La mujer del vestido negro, símbolo del horror de los ataques sexuales de Hamás en Israel
A tres meses del sangriento ataque de Hamás en Israel, aumentan las denuncias de violaciones de los terroristas a decenas de mujeres.
Foto: Sergey Ponomarev/The New York Times
Un sitio rave arrasado por Hamas. Los equipos de emergencia hallaron cuerpos de mujeres con piernas abiertas y sin ropa.
Por Jeffrey Gettleman, Anat Schwartz y Adam Sella/The New York Times
Al principio, se le conocía simplemente como “la mujer del vestido negro”.
En un video poco nítido, se le puede ver acostada boca arriba, con el vestido roto, las piernas abiertas y la vagina expuesta. Su rostro está quemado hasta quedar irreconocible y su mano derecha cubre sus ojos.
El video fue filmado a temprana hora del 8 de octubre por una mujer que buscaba a una amiga desaparecida en el lugar de una fiesta rave en el sur de Israel donde, el día anterior, terroristas de Hamas masacraron a cientos de jóvenes israelíes.
El video se volvió viral y miles de personas respondieron, desesperadas por saber si la mujer del vestido negro era su amiga, hermana o hija desaparecida.
Una familia sabía quién era: Gal Abdush, madre de dos hijos de un pueblo de clase trabajadora en el centro de Israel, que desapareció del rave con su marido.
Mientras los terroristas se acercaban a ella, atrapada en una carretera en una fila de autos de personas intentando huir, ella envió un último mensaje de WhatsApp a su familia: “No entienden”.
En gran medida con base a la evidencia en video —verificada por The New York Times— los funcionarios de la policía israelí dijeron creer que Abdush fue violada. Se ha convertido en un símbolo de los horrores que sufrieron las mujeres y jóvenes israelíes el 7 de octubre.
Los funcionarios israelíes dicen que en todos los lugares donde los terroristas de Hamas atacaron ese día —el rave, las bases militares a lo largo de la frontera de la Franja de Gaza y los kibutzim— brutalizaron a las mujeres.
Basándose en videos, fotografías, datos de GPS de teléfonos móviles y entrevistas con más de 150 personas, The Times ha identificado al menos siete lugares donde mujeres y jóvenes israelíes parecen haber sido agredidas sexualmente o mutiladas el 7 de octubre.
”Gritos sin palabras”
Cuatro testigos describieron en gráfico detalle haber visto a mujeres violadas y asesinadas en dos lugares a lo largo de la Ruta 232, la carretera donde el cuerpo semidesnudo de Abdush fue encontrado tendido en la carretera en un tercer lugar.
Y varios soldados y médicos voluntarios describieron juntos haber encontrado más de 30 cuerpos de mujeres y jóvenes en el lugar del rave y sus alrededores y en dos kibutzim con las piernas abiertas, despojadas de ropa y con señales de abuso en sus áreas genitales.
Hamas ha negado las acusaciones de violencia sexual de Israel. Los activistas israelíes se han mostrado indignados porque el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, y ONU Mujeres no reconocieron las acusaciones hasta semanas después de los ataques.
Los investigadores de Lahav 433, la principal unidad de la policía nacional de Israel, han estado reuniendo pruebas, pero no han dado una cifra sobre cuántas mujeres fueron violadas, diciendo que la mayoría están muertas —y enterradas— y que nunca lo sabrán. Ninguna superviviente ha hablado públicamente.
Una combinación de caos, dolor y deberes religiosos judíos hizo que muchos cuerpos fueran enterrados lo más rápido posible. La mayoría nunca fueron examinados y, en algunos casos, como en la escena del rave, donde más de 360 personas fueron masacradas en unas cuantas horas, los cuerpos fueron retirados en camiones. Esto ha dejado a las autoridades israelíes sin poder explicar completamente a las familias qué les sucedió a sus seres queridos. Los familiares de Abdush nunca recibieron un certificado de defunción. Todavía están buscando respuestas.
Sapir, una contadora de 24 años, se ha convertido en uno de los testigos clave de la policía israelí. No quiere ser identificada plenamente.
Asistió al rave con varias amigas. En una entrevista, relató haber visto grupos de hombres fuertemente armados violar y matar al menos a cinco mujeres. Dijo que a las 8:00 horas del 7 de octubre, estaba escondida debajo de un tamarisco, justo al lado de la Ruta 232, a unos seis kilómetros y medio al suroeste de la fiesta. Había recibido un disparo en la espalda. Se sintió débil. Se cubrió con hierba y se quedó lo más quieta posible.
A unos 15 metros de su escondite, dijo, vio a “unos 100 hombres” subiendo y bajando de vehículos. Dijo que los hombres se pasaban entre sí rifles de asalto, granadas, pequeños misiles —y mujeres gravemente heridas. La primera víctima que dijo haber visto fue una mujer joven con sangre corriendo por su espalda y pantalones hasta las rodillas. Un hombre la tomó del pelo y la obligó a inclinarse. Otro la penetró, dijo Sapir, y cada vez que ella se estremecía, le hundía un cuchillo en la espalda.
Dijo que luego vio a otra mujer “ser desmenuzada”. Mientras un terrorista la violaba, dijo, otro sacó un cúter y le cortó un seno.
Dijo que vio a otras tres mujeres violadas y a terroristas cargando las cabezas cercenadas de otras tres mujeres.
Sapir proporcionó fotografías de su escondite y de sus heridas. Los agentes de policía han respaldado su testimonio y publicaron un vídeo de ella, con el rostro borroso, contando lo que vio.
Esa misma mañana, por la Ruta 232, aproximadamente a un kilómetro y medio al suroeste del área de la fiesta, Raz Cohen —un joven israelí que había asistido al rave— dijo que estaba escondido en el lecho de un arroyo seco.
A unos 35 metros delante de él, recordó, se detuvo una furgoneta blanca. Dijo que luego vio a cinco hombres, todos con cuchillos y uno con un martillo, arrastrando a una mujer por el suelo. Era joven, y estaba desnuda y gritando.
“Empiezan a violarla”, dijo Cohen. “Vi a los hombres parados formando un semicírculo a su alrededor. Uno la penetra. Ella grita. Todavía recuerdo su voz, gritos sin palabras.
“Entonces uno de ellos levanta un cuchillo y simplemente la masacraron”.
Horas más tarde llegó la primera oleada de técnicos voluntarios en emergencias médicas. Cuatro de ellos dijeron que descubrieron cuerpos de mujeres con las piernas abiertas y sin ropa interior —algunas con las manos atadas con cuerdas— en el área de la fiesta, a lo largo de la carretera, en el área del estacionamiento y en los campos alrededor del lugar del rave.
Se hicieron descubrimientos similares en dos kibutzim, Be’eri y Kfar Aza. Ocho médicos voluntarios y dos soldados israelíes dijeron que en al menos seis casas diferentes habían encontrado un total de por lo menos 24 cuerpos de mujeres y jóvenes desnudas o semidesnudas, algunas mutiladas, otras atadas y, a menudo, solas.
Una semana después de que se encontró el cuerpo de Abdush, tres trabajadoras sociales del Gobierno se presentaron en la casa de la familia en Kiryat Ekron. Dieron la noticia de que Abdush, de 34 años, había sido encontrada muerta.
Pero el único documento que recibió la familia fue una carta machote de una página de Isaac Herzog, Presidente de Israel, expresando sus condolencias y enviándole un abrazo. El cuerpo del marido de Abdush, Nagi, de 35 años, fue identificado dos días después del de su esposa. Estaba gravemente quemado y los investigadores determinaron quién era basándose en una muestra de ADN y su argolla de bodas.
Sus hijos, Eliav, de 10 años, y Refael, de 7, ahora son huérfanos. La madre y el padre de Abdush han solicitado la custodia permanente.
Noche tras noche, la madre de Abdush, Eti Bracha, se acuesta en la cama con los niños hasta que se quedan dormidos.
Hace unas semanas, dijo que intentó salir silenciosamente de su habitación cuando el niño menor la detuvo.
“Abuela”, dijo, “quiero hacerte una pregunta”.
“Cariño, puedes preguntar cualquier cosa”, le dijo.
“Abuela, ¿cómo murió mamá?”.
©The New York Times Company