Policías montaron escena donde calcinaron a Franklin Villeda

Nuevas evidencias del asesinato de Franklin Villeda Caballero, comerciante de Tocoa, Colón, indican que sus victimarios simularon una escena del crimen en la zona donde incineraron su cuerpo para hacer creer que en ese lugar le quitaron la vida.

Parte de ese montaje implicaría colocar junto al cuerpo dos casquillos de bala, una deformada, indican las autoridades.

Además, en el lugar dejaron toallas del hotel donde sí ocurrió el crimen. El cuerpo de Franklin Villeda fue hallado calcinado el jueves 20 de febrero en un lugar solitario en la aldeas Las Vegas, en Pimienta, Cortés.

Según diligencias policiales, un día anterior Villeda llegó a eso de las 6:30 pm a un hotel en San Pedro Sula tras haber sido citado por Rolando Josué Sánchez Salinas (implicado en su crimen) para cerrar un trato de compra de una propiedad bajo custodia de la Oficina Administradora de Bienes Incautados (Oabi), entidad de la que Sánchez se hacía pasar como asesor.

Un desacuerdo en el trato de compra en el que el comerciante se sintió estafado habría provocado que Sánchez, quien decía ser abogado, junto con los policías Allan Esaú Ponce Euceda, Víctor David Cruz González y Alexia David Ramírez Pérez le quitaran la vida de un balazo en la cabeza en la habitación del hotel donde lo habían citado y se llevaran 7.2 millones de lempiras que andaba Villeda para pagar la propiedad que quería adquirir.

La madrugada del jueves 20 de febrero, dos policías salieron del hotel y en un carrito cargador llevaban varias maletas, y en una de estas metieron el cuerpo. Luego, las cargaron en un vehículo “pick-up” gris y las llevaron al sector de Las Vegas, en Pimienta, en donde lo quemaron.

Como parte de las investigaciones de la Fiscalía de Delitos contra la Vida del Ministerio Público, el miércoles inspeccionaron la habitación del hotel donde ocurrió el crimen. Las pruebas de luminol dieron positivo a rastros de sangre en la habitación, lo que sustentaría que Franklin Villeda sí fue asesinado en ese lugar y no donde encontraron su cuerpo, como sus victimarios quisieron hacer creer.

Las diligencias detallan que al momento en el que Medicina Forense hizo el levantamiento del cuerpo del comerciante en el lugar se hallaron toallas de hotel quemadas, dos casquillos y la bala deformada.

Según los investigadores, la bala presenta deformaciones porque al salir de la cabeza pegó en el piso de la habitación.

Los acusados son los policías David Ramírez Pérez, ya preso por el crimen, y Allan Esaú y Víctor David, estos últimos dos prófugos junto con Rolando Sánchez Salinas.

Según autoridades, a David Ramírez lo capturaron cuando ingresaba a la habitación del hotel, ya que tenía órdenes por parte del supuesto abogado de permanecer tres días hospedado. La Policía indica que el día del crimen, el agente que ahora guarda prisión en el centro penal de Támara, Francisco Morazán, salió a comprar 14 toallas a una comercial y luego regresó al hotel. Estas toallas serían para reponer las del hotel que usaron para limpiar la sangre de la habitación.

Ayer se informó que Rolando Josué Sánchez Salinas no es abogado, como informó la Policía en un inicio. Gustavo Solórzano, presidente del Colegio de Abogados de Honduras, aclaró que Sánchez Salinas no cuenta con un registro en esa institución.

La Policía ofrece 300,000 lempiras de recompensa por información que ayude a dar con el paradero del supuesto abogado, quien se presentaba fraudulentamente como criminólogo especializado en áreas como el lavado de activos, rastreo de sustancias psicotrópicas y localización de narcotraficantes.

Un comunicado de la Policía indica que el abogado trabajó desde 2021 en varios puestos en la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco); entre ellos, asistente administrativo, auxiliar de auditoría, en el despacho ministerial y la dirección de servicios legales, pero que en 2023 fue cancelado.

La Policía dice que la relación con los policías acusados surge cuando pidió, mediante el Comisionado Nacional de Derechos Humanos (Conadeh), medidas de seguridad. Estos eran sus escoltas. Recalca que por no cumplir requisitos le retiraron la seguridad inmediatamente; sin embargo, mantuvieron “comunicación, a tal punto de operar juntos delictivamente”.