El dólar podría romper barrera de 26 lempiras en 2025

Impactaría directamente en precios de productos importados que se adquieren en dólares y una presión adicional sobre consumidores, afectando su poder adquisitivo y aumentando la inflación.

Foto: Moisés Valenzuela / LA PRENSA

Expertos en economía señalaron que este fenómeno podría ser consecuencia de varios factores y que la eventual subida del dólar beneficiará a exportadores de productor y familias que reciben remesas del extranjero.

mar 7 de enero de 2025

34 min. de lectura

San Pedro Sula, Honduras.

El año 2024 concluyó con un panorama económico lleno de interrogantes para Honduras, en medio de un deslizamiento significativo del lempira y las repercusiones de una política monetaria que, aunque bien intencionada, parece desconectada de las realidades del ciudadano promedio.

Las medidas del Banco Central de Honduras (BCH), alineadas con acuerdos internacionales, generaron más preguntas que respuestas en cuanto a sus verdaderos beneficios y costos sociales.

Durante el año anterior, el lempira sufrió una depreciación acelerada frente al dólar estadounidense, cerrando en 25.40 lempiras por dólar. En el marco de esta medida, necesaria para corregir la sobrevaluación de la moneda y mejorar la competitividad de las exportaciones, los resultados parecieron beneficiar a un sector específico de la economía mientras que golpeó fuertemente a las mayorías.

El compromiso con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido uno de los principales motores de estas políticas, lo que plantea un debate crítico sobre la soberanía económica del país: ¿Realmente está priorizando el Gobierno hondureño el bienestar de su población o simplemente está cumpliendo con los requisitos de organismos internacionales?

La depreciación del lempira tuvo un impacto desigual en la población. Mientras las familias que reciben remesas experimentaron un aumento en el valor de los dólares enviados desde el extranjero, millones de hondureños enfrentaron un incremento desmesurado en los precios de productos esenciales: alimentos, combustibles y medicamentos importados se volvieron muy altos para una gran parte de la población, exacerbando la ya crónica de desigualdad económica.

Por otro lado, el sector empresarial enfrentó retos sustanciales. Las industrias que dependen de insumos importados miraron un ascenso en sus costos operativos, lo que se tradujo en precios finales más altos para los consumidores. Este ciclo inflacionario amenaza con estancar el crecimiento económico, especialmente en un contexto donde la pobreza y el desempleo son problemas persistentes.

$!Para las familias que dependen de remesas enviadas desde Estados Unidos, un dólar más fuerte aumenta la cantidad de lempiras que reciben, lo que aliviará en parte el impacto económico.

Históricamente, Honduras ha sido uno de los países con mayores tasas de pobreza de América Latina, enfrentando profundas disparidades reflejadas en sus indicadores, donde el 60% de los hondureños, al cierre del año pasado, vivía en condiciones precarias, con incidencia mayor en áreas rurales donde alcanzaba el 76% y aproximadamente un 40.0% se encontraba en pobreza extrema, según un documento de economía global elaborado por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah).

Aunque hubo un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para el año 2024, impulsado por el consumo privado y las remesas, esto contrasta con la realidad que enfrentaron las familias hondureñas. El crecimiento económico no se tradujo en mejoras tangibles para las clases trabajadoras ni en una reducción significativa de la pobreza.

Además, la dependencia de las remesas como motor económico reveló una debilidad estructural: la incapacidad del país para generar oportunidades suficientes dentro de sus fronteras. Este modelo, basado en el envío de dinero desde el extranjero, perpetúa una dependencia que limita el desarrollo sostenible.

Proyecciones

Para entender cómo estas políticas afectan a diferentes sectores, María Ramos, una madre soltera de 36 años que vive en el barrio Medina de San Pedro Sula, expresó su preocupación: “Cada vez que voy al supermercado siento que llevo menos al apartamento con el mismo dinero. Ya no puedo ahorrar y mis hijos están sufriendo porque todo está carísimo”.

Por otro lado, Roberto Medina, un empresario de ferretería de La Entrada, Copán, destacó los desafíos que enfrenta su negocio: “El costo de materiales ha subido tanto que hemos tenido que despedir personal. Es frustrante porque queremos crecer, pero las condiciones no ayudan”.

El manejo de la política monetaria y las decisiones relacionadas con la reserva internacional han generado un debate en torno a la capacidad del Banco Central para garantizar la estabilidad económica del país.

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“El comportamiento de alza del valor del dólar seguirá durante este año”: Elfren Matute, máster en Finanzas

En este escenario, las voces de expertos como Elfren Matute, máster en Finanzas, atribuyó el aumento en el valor del dólar durante el pasado año, a las pérdidas en la reserva internacional, las cuales fueron destinadas al gasto corriente. Esta situación provocó una inflación debido a la ausencia de políticas efectivas en el sistema de regulación de precios, lo que contribuyó a una mayor depreciación del lempira frente al dólar.

El impacto en Honduras resultó grave debido al déficit en su balanza comercial, lo que significa, que la mayoría de los productos de consumo son importados. Esto indica que las empresas compran estos productos en dólares y los venden a precios elevados. A medida que el lempira se deprecia, el impacto en la economía familiar se intensifica, ya que el poder adquisitivo de las familias permanece sin cambios, haciendo más difícil cubrir los gastos básicos.

Entre los sectores más afectados se encuentra el agro, que depende de la compra de insumos en el mercado internacional, los cuales se distribuyen a precios más altos. Matute criticó que la política monetaria del Banco Central haya fracasado, a su juicio, no logró crear las condiciones necesarias para que Honduras pudiera impulsar su producción nacional.

“Es fundamental generar un clima de inversión con reglas claras, que brinden a empresarios e inversionistas tanto locales como extranjeros, la confianza que el Estado garantizará la protección de sus inversiones”, afirmó.

$!Los bienes y servicios que dependen de productos importados aumentarán de precio, afectando a todos los sectores de la población.

El Banco Central, responsable de la política monetaria del país, debe enfocarse en ajustar sus estrategias para fomentar la inversión, promover un clima de estabilidad y mejorar las condiciones económicas del país. Por su parte, el ente de Desarrollo Económico debe cumplir con su rol estableciendo vínculos efectivos con el mercado internacional y, en el caso de productos esenciales, implementar medidas como el control de precios elevados para proteger tanto a los consumidores como a los productores.

“El aumento en el valor del dólar en Honduras se debe a una falta de planificación por parte del Banco Central, y actualmente el país carece de un clima propicio para la inversión debido a la ausencia de condiciones adecuadas, incluyendo la falta de seguridad jurídica”, añadió el analista.

Relacionada: Precio de venta del dólar supera barrera de 25 lempiras

Según Matute, el valor del dólar continuará incrementándose gradualmente durante el 2025, no se espera una disminución importante, ya que, en el mejor de los casos, el margen sería mínimo, posiblemente de cinco centavos.

Para que el dólar mengue sería necesario que el país aumente su producción, algo que actualmente no parece probable, por esta razón se prevé una mayor depreciación del lempira. Ante este contexto, es urgente que el Banco Central implemente medidas para garantizar que el impacto sea gradual, minimizando así el efecto negativo en la economía local.

La política económica actual exige un replanteamiento urgente, y aunque las intenciones de estabilizar el mercado cambiario y fomentar la competitividad son lógicas desde una perspectiva técnica, es fundamental considerar el impacto humano de estas decisiones.

Es imperativo que el Gobierno implemente medidas que protejan a los sectores más vulnerables de los daños derivados de la depreciación del lempira. Subsidios a productos básicos, control de precios y programas de apoyo para pequeños empresarios son algunas de las acciones que podrían mitigar el impacto negativo.

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“El BCH debe anunciar de forma correcta y anticipada cuál será la meta de deslizamiento, porque eso da certidumbre”: Roberto Lagos, doctor en Economía

Roberto Lagos, doctor en Economía en los Estados Unidos, explicó que el deslizamiento de 62 centavos registrado entre septiembre y diciembre pasado, junto con la elevada cotización del dólar, forma parte del proceso de ajuste que el gabinete económico tuvo que implementar como resultado de las medidas acordadas con el Fondo Monetario Internacional.

“El Gobierno no cumplió con ninguno de los indicadores establecidos y la única forma de obtener dos aprobaciones fue a través de un deslizamiento acelerado de la moneda. Durante los 12 años de administración del Partido Nacional, el deslizamiento promedio fue de 5.60 lempiras anuales, un ritmo considerado normal; sin embargo, cualquier gobierno que afirme que mantendrá un tipo de cambio fijo está haciendo una promesa imposible de cumplir”, señaló.

Lagos anticipó un deslizamiento de entre el 2% y el 3% para el próximo año, siempre que las autoridades “actúen de manera responsable”.

Según previó, el precio de venta del dólar podría alcanzar los 26 lempiras al cierre de este año. “Nuestra economía depende en gran medida de las importaciones, lo que genera un aumento en el costo de los productos importados. La solución está en incrementar la producción nacional y reducir nuestra dependencia de bienes extranjeros, aunque esto es un cambio difícil de lograr en un plazo de un año”, aseguró.

“Esta situación persistirá mientras la estructura de la economía hondureña no cambie y sigamos dependiendo de las importaciones, lo que nos obligará a continuar con los deslizamientos. El Banco Central únicamente realiza los ajustes necesarios, pero el verdadero cambio debe ocurrir en el ámbito productivo del país”, añadió.

Lagos puntualizó que no se puede cambiar durante tres años lo que se permitió deteriorar durante mucho tiempo. Mantener un tipo de cambio fijo significa una caída en las reservas, y cuando esto ocurre sin resolver el problema de fondo, se generan costos considerables: primero, se ven obligados a realizar un deslizamiento abrupto, además, a emitir una deuda externa, como los recientes 700 millones de dólares a tasas comparables con las de una tarjeta de crédito.

Lamentablemente el país es una economía altamente importadora, lo que significa que las personas sienten directamente el impacto en alimentos, ropa y otros productos que se consumen a diario, ya que la mayoría proviene del exterior. Esta alta demanda de dólares para cubrir esas compras agrava la situación.

Lagos instó a cambiar los hábitos de consumo, priorizando productos nacionales y confiando que su calidad puede ser igual o incluso superior a la de los productos importados.

En este panorama se plantean varias interrogantes: ¿Cómo debería el Gobierno manejar la depreciación de la moneda en el futuro? ¿Es posible aplicar una estrategia de depreciación gradual para evitar un golpe tan fuerte al poder adquisitivo de la población? ¿Qué medidas podrían implementarse para mitigar las consecuencias en los sectores más sensibles?

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“Si comparamos la depreciación del 2024 con relación a los años anteriores, fue demasiado acelerada”: Liliana Castillo, expresidente de Economistas

La expresidente del Colegio de Economistas, Liliana Castillo, recordó que durante el año pasado se experimentó una depreciación de 73 centavos, que se acentuó durante los últimos tres meses debido a las medidas adoptadas para cumplir con la meta de reservas internacionales.

Este proceso de depreciación acelerada alcanzó los objetivos que se habían propuesto. “Sabemos que durante este año podrían continuar con las mismas medidas de depreciación de la moneda, aunque sería ideal que se aplicara de manera gradual. Si esto ocurre podríamos esperar que de enero a diciembre la depreciación promedio sea de medio centavo por día, lo que llevaría el tipo de cambio al final del año a niveles de 26.5 o incluso 26.7 lempiras por dólar”, enfatizó.

Analistas anticiparon el impacto durante este año, donde algunos sectores se continuarán beneficiando de la depreciación, mientras que otros seguirán afectados.

Dentro de los principales beneficiados está el sector exportador, ya que reciben más lempiras por los bienes que envían; así como las personas que reciben remesas familiares, quienes también miran un aumento en la cantidad de lempiras por cada dólar que reciben.

Los hondureños dependen en gran medida de las importaciones frente a las limitadas exportaciones. Esto significa que, debido a la depreciación, la población paga más lempiras por productos importados, como combustible, maquinaria y equipos, insumos para la agricultura e industria y muchos otros bienes. Incluso productos alimenticios que podríamos producir perfectamente en el país son afectados por esta situación.

Todo lo anterior afecta al final porque estos bienes son esenciales en sectores como la industria, la construcción, la agricultura y otros espacios clave de la economía. La subida de precios se debe tanto a la depreciación de la moneda como al encarecimiento del crédito, resultado de la restricción de liquidez y el aumento de la tasa de política monetaria, lo que implica un mayor nivel de inflación.

Otro sector perjudicado es a nivel gubernamental debido a la deuda externa que supera los 20,000 millones de dólares (más de 500 millones de lempiras). A medida que aumentan los pagos por la deuda, el Gobierno debe destinar más lempiras para cubrir este servicio, lo que impacta en el presupuesto general y limita los recursos disponibles para otras áreas esenciales, afectando el Producto Interno Bruto y aumentando los gastos públicos.

“El poder adquisitivo de los hondureños continuará afectado, ya que con el aumento de los precios, los ciudadanos podrán comprar menos con la misma cantidad de lempiras que antes. Aunque recibamos la misma cantidad de lempiras, los productos costarán más y, como consecuencia, adquiriremos menores cantidades”, valoró Castillo durante su análisis.

Efectos adversos

Cuando hay elecciones primarias o generales y el Gobierno reconoce que estas medidas son muy impopulares, lo más fácil es no cumplir con el acuerdo con el FMI. Aunque podrían decir que detendrán este ritmo de depreciación de la moneda y que estabilizarán el tipo de cambio, es factible, pero podría traer un desequilibrio a nivel macroeconómico para el erario.

El comportamiento del dólar estadounidense frente al lempira durante el período de 2000 a 2024, basado en los datos proporcionados por el Banco Central de Honduras, reflejó varios patrones y tendencias.

En términos generales, el tipo de cambio (precio promedio de venta del dólar en lempiras) mostró una tendencia creciente desde el año 2000 hasta el año 2024. Esto reflejó una depreciación gradual del lempira frente al dólar, lo que es característico de economías con inflación interna superior a la externa, así como de economías que dependen de la importación de bienes y servicios, lo que genera una mayor demanda de dólares.

Durante los primeros años del período, entre 2000 a 2008, el tipo de cambio fue relativamente bajo, rondando entre 14.7 y 15.3 lempiras por dólar. Esta etapa mostró una estabilidad en la economía hondureña, con un crecimiento moderado, pero sin grandes fluctuaciones.

Entre 2008-2009, la crisis financiera mundial de entonces tuvo un impacto importante en muchas economías y el tipo de cambio durante este período indicó un repunte, alcanzando los 19.0 lempiras por dólar a finales del año 2009. Esto dejó como resultado una depreciación del lempira debido a la incertidumbre económica global y la caída de las reservas internacionales de muchos países.

Entre 2010-2024, el dólar se mantuvo por encima de los 18 lempiras durante la mayor parte de este período, con fluctuaciones moderadas, pero siempre con una tendencia alcista. Para el 2024, el tipo de cambio se estabilizó alrededor de los 24.7 lempiras por dólar, lo que marcó un notable aumento en comparación con los años anteriores. Esta es una clara indicación de la continua depreciación del lempira frente al dólar durante el largo plazo.