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Aunque ya se adelantaron algunos cambios, como el de cesar al embajador de Honduras en Estados Unidos -separado previo a la visita del canciller Eduardo Enrique Reina a Washington-, y designar al conocido escritor Roberto Quesada como nuevo embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA), el nuevo Gobierno no ha procedido a hacer públicos los nombramientos o ratificaciones en el servicio exterior. En estos días, ha declarado el Canciller, se valoran contratos y acuerdos de la carrera diplomática.

“Hay muchos decretos que se aprobaron en la última fase del gobierno anterior que dejaron amarrados los nombramientos y con las manos atadas a la Presidencia para hacer nombramientos”, situación que les está tomando tiempo porque “tenemos que hacerlas como en derecho, como se amarran se desamarran”.

Y aunque el funcionario ha asegurado que “no se trata de hacer una barrida” de empleados y diplomáticos, sino “una reingeniería en el servicio exterior”, todo indica que sí habrá cambios drásticos bajo el argumento que “los embajadores representan a la presidenta (Xiomara Castro) y, como tal, deben contar con su confianza porque son los mensajeros de ella ante el mundo”.

Esa revisión de la planilla de embajadores y diplomáticos debería tener de base no solo la experiencia y la confianza que le generen a la presidenta Castro, sino deben pesar características que son vitales si el propósito es mejorar las gestiones de nuestras embajadas y consulados, sobre todo en estos tiempos cuando la imagen del país está en su más, más bajo nivel.

Una de estas cualidades es el alto sentido del deber, del orden, responsabilidad y su compromiso para que sus logros sean evidentes, tanto en las gestiones diarias, al servicio de los hondureños en el extranjero -ordenar que atiendan los teléfonos, por ejemplo-, como en las negociaciones donde deba defender intereses nacionales.

Un buen embajador no solo debe tener sólidos conocimientos de su país, sino entender las características del lugar dónde le han enviado; debe ser analítico, estratégico e intuitivo para aprovechar nuevas oportunidades y saber a quién dirigirse, señalan los manuales de un buen diplomático.

Además de preparados y responsables, deben ser amables, conciliadores y extrovertidos, con las características básicas de un líder; que esas embajadas y consulados no sean madrigueras del amiguismo y familiares de quienes ostentan el poder.

Cancillería debe valorar a los hondureños que faciliten avanzar con un servicio exterior sensible, comprometido, activo y productivo. De eso debe tratarse la reingeniería.

Editorial La Prensa
Honduras