Capitalinos recrean vía dolorosa de Jesús

Los jóvenes de la parroquia El Calvario protagonizan el impresionante cuadro vivo.

Imposible no llorar o estremecerse al ver el impresionante cuadro vivo de la parroquia El Calvario, donde jóvenes y personas adultas se involucran de lleno para revivir el sacrificio del Hijo de Dios en su camino a la cruz.

Gracias a las interpretaciones, los fieles recordaron el sacrificio de Jesús y el sufrimiento de su madre.

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Emilio Flores

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Comayagüela

Impresionante, vívido, sentido, así es el santo viacrucis que realiza la parroquia El Calvario de la capital, uno de los más bellos y aplaudidos cuadros vivos del país por su realismo y la entrega de los jóvenes que lo protagonizan.

Los meses de preparación tienen sentido cada Viernes Santo. Ese día, todos se compenetran para transmitir y recrear el sufrimiento que Jesucristo pasó mientras cargaba la cruz hasta el monte Calvario.

Su mayor objetivo es hacer meditar a los hondureños sobre el verdadero camino de conversión, que consiste en rechazar las tentaciones y reflexionar que la muerte de Jesús no fue en vano, sino para la salvación de la humanidad, explicó el párroco Eduardo Mancía.

A medida se avanzaba en las estaciones, que estaban separadas por unos 300 a 400 metros una de la otra, el calor se agudizaba, pero de forma simultánea la fe se multiplicaba y los más débiles se mostraron con mayor fuerza.

Ejemplo de ello fue Gladys Ríos, de 78 años, quien a paso lento pero seguro avanzaba a través de las calles adoquinadas del barrio Villa Adela.

“Los pecados los pagamos en vida, y este es el único momento en que podemos revivir todo lo que Jesús hizo por nosotros”, dijo la tierna abuelita mientras elevaba sus brazos al cielo, pero sin soltar la frágil mano de su pequeña nieta de 8 años de edad.

Cristofer Martínez, de 11 años de edad, también acompañó la actividad religiosa como acólito -monaguillo que ayuda en funciones religiosas al sacerdote- y, pese al cansancio, en su mirada se reflejaba la satisfacción de formar parte del camino que las familias eligieron hacia Dios y de las bendiciones que este otorga a sus hijos a través del viacrucis.

Gracias a las interpretaciones, los fieles recordaron el sacrificio de Jesús y el sufrimiento de su madre.

Significado

A través de las calles de Villa Adela, los creyentes revivieron ese “camino a la cruz”, conformado por quince estaciones desde que Jesús fue sentenciado a muerte hasta su crucifixión y resurrección.

Cada estación estuvo a cargo de una familia que, lejos de pensar en la dificultad que representa hacer un altar, consideraron la bendición de la que serían testigos al recibir a cientos de feligreses acercarse a sus hogares y escuchar la Palabra de Dios.

Argentina Montoya, de 84 años de edad y cuya mirada lucía perdida en el tiempo, fue la encargada de la estación número once, cuando Jesús fue clavado en la cruz.

“Aquí estoy con fe, aunque mi pensamiento está con mi hijo, que lo perdí hace seis meses”, expresó la afligida madre.

Es en este acto donde se mantiene vivo el acto de amor de Jesús y se refleja el verdadero significado de la Semana Santa.