Artista que convirtió un banano en arte va ahora por las armas y el oro
Tras viralizarse con un banano en una exposición de arte Maurizio Cattelan dirige su mirada sardónica al tema de la violencia con armas de fuego.
Foto: Vía Maurizio Cattelan, Perrotin y Gagosian; fotografía por Zeno Zotti
El plátano de Maurizio Cattelan se vendió en tres ediciones, a partir de 120 mil dólares, en el 2019. (vÍa Maurizio Cattelan, Perrotin y Gagosian; fotografía por Zeno Zotti)
Por: Laura Rysman/The New York Times
MILÁN — “Nunca debes preguntarle a un artista sobre su arte”, dijo Maurizio Cattelan después de llegar en bicicleta a un parque de Milán. “El mejor arte despierta muchísimas preguntas”, añadió. “No respuestas”.
Cattelan, de 63 años, uno de los artistas más destacados de la actualidad, con una reputación que va mucho más allá del mundo del arte, tiene una nueva exposición acribillada en Nueva York que seguramente despertará aún más preguntas —y algunas dudas.
Habló con entusiasmo en italiano sobre su primera gran exposición en Nueva York desde su retrospectiva parteaguas, “Todo”, en el Museo Guggenheim de Nueva York en el 2011, en la que casi toda su obra estaba suspendida como un móvil.
“Odio cuando me llaman bromista”, declaró. El artista, que creó una efigie de un Papa derribado por un meteorito, hizo un inodoro real y funcionando de oro macizo al que llamó “América” y dejó atónito al mundo cuando pegó un plátano a la pared con cinta adhesiva y lo vendió como arte, continuamente ha recibido variaciones del mote de bromista —bufón, timador, socarrón— pero el suyo es el chiste cósmico, el chiste de los filósofos estoicos: la muerte y nuestras ilusiones de importancia personal antes de que el olvido llegue por nosotros y por él.
Si la obra de Cattelan no es cuestión de risa, es innegablemente incitante, y para su exposición en la Galería Gagosian de NY, que se extenderá hasta el 15 de junio, dirige su mirada sardónica al inquietante tema de la violencia con armas de fuego. Sus nuevas obras están atravesadas por balas —paneles de acero chapados en oro de 24 quilates que crean un reflejo similar al de un espejo, con sus heridas de municiones deformando las superficies metálicas.
Los paneles acribillados, 64 en total y titulados “Domingo”, pesan unos 35 kilos cada uno y miden unos 1.40 metros de alto. Cattelan comparó el conjunto, montado en una sola pared, con el muro de ejecución de un pelotón de fusilamiento.
“Cuando leo la portada de los periódicos, de lo único que hablan es de violencia”, dijo. “Estoy completamente inmerso en la violencia”.
Con los paneles de “Domingo”, el público participa en la secuela de un tiroteo, viendo sus propios reflejos llenos de agujeros de bala, con la seductora belleza del brillo del oro —y con las implicaciones contrapuestas de una denuncia y una glorificación de la violencia.
“El oro y las armas son el sueño americano”, dijo. El mensaje: la violencia —no la violencia de las películas de ficción, sino la barbarie demasiado real de los tiroteos masivos, los asesinatos y las guerras— es ahora parte de la cultura pop.
Cattelan contrató tiradores en un campo de tiro de la ciudad de Nueva York para disparar contra los paneles con armas que se obtuvieron fácil y legalmente gracias a las laxas restricciones de armas en EU. “¿En qué otro lugar del mundo podrías hacer eso?”, preguntó.
La obra de Cattelan alcanzó su máximo precio de subasta en mayo del 2016, cuando “Él”, una escultura de cera y resina de Hitler de rodillas, se vendió en Sotheby’s por 17.2 millones de dólares, o alrededor de 22 millones de dólares de la actualidad.
“Mi público principal no es el mundo del arte”, continuó. “Son personas que tal vez no estén educadas en lo que se supone que es el arte, pero que se identifican con la obra”.
Roberta Tenconi, curadora de su exposición 2021-22 en el Hangar Bicocca, en Milán, con Vicente Todolí, dijo que “el poder de la obra de Maurizio está en superponer imágenes familiares para crear algo que resuena de muchas maneras.
“Nada es nunca singular o simple. Y a Maurizio le encanta hacer sentir incómoda a la gente”, añadió.
“Mientras más puedas sintetizar elementos contrastantes y eliminar cualquier adorno, más te acercarás a algo que funciona como un símbolo” —para crear imágenes indelebles que ofrecen interpretaciones infinitas, comentó Cattelan.
A saber: el plátano, titulado “Comediante”, del 2019. El plátano provocó fascinación e indignación y un furor tipo mundo del arte vuelto loco, así como un ciclo vertiginoso de memes. En ese entonces, Cattelan me dijo: “Intenta pensar en Napoleón sin su caballo —¡es imposible! Ahora trata de pensar en la cultura pop sin el plátano” —el plátano de Andy Warhol y el Velvet Underground, la cáscara de plátano de las payasadas, el proverbial plátano en el bolsillo, como él dijo.
Pero hoy él desestima la moda como “simplemente un momento viral”.
“Incluso si la gente conoce el plátano, nadie sabe quién soy yo como artista”, dijo.
Y luego se fue en su bicicleta, dejándome con muchas más preguntas.
© The New York Times Company 2024