Sin perder el control
Exclusivo para Suscriptores
¿Ya tiene su suscripción? Únase a nuestra comunidad de lectores.
SuscríbaseGracias por informarse con
La Prensa
Alcanzó su límite de artículos
Suscríbase y acceda a artículos, boletines, eventos y muchos más beneficios, sin límite.
SuscríbaseGracias por informarse con
La Prensa
Artículo exclusivo bajo registro
Inicie sesión o regístrese para acceder al mejor contenido periodístico.
Iniciar SesiónGracias por informarse con
La Prensa
Estamos iniciando uno de los momentos del año en los que el disfrute de las vacaciones breves roza invariablemente con el exceso. El hedonismo encuentra un lugar importante en la Semana Santa, por paradójico que eso parezca.
Es un tiempo de recogimiento espiritual para muchos, pero también es una pausa en la rutina, una palabra que adquiere mayor peso luego de más de dos años de medidas restrictivas por la pandemia. Después de mucho tiempo, hay actividad presencial quizás como antes de que el covid-19 irrumpiera en la vida de todos.
Casi podría esperarse que luego de ese tiempo, las personas olviden qué es lo que ha pasado y hagan eco del exceso. En medio de todo el bombardeo mediático, que coexiste con mensajes de carácter social que motivan a ser responsables en todos los aspectos, habrá muchas personas que se debatan entre lo que deben y lo que quieren.
He pensado seriamente en quienes libran una batalla diaria con adicciones, de forma puntual en las personas alcohólicas, que buscan mantener la sobriedad, una lucha por preservar el autocontrol y decir siempre no a la propuesta continua en ambientes de carácter social.
Nadie está obligado a una sola forma de vivir este tiempo de asueto, pero la presión social es quizás más grande en momentos como éste, en el que pensar y actuar distinto puede parecer poco actual.
En una sociedad que por una parte pregona el respeto a la diversidad de ser y actuar, pero al mismo tiempo nos muestra estereotipos de lo que puede considerarse divertido e interesante, mantener la autenticidad y el control de sí mismos es un verdadero reto.
En ocasiones sentimos que podemos hacer muy poco por cambiar nuestro entorno y quizás así sea. Lo que sí es posible modular es nuestra forma der ver la vida y vincularnos con los demás, siendo respetuosos con otros y con nosotros mismos.
Conocer las personas con las que nos relacionamos es indispensable, para comprender cuando corremos riesgo de ser imprudentes. Respetar a quienes no toman bebidas alcohólicas, por cualquier circunstancia, es vital. No ofrecer alcohol es tan importante como no excluir.
Por otra parte, si conocemos a alguien que requiere ayuda para dejar de beber, siempre es posible buscar ayuda con los grupos de Alcohólicos Anónimos (AA) y si estamos en el círculo cercano de quien acude a estos grupos, invitarlo a reforzar su red de apoyo, a no dejar de asistir a las sesiones.
El alcoholismo, como enfermedad, es un silencioso destructor no solamente de quien lo vive, sino de su entorno inmediato y de su comunidad. Hay grandes personas, con capacidades extraordinarias que pueden perderse sin la ayuda oportuna. Si conoce a alguna de ellas, busque apoyo con AA.
No perder el control puede ser un desafío constante para mucha más gente de la que creemos. Seamos empáticos y procuremos no ser piedra de tropiezo. Respetar las negativas a las propuestas de ofrecimiento, tanto como a quien lo dice, es indispensable.
Etiquetar a las personas como “divertido” o “aburrido” de acuerdo con su capacidad de asimilar el alcohol y de perder el control es una actitud grosera que debemos evitar a toda costa.
Hay siempre una respuesta y una salida; hay formas de salir adelante aceptando la condición de alcohólico, aprendiendo a conocerse. La sobriedad es una elección personal, pero se requiere de una férrea voluntad y una red de apoyo que contribuya en el proceso que se renueva cada 24 horas.
Si ha vivido de cerca una historia así, con algún familiar o amigo, lo comprenderá mejor. En esta semana de vacaciones, elija cuál es su propósito.
La diversión no está peleada con la responsabilidad de uno mismo y de su entorno inmediato. Que disfrutar de estos días nos permita a todos y todas crecer como personas integrales, que no solamente somos lo tangible, sino también espíritu.