Multitud recibe como héroes a tres jóvenes hondureños fallecidos en México

Hoy serán sepultados en una fosa triple los amigos que se criaron y emigraron juntos y que murieron en el trágico siniestro que mató a otras 37 personas en un centro migratorio de Ciudad Juárez.

Los hogares de los Umaña, los Córdova y los Alvarado están unidos por el dolor de haber perdido a tres de sus hijos.

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Migrantes

Protección, Santa Bárbara

Faltaban minutos para las 5:00 de la mañana de ayer cuando decenas de motocicletas y vehículos se apostaban a un costado de la carretera CA-4, en la entrada de la comunidad de Chalmeca, que pertenece a Nueva Arcadia, Copán.

Ese pequeño pueblo, que se debe atravesar para llegar al municipio de Protección, fue el punto de reunión de la nutrida caravana compuesta por unas 500 personas que se unieron y se organizaron para escoltar hasta la aldea Nuevo Porvenir, los restos de Edin Josué Umaña (de 26 años), Jesús Adony Alvarado Madrid (de 32) y Dikson Arón Córdova (de 30).

Todos -vecinos, amigos y parientes- estaban ahí unidos por el dolor y el amor. Aunque habían aguardado sin dormir toda la madrugada, esperaron largo tiempo con pancartas y mensajes de reflexión, la llegada del cortejo fúnebre que a medianoche salió desde Comayagua.

Los santabarbarenses son tres de los seis hondureños que murieron en el siniestro ocurrido el lunes 27 de marzo en una estación migratoria de Ciudad Juárez, y que la noche del martes arribaron en un vuelo oficial que aterrizó en la base aérea Enrique Soto Cano desde México.

Con ellos también llegaron al país los restos mortales de José Ángel Ceballos Molina (de 21), originario de Choluteca; Óscar Danilo Serrano Ramírez (de 37 ), de La Virtud, Lempira; y Alis Dagoberto Santos López (de 42) de Olancho, que se esperaba, también fueran velados en sus pueblos natales.

Tras un largo recorrido de más de 260 kilómetros y cinco horas de viaje, las tres carrozas fúnebres de los soñadores pateplumas llegaban al desvío a Chalmeca.

Los tres féretros culminaron el día juntos, porque así se criaron, así viajaron y así murieron.

De ahí, para llegar a los que fueron sus hogares, todavía debían recorrer una hora más y al menos 20 kilómetros por una carretera de terracería llena de cuestas, y en completa oscuridad.

Tras ese recorrido que llegó a ser más largo de lo usual por el riguroso protocolo de los carros fúnebres, finalmente los tres amigos estaban en casa, justo cuando el sol despuntaba por el naciente.

En la aldea Nuevo Porvenir todo giró ayer en torno al velatorio de Edin, Dikson y Adony. El pueblo entero y los vecinos se volcaron a dar su pésame a la familia y a acompañarlos en su dolor.

Los féretros de madera, envueltos en cartón para protegerlos, ocuparon los salones principales de los hogares de las familias Umaña, Córdova y Alvarado, luego de 16 largos días de angustia e incertidumbre, primero por la falta de confirmación de las muertes, y luego, por la espera para que los restos fueran repatriados desde México.

Con la entrada de los tres muchachos por el portal que 24 días atrás dejaron, los corazones de tres madres y padres se quebraban en pedazos tras ver sin vida a aquellos muchachos que la noche del Día del Padre dejaron atrás a los que más amaban, todo por cumplir el sueño de lograr un mejor futuro en Estados Unidos, país del que quedaron a solo un paso.

Edin Josué, Dikson Arón y Jesús Adony eran amigos desde la infancia.

Con la noticia de la llegada de los tres cuerpos, esparciéndose por todas las aldeas y caseríos, vecinos de todos los rincones llegaron a dar las muestras de pesar a las familias y a ver los muchachos por última vez.

A los tres los recordaron como hombres dedicados a las tareas del campo, amables, alegres y serviciales.

Aquello era un trajín de ir y venir. Algunas mujeres servían café, otras comida y refresco, mientras que otras más cocinaban y enviaban los platos servidos a las tres casas.

Tras un ajetreado día que permitió velar a cada uno de los muchachos en sus hogares, y luego los tres juntos en la plaza principal del pueblo, hoy los tres serán enterrados en el transcurso de la mañana.

Las tres fosas donde reposarán sus restos están listas y fueron construidas juntas en el cementerio de La Laguna, donde quedarán orientados con vista hacia la que fue su comunidad.

Y mientras, el dolor no termina en Nuevo Porvenir, en la comunidad hay preocupación porque otro grupo de jóvenes se está organizando para emprender el viaje rumbo a Estados Unidos. Entre todos deben de recolectar más de L400,000 para pagar a un coyote que los lleve por un viaje incierto donde no se sabe si vivirán o morirán.

Algunos creen que vivir o morir es cuestión de suerte, una que están dispuestos a sortear, ya que con su realidad actual, no hacen más que para el diario vivir.

Amigos, vecinos y familiares de Edin Josué Umaña, Jesús Adony Alvarado Madrid y Dikson Arón Córdova elaboraron pancartas y acrósticos donde les dedicaban sentidos mensajes. Todos participaron en una concurrida caravana.

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