Los votantes de Trump no creen en sus promesas más polémicas
Algunos votantes del magnate tildan de “gran show” las promesas de Trump de deportar a millones de ilegales o de supuestamente encarcelar a opositores políticos.
Foto: Emily Elconin para The New York Times
Donald J. Trump dijo que sería bueno para los negocios durante un discurso en el Detroit Economic Club. (Emily Elconin para The New York Times)
Por: Shawn McCreesh/The New York Times
DETROIT — Uno de los aspectos más peculiares del atractivo político de Donald J. Trump es este: mucha gente está feliz de votar por él porque simplemente no creen que hará muchas de las cosas que dice que hará.
El ex Presidente ha hablado de convertir al Departamento de Justicia de Estados Unidos en un arma y de encarcelar a opositores políticos. Ha dicho que purgaría al Gobierno de quienes no son leales y que tendría problemas para contratar a cualquiera que admita que las elecciones del 2020 no fueron robadas. Propuso “un día realmente violento” en el que los agentes de policía pudieran actuar “extraordinariamente duros” con impunidad. Prometió deportaciones masivas y predijo que sería “una historia sangrienta”.
Aunque muchos de sus seguidores se emocionan con esas palabras, muchos otros creen que todo es sólo parte de un gran show.
Por supuesto, hay pruebas de lo contrario. Durante el mandato de Trump, parte de su retórica autocrática se hizo realidad. Realmente puso en marcha una prohibición musulmana; realmente ordenó investigar a sus enemigos; realmente fomentó una turba cuando las elecciones no salieron como él quería. Pero en otros casos se vio obstaculizado, y gran parte de su discurso de hombre fuerte se quedó en eso.
Así es como algunos de sus electores creen que podría desarrollarse otro mandato. Así es como racionalizan su retórica, concediéndole el beneficio inverso de la duda. Ellos dudan; él se beneficia.
El 10 de octubre, Trump habló ante el Club Económico de Detroit. La gente allí no era el tipo de gente que uno encuentra en un mitin de Trump. Llevaban tarjetas de presentación y no lucían gorras rojas ni camisetas de Trump.
Las versiones de Trump
No querían oír hablar de “un día realmente violento” ni del Estado profundo ni de los marxistas ni de ninguna de las otras visiones radicales que Trump describe en detalle en sus mítines. Sólo querían que les dijera que él sería bueno para el sector empresarial.
Y lo hizo. Durante casi dos horas. Hubo asperezas en sus comentarios y algunos comentarios sobre una elección robada, pero sobre todo los hizo sentir contentos con su decisión de votar por él. Se rieron de sus bromas sobre su edad, su cuerpo, su cabello y su riqueza.
Les resultó fácil desconectarse de las otras versiones de él.
“Creo que los medios exageran las cosas por sensacionalismo”, dijo Mario Fachini, un hombre de Detroit de 40 años, propietario de una editorial de libros.
Cuando se le preguntó si creía que Trump purgaría el Gobierno federal y llenaría sus filas con negacionistas electorales, Fachini pensó un momento. “No”, dijo. Entonces, ¿por qué Trump decía que quería hacer eso? “Podría ser simplemente por publicidad”, dijo Fachini encogiéndose de hombros, “simplemente para irritar a las noticias”.
“Las reglas normales simplemente no aplican a Donald Trump, y lo hemos visto una y otra vez”, dijo Neil Newhouse, un encuestador republicano. Dijo que ha encontrado que “la gente cree que dice las cosas para causar efecto, que es fanfarrón, porque eso es parte de lo que hace, su truco. No creen que esto realmente vaya a suceder”.
Pero Trump y quienes lo rodean han dicho que un segundo mandato sería diferente, porque finalmente tiene un control firme sobre su partido y muchos de los obstáculos que lo frenaron antes han sido pulverizados. Esta es una parte clave del argumento de la Vicepresidenta Kamala Harris a los electores. “Entiendan lo que significaría si Donald Trump volviera a la Casa Blanca sin barreras de seguridad, porque ciertamente ahora sabemos que la Suprema Corte no lo detendrá”, dijo durante un debate reciente entre ellos.
En Detroit, Trump contó una versión de esa realidad. “Ahora conozco un poco mejor el juego”, dijo.
Pero también parecía estar consciente de que muchas personas se preguntan sobre algunas de las cosas que dice. Quizás algunas de esas personas estaban en esa misma habitación. Quizás por eso se fue por la tangente sobre todas las formas en que cree que los demócratas están arruinando las cosas y dijo: “Ven, esa es la verdadera amenaza a la democracia: la gente estúpida”.
Los empresarios aplaudieron.
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