“Me despidieron por los tatuajes y dijeron que ya no era competente”: relato de hondureño

El hondureño Osmany Reyes fue separado de una empresa a raíz de múltiples tatuajes hechos sobre su cuerpo.

Los primeros tatuajes sobre su cuerpo se los comenzó a hacer a partir de los 18 años.

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San Pedro Sula, Honduras

Pareciera que el tiempo ha pasado rápido desde entonces, pero Osmany Reyes (de 28 años), un joven universitario y talentoso artista del tatuaje, aún recuerda con recelo el despido que tuvo que enfrentar allá por 2018 cuando trabajaba como técnico en una empresa desde hacía cinco años.

El joven rememoró que antes de trabajar en el parque industrial lo hizo para otra empresa en la zona, donde por sus políticas se realizó los primeros tatuajes a escondidas.

Su pasión por el arte en la piel no cambió con el pasar del tiempo y cuando entró a la maquila entendió que lo mejor era comunicarlo y, de hecho fue así.

Osmany trabajaba como técnico en la fábrica cuando de pronto se enteró de su despido.

Inicialmente no hubo problema alguno con Recursos Humanos e incluso recibía consejería psicológica y podía laborar sin inconveniente, pero de pronto hubo una cambio de gerencia en la empresa, que incluía nuevas reglas y métodos de trabajo. Cuando la entonces jefatura se enteró de la condición física de Osmany y de otros compañeros amantes del tatuaje, curiosamente tanto él como los demás fueron despedidos bajo el argumento de “reestructuración”.

En ocasiones, aunque se acepte dentro de la empresa a una persona que porte una o más modificaciones corporales, se le sigue excluyendo de actividades, se limita su acceso o se permite otros empleados se comporten de una manera poco tolerante a su alrededor.

Osmany aseguró que “me despidieron por los tatuajes, la nueva gerencia ya no estaba de acuerdo y me dijeron que ya no era competente para el nuevo equipo de trabajo, pese a que hacía mi trabajo con excelencia aún cuando no era mi vocación”.

Conversando su experiencia con el equipo de LA PRENSA Premium al interior de su trabajo en San Pedro Sula.

Luego de lo ocurrido decidió no emprender acciones contra la empresa ante la Secretaría de Trabajo.

“Lo sucedido lo tomé como un obstáculo más por mi apariencia, me pregunté qué iba a hacer a sabiendas de mi físico, buscaba y buscaba y no encontraba nada. Al final fue una bendición lo que pasó porque si hubiese seguido allí no me hubiera dedicado finalmente a lo que me gusta”, dijo.

Después de ser despedido y buscar múltiples opciones de empleo sin éxito, halló en el tatuaje una oportunidad para trabajar y salir adelante.

La pasión de Osmany por los tatuajes era tanta que decidió no solo colocarse dibujos artísticos sobre la piel, sino también partirse la lengua y tatuarse los ojos.

Tiene más de tres años de trabajar profesionalmente el arte del tatuaje.

“Comencé de lleno con el negocio de tatuajes y modificaciones a partir del año 2020, ahora soy feliz”, exteriorizó durante la entrevista mientras reposaba en uno de los estudios.

El joven cuestionó que empresas hondureñas frenen oportunidades de artistas como él por pensar que de trata de antisociales. “Es cierto que fueron ellos quienes inicialmente le dieron realce a los tatuajes, pero ya no sucede, ahora o están en la cárcel o en otro lado, pero más bien tratan de ocultárselos para pasar por desapercibidos”, señaló.

El muchacho residente en Choloma agradeció a Dios por lo ocurrido hace años, pues reiteró que eso le cambió la vida para bien, ya que ahora sobrevive de su pasión original, los tatuajes.

Osmany Reyes lamentó que en Honduras aún se juzgue por la apariencia. Tiene gran parte de su cuerpo tatuado, pero eso no significa que es antisocial; al contrario, se siente feliz.

Expertos concuerdan que si las empresas niegan arbitrariamente a empleados la oportunidad de expresarse a través del arte corporal, se puede generar un mensaje que reduce la innovación y el crecimiento, especialmente si un talentoso empleado tiene tatuajes.

La marca del empleador también puede sufrir, ya que millennials y de otras generaciones buscan empleadores que parecen más progresistas e inclusivos. Desde luego, algunos límites son aceptables y sabios, la prohibición de visibles tatuajes degradantes imágenes o eslóganes tiene sentido..

Se considera que cuando las empresas intenten crear un código de vestimenta que limite la individualidad, deben hacerlo con un pensamiento razonado, pues solo así se irá disipando la discriminación laboral, que ya dejó de ser en los países del primer mundo.

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