La ansiedad se dispara en Cortés y Francisco Morazán: “No puedo respirar, ayúdeme, mamita”
Controlar la ansiedad es clave para los menores, ya que, según expertos, es una reacción natural que está profundamente ligada a emociones como el miedo.
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Tegucigalpa, Honduras.
“Se desplomó. No habían pasado ni dos minutos cuando mi hijo se desplomó”, expresó doña Leticia, una madre que ha visto, impotente, cómo la ansiedad devora a su primogénito, día tras día.
LA PRENSA Premium conversó con la acongojada progenitora de Gael, un niño de 12 años que, hasta hace poco, sus padres creían conocer por completo. Sin embargo, todo cambió una tarde de junio pasado, cuando un grito repentino rompió la tranquilidad de su hogar.
”¡No puedo respirar, no puedo respirar!”, repetía Gael con su rostro desencajado, mientras se agarraba el pecho.
Sus padres, desconcertados, intentaron calmarlo, pero su hijo no respondía. “Era como si no estuviera allí, viera como se puso, después empezó a tirar cosas, rompía todo, nosotros nunca lo habíamos visto así a mi chiquito”, recordó la madre.
Gael, quien siempre había sido un niño tranquilo, estaba experimentando un ataque de ansiedad tan intenso que su cuerpo temblaba sin control y el sudor le corría por la frente.
La crisis duró lo que pareció una eternidad, pero finalmente, después de varios minutos de angustia, Gael se desplomó en el suelo, cansado, susurrando entre sollozos. “Él decía “No quiero sentirme así nunca más, ayúdeme mamita por favor””, contó doña Leticia.
Fue en ese momento que comprendió que su hijo estaba enfrentando una batalla interna mucho más grande de lo que podía haber imaginado.
El llanto prolongado es uno de los síntomas más evidentes de la ansiedad.
Decenas de familias en todo el país enfrentan batallas como esta. Según la solicitud de información SOL-SDS-4549-2024 a la Secretaría de Salud (Sesal), el año pasado se diagnosticaron trastornos mentales, incluida la ansiedad, en 596 menores de 14 años en los hospitales públicos de Honduras.
En lo que va de 2024, Salud ha registrado 261 menores de 14 años con trastornos mentales, distribuidos a lo largo de los 18 departamentos del país. Francisco Morazán encabeza la lista con 56 casos, seguido por Cortés con 37.
El Paraíso ocupa el tercer lugar con 20 casos, mientras que Copán y Lempira reportan 19 y 18 casos respectivamente. Colón sigue con 17 casos, y Yoro e Intibucá con 15 cada uno.Olancho reportó 13 casos de trastornos, Atlántida 11, Comayagua 10 y Choluteca 8.
Finalmente, Santa Bárbara, Gracias a Dios, y La Paz tienen 5 casos cada uno, mientras que Valle presenta 4. Ocotepeque e Islas de la Bahía cierran la lista con 2 y 1 caso respectivamente.
En el caso particular de casos de ansiedad de niños de 14 años, se han reportado tres casos en Francisco Morazán y Lempira, dos casos en Cortés y un caso en Atlántida, Copán y El Paraíso.
Los diagnósticos serían todavía mayores si se engloban niños y adolescentes de 0 a 17 años y nos referimos específicamente a casos de ansiedad, pues solo en la Región de Salud Metropolitana de Tegucigalpa se registran 1,568 menores de 0 a 17 años que han asistido a los centros para solicitar asistencia por problemas de ansiedad hasta el pasado 15 de agosto.
Podrían ser más casos también si hablamos de los menores que padecen la enfermedad y todavía no han sido diagnosticados, dijeron expertos.
Por su parte, el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) documentó el año pasado 4,666 casos de trastornos mentales en ocho departamentos: Francisco Morazán, Cortés, Yoro, El Paraíso, Atlántida, Santa Bárbara, Colón y Olancho.
De este total, se identificaron 705 casos de trastornos de ansiedad, una cifra que ha disminuido a 518 hasta julio de 2024. Sin embargo, la proyección sugiere que este año podría superar en número de casos al año pasado.
A nivel general, el número de trastornos mentales en el IHSS disminuyó a 3,493 en los mismos departamentos. Francisco Morazán y Cortés destacan como los más afectados, con 2,138 y 1,174 casos respectivamente.
Los expertos consultados por LA PRENSA Premium coincidieron en que los casos de ansiedad se han disparado en los últimos años, específicamente tras la pandemia de covid-19, debido a factores como el aislamiento, estrés familiar, incertidumbre del futuro y la adaptación a nuevas formas de vida.
Un informe científico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) respalda esta afirmación, señalando que en el primer año de la pandemia la prevalencia global de la ansiedad y la depresión se incrementó en un 25%.
“Las estadísticas nos indican que el incremento de atenciones por casos de ansiedad ha sido de aproximadamente un 300 % en relación al promedio pre pandemia. Uno asume, por ejemplo, que la prioridad ha sido sobrevivir, más que la de preocuparse por los pensamientos, emociones y acciones de los hijos. Es un tema complejo, ya que quizá nosotros como padres tampoco lo recibimos y no sabríamos cómo brindarlo”, explicó el psicoterapeuta Ernesto Gálvez.
Ante este escenario, preocupa la poca presencia de psicólogos en el sistema de salud pública de país. De acuerdo con la solicitud de información SOL-SDS-4550-2024 a Salud, los hospitales públicos cuentan actualmente con 119 psicólogos. Con una población nacional de aproximadamente 9.892 millones de personas, esto se traduce en un psicólogo por cada 100,000 habitantes.
De su lado, el psicólogo Oscar Medina, destacó que la ansiedad, aunque es una respuesta natural al miedo que todos experimentamos, se convierte en un trastorno cuando se vuelve crónica y paraliza a la persona en su vida diaria. Por ello, es importante entender que el objetivo no es eliminar la ansiedad por completo, sino ayudar al niño a que aprenda a manejarla.
”La ansiedad puede agravarse de acuerdo a los mecanismos de defensa que implemente la persona para regular sus emociones, muchas veces las características masoquistas de la personalidad hacen que no se pueda salir de ese ciclo, así como la victimización y ciertas distorsiones cognitivas como el catastrofismo y la generalización, entre otras”, explicó el experto.
Entre los síntomas más comunes en los niños está la irritabilidad, nerviosismo, preocupación excesiva, timidez, problemas para dormir, dolores de cabeza, problemas digestivos y periodos frecuentes de llanto.
En el caso de los adolescentes, la mayoría de sus preocupaciones están relacionadas con sentimientos sobre sí mismos, alejamiento de amigos, falta de concentración, agresividad, insolencia, negación a asistir a clases, abuso de sustancias, auto daño y búsqueda constante de consuelo.
“El adolescente con ansiedad siempre espera lo peor, incluso sin ninguna razón aparente, pero además de esos síntomas el niño puede también presentar síntomas físicos como tensión muscular, molestias estomacales, dificultad para respirar (tal como sucedió con Gael) y dolor de cabeza”, expresó Medina.
Estos síntomas impactan el desarrollo académico, social y emocional de los menores. La ansiedad paraliza sus actividades cotidianas, deteriora la dinámica familiar y los aísla. Su rendimiento escolar decae, tienen ideas suicidas y la inseguridad creciente les dificulta expresarse y desenvolverse en su entorno.
Otro de los problemas que puede generar la ansiedad es respecto a la transición a la vida adulta, específicamente sobre la independencia, responsabilidades, consecuencias de los actos y capacidad de resiliencia.
En cuestión de género, los expertos aseguran que los síntomas son similares, pero algunos estudios sugieren que las niñas pueden experimentar más ansiedad generalizada y preocupaciones sociales, mientras que los niños pueden mostrar más síntomas externos como la agitación y conductas disruptivas.
La ansiedad puede desencadenarse por la pérdida de un ser querido, presiones académicas y familiares, experiencias traumáticas, rupturas amorosas, el consumo de sustancias, la exposición a la violencia o por crecer en un entorno marcado por la pobreza y la inseguridad, según expertos consultados por este medio.
El psicoterapeuta Ernesto Gálvez Pineda señaló que otro de los principales factores que contribuyen a este fenómeno es el estilo de crianza que impera en la actualidad.
”La crianza en muchos hogares está marcada por el ritmo acelerado de la vida moderna. Esta vorágine de estrés e inmediatez ha llevado a que muchos padres deleguen el cuidado emocional de sus hijos a dispositivos electrónicos o entretenimiento digital, sin la debida supervisión o instrucción”, explicó el experto.
La falta de tiempo de calidad y el desinterés por la salud emocional de los niños han creado un vacío donde los dispositivos y el contenido digital ocupan el lugar de una verdadera conexión afectiva.
El psicoterapeuta resaltó que este aumento significativo en los casos de ansiedad también puede estar relacionado con la incapacidad de los padres para manejar sus propias emociones, un desafío que se ha transmitido a la siguiente generación.
Uno de los principales objetivos como padres para combatir la ansiedad es mantener la calma y asumir un rol de apoyo constante. Expertos consideran que conectar emocionalmente con el niño y reservar tiempo para que pueda expresar y gestionar sus emociones es fundamental.
Además, se debe evitar la sobreprotección, ya que esta puede contribuir a que la ansiedad persista. Una conversación abierta y honesta con el menor es esencial para que él mismo pueda identificar sus miedos y preocupaciones, enfrentándolos de manera gradual.
Establecer una rutina de hábitos saludables es otro pilar fundamental. Esto incluye promover la actividad física, una alimentación balanceada y una rutina de sueño adecuada según la edad del niño. Además, incorporar momentos de recreación en familia puede ayudar a reducir los niveles de ansiedad.
En el ámbito escolar, los maestros juegan un papel crucial. Deben ser comprensivos y hablar con los niños de manera suave pero firme. Es fundamental que los docentes trabajen en colaboración con los padres de familia, compartiendo estrategias que puedan ayudar al niño tanto en casa como en la escuela.
Por otro lado, enseñar a los pequeños técnicas de respiración y relajación, como la respiración profunda o la técnica de detención del pensamiento, puede ser muy beneficioso, dijeron los entrevistados. Estas prácticas ayudan a los niños a regular sus emociones de manera independiente, minimizando los ataques de ansiedad.
Desde el punto de vista psicológico, debido a las diversas causas de la ansiedad, los profesionales suelen adoptar un enfoque personalizado, integrando técnicas como la relajación, la meditación y estrategias cognitivas como la interrupción del pensamiento.
Una intervención temprana y un enfoque integral que incluya a la familia, la escuela y los profesionales de la salud mental pueden hacer una gran diferencia en la vida de un niño con ansiedad.
Sobre el tiempo de recuperación, expertos mencionaron que no existe uno preciso, ya que cada niño es diferente. Mientras algunos pueden superar la ansiedad en meses, otros pueden necesitar años, e incluso aprender a vivir con ella como parte de su vida.
En el caso de Gael, el diagnóstico de ansiedad le llegó días después. Su madre relató que las presiones escolares y las peleas familiares desencadenaron el trastorno en su hijo, quien ahora asiste a terapia regularmente, y aunque el camino es largo, ella está decidida a ayudarlo a encontrar la paz que tanto anhela. “Es un niño fuerte, pero incluso los más fuertes necesitan ayuda a veces”, expresó.
Aunque el tiempo de recuperación de la ansiedad varía, los expertos coinciden en que el apoyo familiar es crucial para un progreso significativo