El iceberg más grande del mundo gira en círculos desde hace meses tras atorarse en una corriente
El gigantesco trozo de hielo, cinco veces del tamaño de la superficie terrestre de la ciudad de Nueva York y con más de 400 metros de profundidad, se desprendió en el 2020 en el Océano Austral.
Foto: Chris Walton, British Antarctic Survey
No está claro cuánto tiempo girará en su lugar el iceberg conocido como A23a, visto en abril.
Por: Remy Tumin/The New York Times
Durante más de 30 años, el iceberg más grande del mundo estuvo atrapado en la Antártida. Cinco veces del tamaño de la superficie terrestre de la ciudad de Nueva York y con más de 400 metros de profundidad, el gigantesco trozo de hielo finalmente se desprendió en el 2020 y comenzó una lenta deriva hacia el Océano Austral.
Ahora, A23a, como se le conoce, está girando sobre sí mismo. Después de abandonar las aguas antárticas, el iceberg quedó atrapado en un vórtice sobre un monte submarino. Imagina un trozo de hielo de unos 3 mil 900 kilómetros cuadrados de superficie y 440 metros de profundidad girando tan lenta y constantemente como para rotar completamente de cabeza en el curso de unos 24 días.
El iceberg gira cerca de las Islas Orcadas del Sur, a unos 600 kilómetros al noreste de la Península Antártica, “manteniendo una rotación de 15 grados por día”, dijo en las redes sociales el British Antarctic Survey, el instituto de investigación polar del Reino Unido.
“Básicamente está ahí girando y se derretirá muy lentamente mientras permanezca allí”, dijo Alex Brearley, oceanógrafo físico y cabeza del grupo de investigación de Océanos Abiertos del British Antarctic Survey. “Lo que no sabemos es qué tan rápido saldrá esto”.
A23a ha estado envuelto en drama desde el principio, un rasgo que aprendió de su padre-berg.
A23, que era incluso más grande que A23a, fue uno de los tres icebergs que se desprendieron de la plataforma de hielo Filchner en 1986. En ese entonces, el A23 albergaba un centro de investigación de la Unión Soviética y los investigadores tuvieron que abandonarlo. A23a se desprendió más tarde ese año y tocó fondo en el mar de Weddell, donde permanecería 34 años.
El corredor de Icebergs
En el 2020, A23a finalmente se liberó y en diciembre pasado comenzó a salir de las aguas antárticas en un periplo por el Océano Austral. A Brearley y un barco de investigación les tomó casi un día entero rodearlo en diciembre. “Parece tierra, esa es la única manera de describirlo”, dijo Brearley.
El iceberg se encuentra en una zona del Océano Austral conocida como el Corredor de Icebergs. Por lo general, los grandes icebergs se desplazan rápidamente por allí y son atraídos por la Corriente Circumpolar Antártica, la corriente oceánica más grande del mundo. Con el tiempo, son expulsados hacia el este, hacia aguas más cálidas, donde comienzan a derretirse y desintegrarse. Brearley describió la transición como “un baño de agua tibia” a sólo un par de grados por encima del punto de congelación.
Pero A23a quedó atrapado en lo que se conoce como una columna de Taylor, una corriente que se forma alrededor de los montes submarinos. El flujo estándar diverge alrededor de la montaña submarina y crea un cilindro estancado de fluidos sobre la montaña submarina, girando lentamente el agua en sentido contra el reloj alrededor del montículo.
El montículo sobre el que nada A23a tiene unos 100 kilómetros de diámetro y se eleva desde las profundidades del fondo del mar hasta una altura de unos mil metros, dijo el Brearley, calificándolo de “un fenómeno geofísico muy genial”.
Se desconoce con qué frecuencia se forman estas columnas de Taylor o con qué frecuencia se atoran los icebergs en ellas, dijo. Tampoco está claro cuánto tiempo permanecerá el iceberg en su lugar. El derretimiento de los icebergs que se originan en plataformas de hielo flotantes como A23a no contribuye significativamente al aumento global del nivel del mar, dijo Brearley, porque el hielo ya está flotando en el océano.
Señaló a un estudio del 2015 que observó un flotador robótico, parte de una flota de instrumentos que están a la deriva en las corrientes oceánicas para medir la temperatura del agua, atrapado en una columna de Taylor durante cuatro años al noreste de la ubicación actual de A23a. Si A23a pasa mucho tiempo en el vórtice, el iceberg podría derretirse significativamente y afectar al plancton y otros organismos de la cadena alimentaria marina de la zona, dijo Brearley.
Hizo referencia a un eslogan utilizado entre los glaciólogos: Lo que sucede en la Antártida no se queda en la Antártida. “Esta es una de las formas en que la Antártida llega al resto del mundo”, dijo Brearley.
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