Madres hondureñas, ejemplos de tenacidad, coraje y fortaleza

Conozca la historia de cinco valiosas hondureñas que han sabido combinar sus papeles como madres y profesionales

En el país se conmemora el segundo domingo de mayo de cada año.

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San Pedro Sula, Honduras.

Este domingo 14 de mayo se celebra en Honduras el Día de la Madre, una fecha para celebrar y resaltar la gran misión que estos maravillosos seres cumplen en la Tierra.

Todos los seres humanos, sin excepción, hemos crecido los primeros meses de nuestra vida dentro del vientre de nuestras madres, por lo que la existencia de muchos no sería posible si no se llevara a cabo este proceso biológico tan sublime y a la vez grandioso.

Cuando se piensa en la madre actual les damos un enorme reconocimiento, y bien merecido, a todas aquellas mujeres que son madres y profesionales. Pero tampoco debemos quitar mérito a la que decide por decisión propia o por las circunstancias dedicarse al 100% a su hogar, siendo este su único trabajo.

En esta edición contamos la historia de cinco incansables mujeres y madres de familia que contra todo pronóstico han sabido salir adelante, dando ejemplo de tenacidad, coraje y fortaleza.

Abogadas, enfermeras, políticas, luchadoras sociales, policías o bomberos, todas tienen una historia que contar, lo cual las convierte en las guerreras que son actualmente.

Maribel Espinoza, diputada por el Partido Salvador de Honduras (PSH), abrió su corazón y habló con LA PRENSA sobre los retos que la sociedad demanda para las madres de familia, y desde su experiencia expresó lo que para ella significa ser mamá.

María Irís Ríos, una promotora social que da muestra que no se necesita que los hijos sean propios para demostrarles todo el amor y afecto que necesitan para ser personas de bien que contribuyen a la sociedad.

“Los límites nos los ponemos nosotras. Las mujeres somos realmente poderosas y somos en realidad quienes formamos a nuestros hijos en sus primeros días”, son las palabras claves que utilizó Maribel Espinoza, una abogada y diputada hondureña que día con día da muestra de lo que significa ser madre.

A sus 64 años, la máster en Derecho está convencida de que el rol de las mujeres va más allá de estar frente a las tareas del hogar o para cubrir las necesidades de los hijos.

Para ella, desde su rol como madres, las mujeres tienen el deber de inculcar valores y principios que entreguen a la sociedad varones y hembras de bien, dispuestos a luchar por el bienestar de sus familias y la patria.

“Si Dios nos dio la oportunidad de traer seres al mundo, somos capaces de transformar la sociedad. Debemos educarlos para que ellos amen la tierra en la que hemos nacido y la hagan producir y que logremos el desarrollo humano de este país, que no permitamos que hombres y mujeres egoístas, que solo piensan en sus propios intereses, sigan tomando las decisiones en esta patria”, recalcó Espinoza.

Maribel Espinoza.

Es madre de dos hijos varones, uno de 40 y otro de 36 años, los que son fruto de un matrimonio que formó hace más de cuatro décadas. Como mamá dice tener muchas anécdotas, como aquellas ocasiones en las que mientras ella redactaba en la computadora, sus hijos, que en aquel entonces eran unos bebés, tomaban la siesta en la alfombra del consultorio jurídico en el que ella trabaja en sus primeros años de carrera como especialista en Ciencias Jurídicas y Sociales.

Dice sentirse orgullosa de su papel como madre, esposa y profesional, esto en parte a la buena elección que hizo con su pareja de vida, quien siempre entendió sus aspiraciones laborales y le permitió desarrollarse.

Valiente

En el plano personal, Maribel Espinoza se describe como una amante de la lectura y una aficionada de los deportes extremos. Desde muy pequeña, su padre, el exmilitar Juan Andrés Espinoza, le enseñó cómo caminar por las montañas, y desde entonces es amante del senderismo, aunque son actividades que realiza poco en la actualidad debido a sus compromisos como abogada y diputada del Congreso Nacional.

De joven también practicó los lanzamientos de caída libre, aunque fue algo que abandonó tras someterse hace algunos años a una cirugía de columna.

Es corredora de carros en carreras recreativas, sosteniendo un récord de velocidad de 265 kilómetros por hora. Ha participado en carreras de este tipo en Guatemala y Estados Unidos.

“También me gusta montar a caballo, aunque hace tiempo no lo hago, y uno de mis sueños era lanzarme de un paracaídas, lo cual no pude lograr por el problema de la columna; sin embargo, ahora estoy más interesada en los carritos de montaña. Estoy esperando la oportunidad para acompañar a mis hijos en estos viajes”, expresó Espinoza.

Es madre como muchas otras mujeres, con la diferencia de que todos los días se enfrenta a riesgos que otras no. Se trata de Sayda Patricia Arauz Martínez, subteniente del Cuerpo de Bomberos en la subestación de Chamelecón.

Desde los 8 años sintió la inquietud de servir a través del voluntariado, es por eso que se inscribió en la Cruz Roja, donde al cabo de un tiempo logró convertirse en paramédico.

Meses después ingresó al Cuerpo de Bomberos, donde gracias a su tenacidad fue ganándose el respeto y admiración de sus compañeros varones. Hace doce años fue madre, y aún a los ocho meses de gestación participaba en peligrosas misiones, poniendo en peligro su vida y la de su bebé.

Sayda Patricia Arauz

“Era complicado andar con la barrigota y hacer turnos de ocho horas. Luego cuando regresé fue doloroso dejar a mi hijo, ya que nosotros aquí hacemos turnos en los que entramos el viernes y salimos el lunes, pero todo tiene su recompensa”, dijo la subteniente.

La policía es valiente, osada, es un ejemplo de superación y compromiso con su profesión, ya que en muchas ocasiones debe alejarse de sus hijos por cumplir con su deber en servicio de la ciudadanía.

Es el caso de la joven Heylin Soad Flores (29 años), clase 1 en la Unidad Metropolitana de Policía (Umep 5).Es madre soltera de una niña de 5 años de edad, la que está en primer grado y debido a su trabajo como policía debe dejarla al cuidado de su madre en una aldea de Danlí, El Paraíso.

Heilyn Siad Flores.

Con dolor relató que desde hace siete años que forma parte de la institución ha tenido que sacrificar muchas cosas como mamá, especialmente pasar el Día de la Madre con su niña.

“Es doloroso porque hacen actividades en la escuela de ella y no puedo ir. Nosotros celebramos con otras madres que no son las nuestras y con otros niños que no son los nuestros, es algo bastante difícil”, comentó Flores.

Geraldina Yamileth Rivera (49 anos) lleva 28 años ejerciendo su profesión como enfermera auxiliar, tiempo que comparte con su vida como madre y cabeza del hogar.

En estos años se ha podido desempeñar en el hospital Mario Catarino Rivas y en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) en San Pedro Sula, lugar donde ya suma dos décadas trabajando.

Sin titubear, la madre dijo que fue su gran entusiasmo por servir lo que la llevó a elegir ser enfermera, pues desde muy pequeña sintió atracción por el área de la medicina, sabía que a través de ella podía ser de ayuda para muchas personas, aunque eso significaba sacrificar muchos momentos junto a su familia.

Geraldina Rivera

Hace más de seis años, Geraldina vivió un episodio muy difícil, que marcó por completo su vida. Fue diagnosticada con cáncer de mama, enfermedad a la que hizo frente y pudo vencer con fortaleza y mucho apoyo de sus hijos, compañeros y amigos, mismos que jamás la abandonaron.

Todos los niños del mundo deberían contar con al menos una madre. María Iris Ríos lleva 11 años acompañando a los niños y jóvenes de la fundación Amor y Vida, lugar en donde velan por el bienestar de menores huérfanos que viven con VIH.

Para nadie es un secreto el gran trabajo que esta ejemplar mujer realiza desde que llegó a este hogar, es muy querida por los niños que cuida y muy respetada por una gran cantidad de personas que conocen todo lo bueno que ha representado para los pequeños que están en la fundación.

Desde su instinto de madre, Ríos ha buscado a toda costa hacer entender a su entorno que estos niños y jóvenes solo tienen una condición de salud diferente y que por ende deben ser incluidos en la sociedad como personas comunes y corrientes“.

María Iris Ríos

Es grandioso ver a una de nuestras jóvenes en un teatro de New York participando y siendo la mejor del grupo, esto demuestra que todos tenemos la oportunidad de ayudar, de apoyar a proyectos de labor social como este, y que si nos comprometemos, los resultados para los niños serán fabulosos”, dijo Ríos.

Ella parece ser la mamá de 30 niños y jóvenes huérfanos a los que cuida desde hace más de una década, pero no es más que una persona que disfruta hacer lo que hace y que ahora ve lo frutos y resultados de esa gran labor social.

“Ser madre social es más que una profesión, es una opción de vida y al final una decisión. Estamos haciendo vínculos de afecto con los niños, para esto es imprescindible que las que tenemos la oportunidad de ser madre social tengamos el instinto maternal aflorado, capacidad de amar incondicionalmente a estos niños”, puntualizó.

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