlos; pero como cultura estamos fuertemente en peligro de extinción”, admitió.
Pero lejos de sentarse a llorar, quiso mandar un fuerte mensaje. “Quiero decirle a Honduras y al mundo que seguimos aquí, parados, como Lempira lo hizo en aquel momento, defendiendo lo poco que todavía queda por rescatar. Y a la autoridad, pues que le tome mucha importancia realmente al convenio de la OIT para rescatar el patrimonio cultural de la etnia lenca”.