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The New York Times

La isla filipina que vive a la sombra del poder militar chino

Una flotilla de barcos chinos rodean la isla de Thitu, ocupada por filipinos por casi medio siglo.

Foto: Jes Aznar para The New York Times

La pista para aviones de Thitu, ocupada por Filipinas, con barcos chinos en el horizonte.

jue 22 de agosto de 2024

Por: Camille Elemia/The New York Times

THITU, Islas Spratly — Cuando se vuela a Thitu se vuelve clara la realidad de la ambición territorial de China. Docenas de barcos chinos rodean este puntito de tierra que unos cientos de filipinos consideran su hogar.

Por ahora, la vida es pacífica y lenta en su mayoría. Pequeños barcos de madera bordean una playa de arena blanca en la costa este. Casas construidas con triplay, trozos de madera y lonas son el principal refugio. Una tarde reciente, algunas personas se reunieron cerca de la playa para deshuesar pescado, mientras que otras se metían en los charcos de marea con arpones de pesca.

Pero cerca, China ha posicionado una flotilla de barcos guardacostas. En un arrecife vecino ha construido una base cuyas luces brillan por la noche. La creciente presencia ha sorprendido a Filipinas, que ha ocupado Thitu durante casi medio siglo. Así que está mejorando sus deterioradas instalaciones militares en el extremo sur de la isla. Y está alentando a más filipinos a mudarse allí, apostando a que más residentes fortalecerán su reclamo sobre Thitu y reducirán las hostilidades con China.

Estos civiles son los únicos en las Islas Spratly —una cadena de aproximadamente 100 atolones, arrecifes y cayos en el Mar de China Meridional que es reclamada por seis países. Marjorie Ganizo y su esposo, Junie Antonio Ganizo, se mudaron aquí con sus ocho hijos en noviembre a pesar de lo que consideraban el riesgo de una invasión china.

“Tuvimos que preguntarnos: ¿hambre o miedo?”, dijo Marjorie Ganizo, de 36 años. “No importa dónde estés, si es tu momento de morir, es tu momento de morir”.

Defensa mutua

Han estallado tensiones entre Beijing y Manila, que tiene un tratado de defensa mutua con EU. En junio, en otra área de las Spratlys, un barco de la Guardia Costera china embistió algunos barcos militares filipinos, hiriendo a un soldado. Las tensiones han disminuido en las últimas semanas, pero un error de cálculo de cualquiera de las partes podría provocar un conflicto con ramificaciones globales, ya que el Mar de China Meridional es crucial para el comercio internacional.

$!La construcción en la isla de Thitu ha crecido a medida que más personas eligen vivir allí.

Para los residentes de Thitu, una extensión de aproximadamente 36 hectáreas, el sitio chino ha reducido su área de pesca.

Pero Ganizo ahora gana hasta 350 dólares al mes como soldador, en comparación con los 80 dólares que ganaba en Palawan, la provincia filipina a unos 480 kilómetros de distancia y la más cercana a Thitu. China continental yace a más del doble de distancia al noroeste.

Está trabajando en las instalaciones militares de Thitu. Manila comenzó a mejorarlos en el 2018. Ahora tiene un puerto protegido. Su pista para aviones, alguna vez lodosa, ahora es de concreto. Se están construyendo un hangar para aviones, una torre de control, un cuartel militar, un centro de salud y una escuela.

Todos los suministros tienen que ser transportados por ferry. Mucha comida se entrega gratuitamente a los civiles, parte del atractivo de la isla. Pero el mal tiempo puede frustrar los viajes de suministros. Hasta este año no había médico. La electricidad está disponible por una tarifa de una central eléctrica diésel, pero las casas no tienen agua corriente.

El año pasado, el Gobierno abrió Thitu y otros arrecifes y atolones ocupados por Filipinas en las Islas Spratly a los turistas. Algunos residentes han convertido sus casas en alojamiento para visitantes.

En la isla viven más de 200 colonos, procedentes de unas 65 familias. Además, unos 150 trabajadores fueron llevados para mejorar las instalaciones militares.

Aquí están destacamentados unos 100 soldados, guardacostas y bomberos. Una noche reciente, los residentes cantaban con una máquina de karaoke, jugaban billar o basquetbol y bebían alcohol. Muchos adolescentes, pegados a sus teléfonos inteligentes, pasaban el rato cerca de la escuela para disfrutar de la conexión Wi-Fi gratuita.

“Este es mi hogar”, dijo Larry Hugo, presidente de un grupo de pescadores. “Saldré de esta isla sólo cuando esté muerto”.

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