Honduras: cónyuges, hermanos e hijos son los que más matan dentro de las familias

Problemas pasionales figuran como la principal causa, siendo las amas de casa quienes encabezan la lista de víctimas. Distrito Central, San Pedro Sula y La Ceiba es donde más homicidios así ocurren.

Foto: José Cantarero\LA PRENSA

Numerosos eventos violentos de esta naturaleza han tenido lugar en el ámbito doméstico, lo que contradice la seguridad que se espera encontrar en el hogar.

jue 21 de marzo de 2024

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El mandamiento “No matarás” y el principio de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, son enseñanzas fundamentales dentro de la Biblia para la humanidad, pero la violencia recrudecida entre las mismas familias es un claro ejemplo de cómo los preceptos sagrados se han estado dejado de lado.

En lugar de cultivar el amor, la compasión y el respeto mutuo, demasiadas familias están siendo impactadas por la violencia y el conflicto. Es difícil reconciliar la idea de una sociedad que profesa valores de amor y compasión con la realidad de la violencia intrafamiliar.

En el caso de Honduras, entre los años 2015 y 2023, del universo de homicidios registrados en el país, un total de 437 personas perdieron la vida a manos de sus propios familiares. Estos datos se recogen con base a estadísticas proporcionadas por la Secretaría de Seguridad a través de la Unidad de Delitos Contra la Vida, de la Dirección Policial de Investigaciones (DPI), aunque hay otros casos que han sido manejados específicamente por la Agencia Técnica de Investigación Criminal (Atic) del Ministerio Público (MP).

De un número de 61 homicidios reportados en el año 2015, la cifra ha fluctuado gradualmente. Aunque la tendencia general muestra un descenso, algunos años experimentaron aumentos en el número de homicidios, seguidos por años de declive. Por ejemplo, se observaron picos durante 2016 y 2017 con 76 y 75 homicidios respectivamente, seguidos por disminuciones en 2018 y 2019.

Detonantes

Con 99 incidentes registrados, los problemas pasionales emergen como el motivo más recurrente en este conjunto de datos. Estos eventos suelen estar impulsados por emociones intensas como celos, venganza o conflictos amorosos.

Por otro lado, con 73 casos reportados, la violencia doméstica surge como otro problema significativo. Esta categoría revela la presencia de conflictos y abusos dentro del ámbito familiar, reflejando un preocupante fenómeno social. Además, las enemistades personales representan otra causa común de los hechos. Estos conflictos se caracterizan por resentimientos acumulados o disputas personales prolongadas a lo largo del tiempo.

De acuerdo con los análisis, la categoría de cónyuge aparece como la más recurrente, con un total de 130 casos. Esto sugiere que la mayoría de víctimas estuvieron involucradas en situaciones violentas con sus parejas sentimentales. Asimismo, se observó la participación de hermanos en situaciones violentas, seguidos por hijos, primos y exparejas.

Adicionalmente, se registraron casos en los que otros miembros cercanos de la familia participaron en menor medida, como padres, cuñados, sobrinos, yernos, nueras, novios, suegros, padrastros, concubinos y nietos.

Las amas de casa representaron el grupo más afectado entre las víctimas mortales, con un total destacado de incidencias; sin embargo, en 78 casos, la información sobre la ocupación de las víctimas se consignó como “no disponible” o no se registró adecuadamente, lo que subraya la necesidad de mejorar la recopilación de datos a nivel institucional.

Por otro lado, se encontró un notable número de casos relacionados con la ocupación agrícola, incluyendo víctimas que trabajaban como labradores y agricultores, con un total de 65 y 56 casos, respectivamente.

Mecanismos

El método prevalente en estos trágicos eventos fue el uso de armas de fuego, con un total de 229 episodios. Le siguieron los casos que involucraban armas blancas, como cuchillos o navajas; así como situaciones de estrangulamiento, asfixia por sofocación, golpes con los puños, carbonización y envenenamiento.

Las principales víctimas eran mayoritariamente en el rango de edad de 20 a 40 años, siendo las edades comprendidas entre los 20 y 30 años las más frecuentemente reportadas. Este grupo demográfico representa una proporción significativa de los afectados, destacando la vulnerabilidad de la población joven y en la plenitud de su vida.

Existió una leve mayoría de víctimas del sexo masculino en comparación con las mujeres, lo que sugiere que tanto hombres como mujeres han sido víctimas en proporciones relativamente similares.

Los datos revelaron una distribución no uniforme de los incidentes violentos en todo el país. Algunos distritos presentan un número significativamente mayor de casos que otros, destacando entre ellos el Distrito Central, San Pedro Sula, La Ceiba, Santa Cruz de Yojoa y Olanchito. Estos lugares mostraron una incidencia considerablemente más alta, lo que marca la necesidad de una atención especial y estrategias específicas de prevención y respuesta en estas áreas.

437

muertes al interior de las familias se materializaron en Honduras durante nueve años, según cifras oficiales.

Estas estadísticas muestran una tendencia alarmante por todo lo que representa socialmente: padres que matan a sus hijos, esposos que arrebatan la vida a sus esposas, hermanos que se enfrentan en tragedias sin sentido. Estas no solo son páginas de noticia, son vidas perdidas, familias destrozadas y comunidades enteras que se tambalean bajo el peso del dolor.

Así lo cree Ángel Andrade, presidente de la Asociación de Pastores y Ministros Evangélicos de San Pedro Sula, quien recuerda que la situación de violencia entre familiares plantea un dilema profundo que toca los fundamentos mismos de nuestra sociedad. El líder religioso expuso que, en un contexto donde la presión de la sociedad, las dificultades económicas y los problemas emocionales abundan, es fácil perder de vista los principios fundamentales.

“La desintegración de valores familiares, exacerbada por agendas que desprecian la importancia de la familia y promueven ideologías vacías, deja a las personas sin un ancla sólida en medio de la tormenta. La ausencia de temor a Dios y la pérdida de la comprensión del valor sagrado de la vida conducen a decisiones desesperadas y destructivas”, lamentó Andrade.

$!Múltiples sucesos se dieron en el marco de discusiones y consumo de alcohol o drogas.

La situación que enfrenta la población refleja una profunda desintegración de los valores fundamentales. Ejemplos como el de una mujer que mató a su madre en medio de una discusión mientras departían enComayagüela el 10 de marzo pasado, o el hombre que mató a machetazos a su padre en Omoa en enero anterior, son ejemplos irrefutables de cómo la intolerancia y confrontación han llegado a niveles insostenibles en nuestro país.

“La falta de diálogo civilizado y la incapacidad para llegar a acuerdos están generando un clima de violencia y desconfianza que amenaza la integridad de nuestras familias y comunidades”, externó a este medio de comunicación, Jorge Alberto Larios, sociólogo y analista de temas de actualidad e interés público en el departamento de Yoro.

Para revertir esta situación, a criterio del académico, es imprescindible un retorno a los valores familiares y una mayor integración en el seno de los hogares.

“Es crucial que el Gobierno asuma su responsabilidad en la promoción de políticas que fomenten la cohesión familiar y el bienestar de la sociedad en su conjunto. Es un proceso que requerirá tiempo y esfuerzo, pero es esencial para restaurar la armonía en nuestra sociedad, dejando de lado el apego a las cosas materiales y enfocarnos en lo que realmente importa: el bienestar y la seguridad de nuestros semejantes”, apuntó Larios.

Vecindarios enteros se ven sacudidos por el trauma, el miedo y la desconfianza. La sensación de seguridad se desvanece cuando el peligro parece acechar en los lugares más inesperados: nuestros hogares.

Por tal razón, desde el Gobierno, autoridades gubernamentales locales, sociedad civil y la iglesia, concuerdan sobre la importancia de apostarle a políticas públicas rigurosas y efectivas para prevenir situaciones difíciles en las familias.