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Las sorpresas están a la orden del día en todos los niveles y es tal la dialéctica y la demagogia que todo se explica y se justifica en aras de la economía, en los millones que “se gastan” en atender problemas humanos cuyo origen está en la misma sociedad y en quienes la dirigen. ¡Qué desparpajo!

El alcalde sampedrano es admirador, a su modo, de Christine Lagarde, antes directora del Fondo Monetario Internacional y ahora presidenta del Banco Central Europeo, quien en los primeros meses de la pandemia lanzó su grito de guerra, señalando que los jubilados eran una más que pesada carga que la economía mundial no podría sobrellevar. Conclusión, que descansen, pero en la otra vida.

Ahora resulta que el único lugar de albergue para los ancianos en San Pedro Sula es una gran carga que la municipalidad, según el alcalde, no puede seguir afrontando. Lo más ridículo de las declaraciones es que hay en el asilo Perpetuo Socorro personal supernumerario. “Hay cerca de cien personas empleadas para cuidar 51 ancianitos”. Ciego está quien no ve o no quiere ver la solución y descarga la responsabilidad en los atendidos en el ancianato.

Si se reconoce oficialmente la existencia de paracaidistas, “personal supernumerario”, pues tijera con ellos y que los recursos de las arcas municipales con impuestos y tasas de sampedranos sean bien administrados y no para incorporar o sostener personal innecesario, solo atento al día en que acreditan el sueldo municipal. No son los ancianos, algunos de ellos abandonados, los generadores de problemas, sino quienes viven a costa de ellos.

Es otra la ruta del alcalde Roberto Contreras, quien corre antes de andar y así ha lanzado su iniciativa estrella de construir un materno infantil, bien por la protección al inicio de la vida, pero lanza la idea de cerrar el asilo, cobijo en los últimos años para ancianos desamparados y propone incorporarlos en familias que recibirían una remuneración mensual por su cuidado. ¿Habrá pensado el titular de la municipalidad sampedrana en una de las mayores necesidades de los adultos mayores? La compañía de personas de su edad con quien compartir, recordar, echar sus canciones, aunque sea en voz baja, y ver en otras miradas la propia vida.

En la contabilidad municipal harán falta muchos millones, pero que la economía, las finanzas no venzan los sentimientos más profundos para ayudar a los adultos que más lo necesitan. Con gusto, como gratitud, llevaremos la carga del asilo y nos obligan a llevar muy a disgusto la burocracia, los contratos, las millonarias compras anunciadas y las expresiones populistas. ¡No al cierre del asilo y dispersión de los ancianos en él atendidos!

Editorial La Prensa
Honduras