Garachana, el obispo español que se ganó el corazón de los sampedranos
Monseñor Ángel Garachana durante una homilía.
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Lo bautizaron con el nombre de Ángel Garachana Pérez y le hace honor a su nombre al convertirse en ángel para miles de personas que le han conocido y escuchado a lo largo de sus años como sacerdote y obispo.
Es protagonista del episcopado más largo en Honduras. Por 28 años pastoreó a su amada diócesis de San Pedro Sula donde deja un legado importante.
Nació un 3 de septiembre de 1944.
A los ocho años, no solo era labrador y jugador de la pelota vasca sino que también ayudaba al sacerdote de su pueblito en aquellos tiempos en que la misa se oficiaba en latín.
El niño que decía que quería ser sacerdote misionero era tan aplicado en la escuela, que su maestro lo ponía a ayudar a los más pequeños.
Realizó un trabajo con amor y dedicación en la diócesis en San Pedro Sula.
Su sueño de niño nació por la motivación y admiración al misionero claretiano Marciano Villanueva. Con esa ilusión a los 14 años cumplidos fue al seminario menor de los misioneros claretianos. A sus 20 años hizo sus votos temporales, a los 25 sus votos perpetuos y a los 28 años fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1972.
En octubre de ese mismo año es enviado a la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe en San Pedro Sula y Consiliario Diocesano del movimiento de cursillos de cristiandad, cargo que desempeñó por tres años. Desde ese momento San Pedro Sula se convirtió en su casa. Regresó a España tres años después. Su vocación y liderazgo lo llevaron a convertirse en Superior Provincial de los misioneros claretianos de Castilla por ello regresa a Honduras a visitar las comunidades claretianas.
Pero Dios tenía algo más grande para su vida y el 30 de noviembre de 1994 se hizo público su nombramiento de Obispo de la Diócesis de San Pedro Sula. Y es ordenado el día 03 de febrero de 1995 en la Catedral Sampedrana.
Con amor, sencillez, liderazgo y una verdadera vocación monseñor Ángel llegó a los 75 años puso su renuncia y el 26 de enero de 2023 recibió la noticia de la creación de una nueva Provincia Eclesiástica en Honduras con Sede Metropolitana en San Pedro Sula, que pasó a ser Arquidiócesis y también la noticia de la aceptación de su renuncia.
En sus 28 años pastoreando a la iglesia el nombre de monseñor Ángel resonó nacional e internacionalmente por el trabajo evangelizador pero también por los análisis y posiciones críticas en torno a la realidad de Honduras.
Presidió varias comisiones en la Conferencia Episcopal de Honduras y se desempeñó como Secretario General y presidente durante dos trienios.
Su huella queda también en en el “Secretariado para América Central”, en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y en la Asamblea Ordinaria del año 2019 entró a formar parte del Equipo de Asesores para la Renovación y Reestructuración del CELAM.
Pero, la misión de evangelizar seguirá ha dicho el ahora obispo emérito. Aunque haya dejado de ser el obispo sampedrano y se retire, por un tiempo, a su pueblito de la provincia de Burgos en España en donde de niño pastoreaba las ovejas del patrimonio de sus padres seguirá sirviendo y evangelizando.
Al despedirse de su querida feligresía de la cuna de los zorzales sin duda recordará cuando, en su niñez, su padre le entregó las herramientas para que segara el trigo y el centeno, trabajo que continuó realizando aun siendo sacerdote cuando iba a vacacionar a la casa de sus progenitores.
Los feligreses de Honduras lo vieron empuñando, con suma devoción, la cruz de la redención como representante de Cristo, pero nunca manejando el azadón y el hacha cuando iba a los retiros espirituales en su natal Barbadillo de Herreros.
Asegura que regresará a San Pedro Sula para ser un misionero de a pie.
En su oficina del obispado no podía demostrar sus habilidades de labrador, pero sí, en sus momentos de relax, las de jugador de la pelota vasca, un deporte que practicaba, en forma profesional, cuando era seminarista.
En su armario particular guardaba la pelota hecha de lana y forrada con cuero de gato, la que lanzaba contra la pared y manipulaba con tanta rapidez que parecía perderse entre los dedos.
Ahora que cumplió la misión de animar la fe de su pueblo, de anunciar el Evangelio de Jesucristo y trabajar para que la gente tenga una vida en plenitud, volverá a la tierra natal, pero con la idea de regresar a Honduras a vivir hasta el final de sus días. Gracias por su legado monseñor.