“Cuello de botella” eléctrico frena inversiones en el valle de Sula

Empresas como Nike no abrieron operaciones en la zona porque la Enee no les garantizó el suministro. Ante ello, autoridades de la estatal anuncian ampliación de la red de subestaciones

Expertos critican que las industrias no puedan escoger a su proveedor de energía.

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Energía

Las nuevas inversiones que llegan o quieren llegar a la Capital Industrial y las ciudades aledañas del valle de Sula están encontrando problemas para establecer operaciones ante las dificultades de contar con el suministro eléctrico apropiado.

José Martín Chicas, directivo de la Asociación Nacional de Industriales (Andi) en San Pedro Sula, explica que en los alrededores de la ciudad existe actualmente un “cuello de botella” en lo referente a infraestructura de subestaciones eléctricas.

“Si comenzamos por la parte sur, los municipios aledaños como Villanueva y la parte sur propia del municipio de San Pedro Sula al no tener suficiente capacidad de subestaciones las empresas no pueden lograr la interconexión de fluido para sus operaciones existentes, ni las que ya están ahorita haciendo fila para entrar en producción”, dice Chicas, al tiempo que añade que “si nos vamos a la parte norte, la parte noroeste de San Pedro Sula y los municipios aledaños, como Choloma, encontramos el mismo problema. El problema es la capacidad de las subestaciones”.

Ante ese panorama urgen soluciones para que la situación no tenga un impacto negativo en la creación de empleo y en el crecimiento económico de la zona más productiva de Honduras.

Alternativas

Las dificultades para obtener suministro eléctrico del sistema de interconectado nacional lleva a las empresas a buscar alternativas. En muchos casos, la opción lógica es la de producir su propia energía, lo cual tiene la ventaja de que, además de ser confiable e ininterrumpido, en el largo plazo les produce a las empresas importantes ahorros en el consumo energético. Pero la autosuficiencia tiene un precio.

“(Hay que hacer) inversiones importantes, inversiones de maquinaria y también capital de trabajo para estar alimentando estas plantas”, observa Chicas, al indicar que para muchas empresas el paso de consumidor a autogenerador viene acompañado de una pesada etiqueta de precio.

Existe una gran capacidad instalada de generación eléctrica en el sector privado, tanto de fuentes renovables como no renovables. El boletín estadístico de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (Enee) para enero de 2023 reporta que los generadores privados producen un poco más de 600 megavatios, de cuatro fuentes principales: plantas térmicas, biomasa, energía eólica y energía fotovoltaica (solar), pero esta capacidad se encuentra repartida por diferentes regiones del país, y la empresa estatal no solo tiene el monopolio de la venta de energía, sino también el de la compra, por cuanto los generadores privados no pueden vender energía a otro cliente que no sea la Enee.

La hermeticidad del sistema es una de las críticas que hace el economista especializado en energía Kevin Rodríguez.

“¿Qué puede hacer la gran industria? Instalar sus propios motores, puede utilizar su propio consumo, lo que necesita, y le puede vender a la industria vecina (...); pero la Enee no la deja”, dice el experto, citando ciertos temores de la empresa estatal en el sentido de que si permite a los consumidores del sector industrial escoger a su proveedor, se arriesga a perder a buena parte de sus clientes y, por tanto, de sus ingresos.

El boletín estadístico antes citado menciona que los clientes procedentes del sector industrial constituyen apenas el 0.1% de sus abonados, en un mercado en donde los clientes residenciales son mayoría, con más del 92% del total.

Y aunque las industrias demandaron unos 101,451 MV/h el pasado mes de enero, son apenas el tercer segmento de mercado que más consume, por detrás del ya mencionado sector residencial y del comercial, que es el segundo.

La recomendación de Rodríguez es: “Si usted no puede atender las necesidades que (el cliente) tiene, libérelo, déjelo ir”.

Para el economista, la situación es apremiante, pues, de acuerdo con ciertas estimaciones que compartió con LA PRENSA Premium, el costo económico de no poder contar con un suministro de energía confiable es de entre 4,000 y 8,000 millones de lempiras cada año. Y luego está el caso de la inversión que deja de venir debido a las dificultades energéticas.

Rodríguez recordó la vez que la multinacional estadounidense Nike anunció la apertura de una planta de producción cerca de San Pedro Sula, pero dicha inversión no ha llegado hasta la fecha. “Nike había dicho que iba a abrir operaciones en la zona norte y nunca abrió. ¿Por qué? Porque al final la Enee nunca le pudo proveer el servicio”, refirió.

Planes de ampliación

Desde la Enee, de su parte, dicen ser conscientes del problema, a la vez que se asegura que no se han quedado de brazos cruzados. Edgardo Portillo, subgerente de Distribución de la estatal, reconoce que la capacidad de las subestaciones “está llegado a su límite”.

Es por eso que, en respuesta a la situación, la Enee tiene planes de ampliar la capacidad de las 12 subestaciones ubicadas por toda la región noroccidental, a la vez que se planea la construcción de otras cuatro subestaciones en y alrededor de San Pedro Sula, todo lo cual podría llegar a aportar hasta en 800 megavatios adicionales en energía disponible, cuando estos proyectos entren eventualmente en operación.

Portillo recalca que no se trata de un problema de generación, sino de la infraestructura necesaria para hacer llegar la energía a quienes la necesitan. “Lo que se hace es una ampliación y se colocan más transformadores de potencia. Entonces, tenemos una capacidad mucho mayor. Lo que se va a hacer también es la construcción de los circuitos para poder sacar esa energía que ya ha sido transformada ahí en las subestaciones”, explica.

Toda esta ampliación supone una inversión de entre 2,100 y 2,500 millones de lempiras, dijo el funcionario. Sin embargo, dada la complicada situación económica de la Enee, son todavía muchas las barreras que deben superarse para que tales planes se conviertan en realidad, por lo que, de momento, debe considerarse como una solución a largo plazo.