Más de 5,700 hondureños son atacados al año por perros

En la gran mayoría de los casos, el ataque solo resulta en lesiones, pero también se han producido algunas muertes. Legislación actual presenta vacíos, opina abogado.

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vie 2 de septiembre de 2022

El día comenzó para Gustavo como cualquier otro. Lo que nunca se imaginó es que una breve parada por la casa de su vecino se convertiría en una pesadilla que pudo haberle costado la vida.

“Estábamos remodelando nuestra casa y fui a avisarle a nuestros vecinos que haríamos bastante ruido por un buen rato, y ellos tenían un perro. El perro siempre ladraba y se le veía como enojado, pero los vecinos mantenían cerrado su portón”, relata Gustavo Vallecillo, conocido presentador de televisión e “influencer”, sobre el desafortunado incidente que comenzó con un portón mal cerrado

Datos

“El vecino no atendió con rapidez el llamado, por lo que procedí a irme, pero antes de que me fuera el vecino se asomó por la ventana. Cuando me regreso a darle el mensaje, el perro se salió por el portón, que estaba mal cerrado, y procedió directo a atacarme”, rememoró.

Gustavo asegura que él no hizo ninguna clase de provocación, ni siquiera había notado que el perro de su vecino, de una raza mezclada de pitbull americano, pudiese ser tan agresivo.

$!Con entrenamiento y precauciones se reduce el riesgo de ataques. FOTO : MOISÉS VALENZUELA

El ataque fue rápido y sangriento, pero la rápida intervención de su vecino, que tomó al perro de la cola para detenerlo, le permitió al presentador escapar y refugiarse en su casa.

Posteriormente descubrió que la herida provocada por el animal estuvo cerca de cercenar una vena. Al final y tras el escalofriante episodio perdió un trozo de piel y le quedaron cicatrices, algunas de las cuales quedan cubiertas por la ropa, mientras que otras se disimulan entre los tatuajes que luce en sus brazos. Aun así se considera afortunado.

3 claves

Agresiones por miles

El caso de Vallecillo es apenas uno entre miles de casos de agresiones caninas que todos los años se producen en Honduras.

De acuerdo con los datos proporcionados por la Secretaría de Salud (Sesal), entre 2012 y junio de 2022, los centros de asistencia médica registraron 62,788 casos de perros atacando a seres humanos.

Dicho total deja el promedio de agresiones en unas 5,708 por año.El año con la mayor cantidad de agresiones registradas fue 2015, cuando hubo 6,813 casos, lo que equivale al 10.9% del total acumulado a lo largo de la década.

En años más recientes, la cantidad de ataques registra una tendencia descendente. Aun así, el año pasado hubo 3,159 ataques y, en los primeros seis meses de este año, 2,462. Dicha cantidad supone una frecuencia de 410 por mes, 102 por semana o 14 por día.

Geográficamente, la región en donde más ataques ocurren es en la Región Metropolitana del Distrito Central, que, como la más poblada del país, se refleja también en una mayor población de canes.

Tan solo en esta región, muestran los datos de Sesal, se produjeron, desde el año 2012, unos 8,606 ataques de perros a seres humanos, promediando 782.4 por año y correspondiéndole el 13.7% del total de agresiones registradas en una década.

Falta de regulación

Los ataques de perros a seres humanos son un problema del que no suele hablarse mucho, y dicha indiferencia se refleja también en la legislación hondureña, lo que no deja de resultar algo irónico si se toma en cuenta la magnitud del problema y si se considera que, desde el año 2015, fue aprobada una ley que castiga con penas de cárcel a las personas que abusen, maltraten o provoquen la muerte de un animal.Sin embargo, cuando la situación es al contrario, el resultado puede ser muy diferente.

Antonio Velasco, abogado penalista, explica que en el Código Penal vigente existen dos figuras aplicables al caso de las agresiones: el dolo y la imprudencia.

“Doloso es cuando se tiene la intencionalidad de cometer el delito, y la imprudencia es cuando no se tiene el cuidado y se provoca un daño a un bien jurídico. En el caso de los animales, solo pueden existir daños a la persona, lo que sería un homicidio o lesiones. Si son dolosas, es un homicidio o lesión, pero si hubo imprudencia, son lesiones u homicidio imprudentes”, precisa el abogado.

Sin embargo, en todos los casos, las posibles acciones legales deben dirigirse contra la persona a cuyo cargo se encuentra el animal, nunca contra el animal en sí.

Velasco explica que el dueño de un animal que provoque lesiones o muerte puede recibir, dependiendo de los agravantes del caso, sentencias que van de 1 a 7 años de prisión.

En algunos casos, la persona pierde la tenencia del animal, pero a este se le deja con vida, incluso si ha provocado una muerte, pues la pena capital, ya sea para animales o personas, no está incluida en las leyes hondureñas.

En opinión del abogado, existe un vacío legal en la legislación sobre el manejo de estos casos.“Podríamos mencionar la ineficacia del sistema para atender esta clase de situaciones, ya que, siendo honesto, creo que las autoridades no les dan tanta importancia en comparación con otros casos, y eso no debería ser así”, indicó.

Tenencia responsable

Pero independientemente de que la agresividad de un can tenga o no consecuencias legales, está claro que los dueños de un perro, en especial de uno particularmente agresivo, deben tomar las debidas precauciones para evitar situaciones que deriven en tragedias.

“Hay algunas razas más predispuestas a la agresividad que otras, pero en sí todas pueden ser agresivas. Depende mucho del dueño”, dice el doctor Guillermo Van Tuyll, médico veterinario de la Fundación Nacional de Protección de Animales (Funapa).

El experto recomienda que antes de hacerse de un perro las personas deben informarse sobre la raza en particular que les interesa adquirir.

“La primera precaución que debe tener un dueño es tomarse en serio si observa señales de agresividad. Debemos ser responsables a la hora de tener ese animal para que no proceda a agresiones futuras”, sugiere Van Tuyll.

El veterinario recomienda que los dueños de animales especialmente agresivos tomen precauciones, como el uso del bozal, de la correa y accesorios como collares, pasamanos e incluso collares de castigo.

Y para quienes pueden permitírselo, las escuela de entrenamiento puede ayudar a una mascota a canalizar la agresividad, lo que previene los ataques hacia otros perros o contra las personas.

Tras el suceso, Gustavo Vallecillo llegó a un acuerdo con el dueño del animal que lo atacó. No procedió judicialmente, pero en cambio tuvo que deshacerse de un animal que ya había demostrado su peligrosidad.