La fastuosidad de Shen Yun que oculta un lado oscuro
Falun Gong es el movimiento religioso chino que afirma ser perseguido detrás de las famosas presentaciones de Shen Yun.
Foto: Getty Images
Los miembros de Shen Yun entrenan y viven en un complejo vigilado en el Estado de Nueva York. Ensayando en California.
Por: Nicole Hong y Michael Rothfeld/The New York Times
Comenzaron a aparecer hace unos 20 años en escenarios de primera: cuerpos de baile chinos moviéndose con gracia en trajes coloridos.
Primero en la ciudad de Nueva York, luego en París, Toronto y Taipei, las bailarinas —en su mayoría adolescentes y adultas jóvenes— hacían volteretas y suertes en rutinas destinadas a quitar el aliento, y difundir el mensaje de Falun Gong, el movimiento religioso chino perseguido detrás de las presentaciones.
Desde entonces, Shen Yun Performing Arts, el grupo de danza, se ha convertido en un motor económico para el movimiento y sus líderes, con fuertes ventas de entradas en cinco continentes y activos de más de 265 millones de dólares.
Pero el éxito ha cobrado una factura elevada. Shen Yun ha tratado a muchos de sus artistas como un bien prescindible, encontró una investigación de The New York Times. Rutinariamente los ha disuadido de buscar atención médica cuando sus cuerpos se han lesionado, y les ha impuesto obediencia a agotadores horarios de ensayos y giras mediante un implacable abuso emocional y manipulación.
En entrevistas, algunos integrantes relataron haber bailado con rótulas dislocadas, tobillos torcidos u otras lesiones graves, no dispuestas a buscar tratamiento médico porque el sistema de creencias del grupo consideraba esos cuidados como una muleta de los infieles.
Otras recordaron que los instructores las obligaban a participar en pesajes, reprendiéndolas por estar demasiado gordas.
La mayoría describió sentirse utilizada por un movimiento religioso que se centraba en difundir su visión aún si los artistas resultaban perjudicados en el proceso.
Muchas de las bailarinas y músicos que hablaron con The Times dudaban en compartir sus historias, temiendo represalias por parte de Falun Gong y su líder espiritual. Ese líder, Li Hongzhi, introdujo el movimiento en China en 1992. Lo ha dirigido en el exilio mientras preside sobre el complejo vigilado de 162 hectáreas en el norte del estado de Nueva York, donde viven y entrenan los artistas de Shen Yun.
”Juego del Partido Comunista Chino”
En una declaración, representantes de Shen Yun y Falun Gong dijeron que los artistas que hablaron con The Times estaban distorsionando la realidad “de maneras extrañas y dramáticas”. Dijeron que The Times estaba cayendo en el juego del Partido Comunista Chino, que ha tratado de erradicar el movimiento, al cometer un “ataque prejuicioso” contra una fe que promueve la buena salud, la vida moral y familias y comunidades fuertes.
Basado en parte en elementos del budismo, Falun Gong sostiene que las personas que practican sus posturas y su régimen de meditación pueden alcanzar la iluminación. Pero Li también ha insinuado que él es el creador del universo, diciendo que la adhesión fiel puede purgar al cuerpo de enfermedades y sugiriendo que sus seguidores pueden desarrollar poderes sobrenaturales, como la levitación.
Y, durante los últimos 20 años, Li ha posicionado a su grupo en oposición directa al gobernante Partido Comunista Chino, que ha encarcelado a seguidores de Falun Gong y los ha demonizado.
Dentro de Shen Yun, los líderes del grupo dijeron a los artistas que cada espectáculo era una misión espiritual urgente y los hicieron creer que cualquiera que hablara contra el movimiento enfrentaría consecuencias nefastas. Aun así, 25 ex bailarines, músicos e instructores hablaron abiertamente con The Times. Describieron un patrón de comportamiento abusivo por parte de los líderes de Shen Yun mientras cientos de artistas entraban y salían de la compañía de danza.
Sus relatos, junto con registros públicos, fotografías y grabaciones sacadas de contrabando, ofrecen una mirada sincera al interior de las producciones.
Los miembros del público en los espectáculos de Shen Yun, que pagan hasta 300 dólares por boleto, tienen pocos indicios de que los artistas están trabajando para un movimiento religioso. Ven a bailarines sonrientes que realizan giros perfectamente sincronizados y splits voladores.
Pero muchos artistas dijeron haberse esforzado al máximo porque les enseñaron que realizar un espectáculo impecable salvaría a su público de un apocalipsis inminente. Fue un mensaje que era reforzado por lecciones que inculcaban un fuerte sentido de obligación, así como desconfianza hacia el mundo exterior, dijeron.
A menudo, trabajaban 15 horas al día —ensayando, presentándose e incluso montando y desmontando el pesado equipo de la orquesta— por un salario bajo o nulo, trabajando arduamente bajo la impresión de estar endeudados por el costo de la instrucción, la comida y el alojamiento.
Casi todos los artistas fueron enviados a Shen Yun por familiares que eran fervientes practicantes de Falun Gong. Algunas habían llegado a la sede en el Estado de Nueva York, conocida como Dragon Springs, sin haber cumplido aún los 12 años. No podían salir del complejo sin un permiso especial y estaban limitadas en la frecuencia con la que podían ver a sus familias. Muchas permanecieron hasta bien entrados los 20 años.
Cheng Qingling, quien creció practicando Falun Gong con su madre en Nueva Zelanda, llegó a Dragon Springs a los 13 años. Cheng, una ex bailarina ahora de 27 años, dijo que racionalizó sus malas experiencias allí —la lesión no atendida que hizo que se le durmiera el brazo, los gritos constantes de los instructores— dándoles un significado más loable.
“Simplemente están poniendo a prueba nuestra devoción”, se decía Cheng. “Pero luego pensé: si uso valores humanos normales y juzgo esto, está mal”.
A algunas artistas que querían renunciar se les dijo que irían al infierno o correrían peligro si lo hacían, porque perderían la protección de Li.
Los representantes de Shen Yun y Falun Gong se negaron a permitir que Li y otros líderes estuvieran disponibles para entrevistas. Los representantes, Ying Chen y Levi Browde, llamaron a los artistas que hablaron con The Times un “grupo relativamente pequeño y descontento” que compartía “historias fantásticas”.
Negaron que las artistas que se lesionaban no contaran con atención médica y dijeron que cualquier sugerencia de un ambiente tóxico en Dragon Springs era “altamente subjetiva y huele a prejuicio cultural”.
Dijeron que este reporte sobre Shen Yun probablemente se convertiría en “la joya de la corona” en los esfuerzos del Partido Comunista Chino por desacreditar a Falun Gong. El Gobierno chino prohibió Falun Gong después de que más de 10 mil practicantes organizaron una protesta silenciosa frente a la sede del Partido Comunista en Beijing en 1999. Desde entonces, muchos practicantes han sido detenidos y han muerto bajo custodia policial.
Aún así, el movimiento ha florecido y ha acumulado seguidores en todo el mundo, cuyos miembros pueden ser vistos practicando ejercicios suaves en parques de todo el mundo.
Li ayudó a crear el grupo de espectáculos Shen Yun en el 2006. Ahora, con su esposa, Li Rui, preside Dragon Springs, un complejo equipado con una pagoda imponente y una gigantesca estatua dorada de Buda —con un rostro que guarda un sorprendente parecido con el suyo.
A los estudiantes que viven en la montaña, como también se le conoce al complejo, se les enseña a saludar a Li como “shi fu”, la palabra china para “amo”, mientras hacen una reverencia.
Muchos de los ex artistas contactados por The Times dijeron que Shen Yun les dio la oportunidad de viajar y mejorar sus habilidades en el idioma chino, y que apreciaban la ética de trabajo.
“Aprendí y maduré mucho”, dijo Susan Zhou, una ex bailarina, en un correo electrónico a The Times. “Creo que es una institución maravillosa que crea un espectáculo inspirador para la gente”.
Pero la mayoría dijo que también los exponía al adoctrinamiento.
Durante una conferencia el año pasado, Li, que tiene poco más de 70 años, dijo a los estudiantes en chino que él creó la Tierra y “estableció la música de la humanidad”, revela una grabación de sus comentarios.
Cuestionar esa retórica era considerado una ofensa grave.
David Fiedler, de 66 años, que impartió violín en Dragon Springs del 2013 al 2016, dijo, “Tienes que irte o estar dispuesto a abandonar tu razón”.
A diferencia de muchas otras compañías de danza importantes, Shen Yun no brinda acceso de rutina a fisioterapeutas o médicos, encontró The Times. El riesgo para sus bailarinas era particularmente grave, dada la exigente coreografía de Shen Yun, que exige movimientos de flexión de espalda que incorporan elementos de ballet y gimnasia. Era exacerbado por el exigente horario del grupo, que enviaba a los estudiantes artistas de gira durante meses enteros, con recorridos en autobús que podían prolongarse 16 horas.
“A los artistas de Shen Yun se les ofrece y reciben tratamiento médico siempre que sea necesario, y tenemos los registros médicos para demostrarlo”, dijeron los representantes de Shen Yun y Falun Gong en su declaración. Pero ex artistas e instructores dijeron que tales intervenciones eran raras.
Nathan Xie, un violonchelista, una vez tocó las notas equivocadas en una presentación en la Ciudad de México y la directora de su orquesta más tarde lo reprendió durante una hora. Ella lo acusó de centrarse muy poco en las enseñanzas de Li y de leer demasiado otras cosas, dijo. Ella confiscó su Kindle.
A los estudiantes no se les permitía tener un teléfono inteligente antes de cumplir los 20 años. En los últimos años, a quienes no tenían teléfono se les permitía navegar por Internet sólo 15 minutos al día, y sólo desde computadoras designadas.
La escuela controlaba la música que escuchaban, las películas que veían y los libros que leían.
Las tácticas utilizadas por Shen Yun aterrorizaron a esos artistas que pensaban en irse.
Cuando Joshua Lin, un violinista, comenzó a tener dudas sobre el movimiento alrededor del 2012, trató de ignorarlas. Había vivido en Dragon Springs desde que tenía 15 años. Pero para el 2017, a los 24 años, su devoción había disminuido por completo. Vio un video en YouTube sobre sectas y lo detectaron compartiéndolo con otro músico. Fue expulsado.
Ha llegado a considerarlo una bendición, pero le preocupan los estudiantes que aún están en la montaña.
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