La búsqueda mortal de oro

El mercurio sigue siendo un flagelo. Ha perjudicado gravemente a miles de niños en Indonesia y ha contaminado ríos en el Amazonas.

Foto: Ian Cheibub para The New York Times

El mercurio líquido, usado con frecuencia para extraer oro del lodo, tiene mucho de perjudicar a la población de Surinam.

mié 18 de octubre de 2023

Por Fabian Federl y Jack Nicas / The New York Times

A lo largo del río Maroni, Surinam. Jeovane de Jesús Aguiar estaba hundido hasta las rodillas en lodo en la zanja de 100 metros que había abierto en la selva amazónica, cribando agua café, cuando encontró la pequeña escama brillante que buscaba: una mezcla de oro y mercurio.

Aguiar había rociado mercurio líquido en el suelo de su improvisada mina de oro en el extremo oriental de Surinam, como lo hacía cada dos o tres días. El elemento tóxico se mezcla con polvo de oro y forma una amalgama que él puede extraer del fango. Luego prende fuego a la mezcla, quemando el mercurio al aire, donde los vientos lo esparcen por el bosque y las fronteras, envenenando las plantas, los animales y las personas que encuentra. Atrás queda el oro. Esa parte suele terminar en Europa, EU y el Golfo Pérsico, a menudo en la forma de joyería.

A 20 minutos por el río, la comunidad indígena wayana está enfermando. Los wayana comen pescado del río todos los días y, en los últimos años, muchos han sufrido dolores en las articulaciones, debilidad muscular e inflamación. También dicen que los defectos de nacimiento están aumentando. Exámenes arrojan que los wayana tienen entre el doble y el triple de los niveles aceptables de mercurio en la sangre.

“Ya no tenemos permitido comer ciertos pescados”, dijo Linia Opoya en junio, mostrando sus manos, que le duelen después de las comidas. “Pero no hay nada más. Es lo que siempre hemos comido”.

Daños del mercurio

Impulsados por el consenso científico de que el mercurio causa daño cerebral, enfermedades graves y defectos de nacimiento, la mayoría de los países del mundo firmó un tratado en el 2013 comprometiéndose a erradicar su uso a nivel mundial.

Sin embargo, 10 años después, el mercurio sigue siendo un flagelo. Ha perjudicado gravemente a miles de niños en Indonesia. Ha contaminado ríos en todo el Amazonas, creando una crisis humanitaria para la tribu aislada más grande de Brasil. Y a nivel mundial, los médicos todavía advierten contra el consumo excesivo de ciertos pescados porque el metal tóxico flota hasta el océano y es absorbido en la cadena alimentaria.

Surinam, una nación boscosa de 620 mil habitantes en el borde norte de Sudamérica, es un caso de estudio de cómo el mercurio se ha vuelto tan intratable en gran parte debido al insaciable apetito de la sociedad por el oro.

$!Un minero de oro en Surinam. El 15 por ciento de la fuerza laboral del país está vinculado a la industria.

El mercurio tiene décadas de envenenar a la población de Surinam. Casi uno de cada cinco nacimientos resulta en complicaciones como muerte, bajo peso al nacer o discapacidades, el doble de la tasa de Estados Unidos. Sin embargo, el mercurio también ha impulsado la economía; el oro representa el 85 por ciento de las exportaciones de Surinam, en su mayoría extraído con mercurio.

“Podría trabajar sin mercurio”, dijo Aguiar, de 51 años. “Pero no sería rentable”.

Surinam ha prohibido el mercurio, pero la sustancia se introduce fácilmente de contrabando y se utiliza ampliamente.

Aunque los países occidentales, incluyendo Estados Unidos, han eliminado en gran medida el mercurio, más de 10 millones de personas en 70 países —en su mayoría naciones más pobres en Asia, África y América Latina— aún utilizan el elemento tóxico para extraer oro del suelo, afirma las Naciones Unidas.

Estos mineros a pequeña escala producen una quinta parte del oro del mundo —y casi dos quintas partes de la contaminación por mercurio del mundo, afirman las Naciones Unidas y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. La minería es la principal fuente de emisiones de mercurio, por delante de las centrales eléctricas alimentadas con carbón.

Los grandes mineros de oro utilizan máquinas centrífugas o cianuro, que no se filtra al medio ambiente. Los pequeños mineros eligen el mercurio porque es barato y fácil de usar.

Aunque muchos países han prohibido el mercurio en la minería, la vigilancia es laxa, dijo Luis Fernández, profesor de la Universidad Wake Forest en Carolina del Norte que ha estudiado la minería de oro a pequeña escala. La minería de oro “es una válvula de presión económica para los países más pobres”, afirmó.

Y eso sólo se ha visto reforzado por el aumento del 12 por ciento en los precios del oro durante el año pasado, a más de 65 dólares el gramo.

$!Trabajadores de la mina de Jeovane de Jesús Aguiar.

Contaminación

En el 2013, la comunidad internacional firmó el Convenio de Minamata, llamado así por una ciudad japonesa donde décadas de contaminación industrial por mercurio causaron enfermedades neurológicas en más de 2 mil 200 residentes y envenenaron a los gatos de la Ciudad, impulsándolos a saltar al mar. Bajo el convenio —que 145 naciones ya han ratificado, incluyendo Surinam— los países se comprometieron a prohibir nuevas minas de mercurio, cerrar las existentes y, con algunas excepciones, detener la importación y exportación de mercurio.

Desde entonces, Estados Unidos y la Unión Europea han prohibido prácticamente todas las exportaciones de mercurio, dejando a los Emiratos Árabes Unidos, Tayikistán, Rusia, México y Nigeria como algunos de los mayores exportadores. Los investigadores creen que China, que adoptó el tratado, sigue siendo el mayor usuario de mercurio del mundo.

Sin embargo, el Convenio de Minamata no cubre a la minería de oro a pequeña escala. Donde vive Aguiar a lo largo del río Maroni, que forma la frontera entre Surinam y Guayana Francesa, todos son mineros o trabajan para uno.

Unas horas antes de que Aguiar arrojara mercurio a su mina, donde emplea a siete personas, atracó su canoa en uno de las docenas de comerciantes chinos en los márgenes del Maroni. Las tiendas venden Coca-Cola, fideos instantáneos, condones y mercurio. Aguiar compró un kilo en una botella sin marcar por 250 dólares. Si tiene suerte, será suficiente para extraer medio kilo de oro, que podrá vender en 25 mil dólares.

Aguiar lleva su botín a los comerciantes chinos que le venden el mercurio, quienes se dirigen a los cientos de pequeñas tiendas de compra de oro en Paramaribo, capital de Surinam.

En una tienda, el propietario, Arnaldo Ribeiro, dijo que compra casi todo el oro que llega a sus puertas, pero no tiene mucha idea de dónde viene. Lo revende a Kaloti Minthouse, una empresa conjunta entre el Gobierno de Surinam y un importador de oro con sede en los Emiratos Árabes Unidos, que luego lo exporta a todo el mundo.

Wilco Zijlmans, pediatra en Surinam, dijo que el impacto del mercurio era claro. En un estudio del 2020 de mil 200 mujeres surinamesas que él ayudó a realizar, el 97 por ciento de las del interior del País, donde se usa con mayor frecuencia, tenía niveles peligrosos del metal en sus cuerpos. Zijlmans también halló que los niños en Surinam tenían hoy muchas más probabilidades que hace una generación de tener un desarrollo cerebral retrasado, habilidades motoras disminuidas y peores habilidades sociales y de lenguaje.

Los efectos también se están manifestando al otro lado de la frontera. La comunidad indígena wayana tiene alrededor de mil miembros repartidos por Surinam y la Guayana Francesa, que es territorio francés. Los médicos franceses han seguido la propagación del mercurio en algunas aldeas.

“Con el tiempo, aquí también será como Minamata”, dijo Opoya, que vive en una aldea en territorio francés.

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